Los hechos que están sucediendo nos parecen tan irreales, que cuesta procesarlos y asumirlos como verdaderos. Lamentablemente no son sueños, son la pura y santa realidad; a diario sabemos de ajustes de cuenta, descuartizamientos, crímenes alevosos, secuestros, y delitos que parecían suceder únicamente en películas de Hitchcock o en novelas de Agatha Christie…
Espantosas historias, complejas tramas, personajes aterradores y giros sorprendentes, que para la mayoría de nuestros contertulios sólo existían en la mente de creativos autores cinematográficos, hoy convulsionan nuestra realidad, son el pan nuestro de cada día; de ello da cuenta la televisión en vivo y en directo.
El crimen organizado, las mafias, el narcotráfico, el sicariato, hoy campean en territorio nacional, sembrando pánico hasta en los más impávidos. Hace tiempo se dejó de pensar que este tipo de criminalidad era producto de luchas intestinas entre bandas y mafias de peligrosos narcos extranjeros. Hoy el crimen ha permeado toda la sociedad, y nadie está libre de ser otra víctima más.
A la inexplicable incapacidad del Gobierno para dar tranquilidad a la ciudadanía, se suma la compleja situación que viven las Policías, lo que sin duda afecta su efectividad y eficiencia.
Por otra parte, alarma la indolencia gubernamental para enfrentar el tema de la inmigración, y para implementar un sistema de inteligencia interior que permita dar con los cabecillas del crimen organizado.
En nada ayuda a esta compleja situación la actitud de la Sociedad Política, aparentemente más preocupada de ganar puestos en las mesas y comisiones del Parlamento que en legislar. Los partidos de la Sociedad Libre, por su parte, dan señales de preocuparse por quien se queda con tal o cual municipalidad, y no de “levantar un discurso motivador” que saque al país de este marasmo aterrador.
Si grave y desalentadora es la contingencia en materia de seguridad, a esta impaciente pluma le preocupa el sepulcral silencio sobre el secuestro, asesinato y posterior inhumación clandestina del exmilitar venezolano Ronald Ojeda, opositor a Maduro, porque en esta circunstancia todo indica que se trataría de una operación de la inteligencia Militar venezolana.
¿Ha sido nuestro país infiltrado por agentes secretos de un país extranjero? ¿No es esto una invasión a nuestra soberanía? ¿Hay ocultamiento de las autoridades chilenas sobre los alcances de dicha operación comando? ¿Es cierto lo que informan fuentes colombianas, que se trataría de una “cacería” de Maduro contra sus opositores? ¿Por qué nada se dice acerca de quién es y qué rol tuvo el menor detenido por la PDI?
Sospechosos silencios nos advierten que “aquí hay gatos encerrados”. ¿Por qué el gobierno chileno no ha condenado a Venezuela como lo ha hecho el Presidente Petro de Colombia? ¿Hay compromisos involucrados? ¿Qué dicen las Fuerzas Armadas, ha sido amenazada la Seguridad Nacional por la inteligencia extranjera?
En fin, son muchas las dudas que deben ser aclaradas por el gobierno; si no puede esclarecerlas en materia de crimen organizado, al menos podrá revelar si hemos sido o no objeto de una violación a la Seguridad Nacional… ¡Presidente, el país quiere respuestas claras, y no sus locuaces evasivas!
Por Cristián Labbé Galilea
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