El anuncio de formalización del alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, de parte de la Fiscalía Metropolitana Centro Norte ha revuelto las aguas política y ha hecho que las caretas caigan y se devele el doble estándar. El blindaje de parte del partido a la figura, ha dejado en evidencia que las potenciales irregularidades sólo les importan dependiendo del color político. Es bastante evidente, para ellos, su visión es la que debe imponerse, y el bien y el mal no lo juzgan de modo objetivo, sino que de modo instrumental a su causa. El PC se ha dedicado a instalar desde una campaña comunicacional que el proceso no es más que una “persecución política”. De hecho han descartado suspender la militancia del investigado, ya que aseguran con certeza, que es inocente. Esto ha llevado a “rasgar vestiduras” de otros partidos que sí han suspendido a sus militantes formalizados y voces del “Socialismo Democrático” aseguran que esto es parte de un “criterio” necesario.
Lo cierto es que “el río” de Recoleta hace mucho que suena. Es de popular conocimiento, que muchas veces “cuando el río suena es porque piedras trae”. Las acusaciones contra el edil son por presuntos delitos de cohecho, fraude al fisco, estafa y administración desleal, asociadas a la compra venta de insumos por parte de la Asociación Chilena de Municipalidades con las llamadas “Farmacias Populares”. Esta causa se suma a los problemas con las inmobiliarias, las luminarias y otras tantas acusaciones, siempre desestimadas por quien parece cree estar más allá del bien y el mal. De hecho, el involucrado habló de “prejuicio y politización excesiva” apuntando al mismo presidente del Consejo de Defensa del Estado y al mismo Presidente. Acusa de una “operación en su contra”. Dice que ha abierto todas sus cuentas, como si eso fuera garantía de algo, sin considerar que se puede pagar en efectivo o como plantea la acusación, en bienes. Aunque no sea para “enriquecimiento personal”, obligar a pagos para el partido es inmoral y delito.
Es cierto que existe la presunción de inocencia y que nadie es culpable hasta que esto se demuestre. La formalización per se no implica culpabilidad. Por lo mismo, sus dichos frente a la investigación, deja evidencia que teme. Probablemente está en una situación tan compleja que desde el PC para blindarlo deciden culpar a su propio sector, al Frente Amplio. Antes todos estaban con Jadue, era común frente a otras sospechas ver el hashtag #todosomosjadue, hoy frente a acusaciones específicas frente a una larga investigación pareciera ser que todos están contra Jadue.
Pero la idea de la presunción de inocencia es algo que ahora, que tocan a sus filas, al PC parece preocuparle, antes no. Siempre que se investigó a sus contendores políticos, su actitud fue la condena antes del juicio. Para ellos todo es relativo a la causa. Si piensan como ellos, son inocentes; si no piensan como ellos, son culpables. Lo cierto es que para ellos toda potencial corrupción no está en sus filas, no puede estarlo.
Ellos instalan el “paraíso terrenal” sobre la tierra. De hecho Stalin intentó ocultar casos reales de asesinos en serie en la URSS, ya que en el “paraíso” no hay asesinos. Eso es algo propio de la “corrupción inherente del capitalismo”. Siempre la culpable es “la derecha”, “el neoliberalismo” y “Pinochet” que fomentó el “sistema perverso”. Esta lógica es exactamente la misma que opera en este caso. No importa la evidencia, a ellos eso nunca les ha importado. Simplemente en ellos no hay corrupción, porque son “éticamente superiores”. Es una “ética” sin noción de Bien objetivo, ni Verdad absoluta, algo simplemente instrumental a la causa. Es eso mismo lo que los lleva a instrumentalizar el concepto de “derechos humanos”, negando la realidad de ser en forma concreta y objetivamente “violadores sistemáticos” históricos a nivel mundial de los mismos, a ser como víctimas de violaciones en Chile, los garantes de ese concepto. Ellos no erran y hacer “movidas” por el bien del partido es visto como un bien. Es instrumental a la causa. Ellos siempre pretenden fijar la verdad y visión de la historia, de ahí tanto afán por atacar “el negacionismo”.
Lo cierto es que objetivamente y teniendo en cuenta la evidencia y las “piedras del río” que pareciera ser que el alcalde de Recoleta está, como dicen en buen chileno “hasta las masas”. Por lo mismo, en un acto de desesperación, cree que no hay mejor defensa que un buen ataque. Pero esa acción se ve burda y absurda. Ya nadie está con Jadue, pareciera ser que la prudencia llama a abstenerse o bien ponerse en contra. Veremos qué sucederá, pero nada huele bien.
Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora, para El Líbero
/psg