El amor no puede con todo. Hacer caer a Pedro Sánchez no es fácil. Resistió cuando tuvo a todo su partido en contra 2016 (cuando llegó a abandonar su escaño) y desde entonces no ha hecho más que poner a prueba su Manual de resistencia. Si el fiasco del 28-M que le hizo perder la mayoría de comunidades autónomas no le hizo rendirse, tampoco se lo planteó cuando salpicó a su Gobierno el caso Koldo. Pero ahora la situación es distinta. En el centro de la diana está su mujer, Begoña Gómez, una línea roja para el presidente del Gobierno, que tras las publicaciones de varios medios de comunicación que le acusan de tráfico de influencias, y después de que un juzgado de Madrid haya abierto diligencias contra ella este miércoles, se plantea dimitir.
De momento, el presidente ha anunciado que cancela su agenda y que el próximo lunes 29 de abril comparecerá para dar a conocer su decisión final. “No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa. Como soy también plenamente consciente de que los ataques que sufro no son a mi persona sino a lo que represento: una opción política progresista, respaldada elección tras elección por millones de españoles, basada en el avance económico, la justicia social y la regeneración democrática”, ha asegurado el presidente. “Soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer. Necesito parar y reflexionar”, ha agregado.
Para el jefe del Ejecutivo los partidos de la derecha y la ultraderecha no aceptaron el resultado electoral del 23-J. “Fueron conscientes de que con el ataque político no sería suficiente”, indica el presidente a través de una carta publicada en la red social X, antigua Twitter. Por eso, ahora apunta que “han traspasado la línea del respeto a la vida familiar de un presidente del Gobierno”. A su juicio, todo se trata de una “estrategia de acoso y derribo que lleva meses perpetrándose”.
“Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y tan burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también”, ha añadido, visiblemente dolido.
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“Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor. A pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política y mediática han tratado de hacer de mí, nunca he tenido apego al cargo. Sí lo tengo al deber, al compromiso político y al servicio público. Yo no paso por los cargos, hago valer la legitimidad de esas altas responsabilidades para transformar y hacer avanzar al país que quiero”, ha concluido.
De qué se acusa a Begoña Gómez
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha informado este miércoles de que ha abierto diligencias contra la pareja de Pedro Sánchez por la presunta comisión de los delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios tras recibir por reparto ordinario una denuncia del colectivo Manos Limpias. No obstante, las diligencias de investigación están declaradas secretas.
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Gómez ha estado muy presente en los debates políticos en los últimos meses ya que, según adelantó El Confidencial, supuestamente, la esposa de Sánchez mantuvo reuniones con varias empresas privadas, entre las que destacan Globalia y Air Europa, que más tarde acabaron recibiendo fondos y contratos públicos del actual Gobierno. Sin embargo, por el momento no está imputada de ningún delito y no ha sido citada a declarar como acusada por el juez. Hasta ahora se sabe que se ha comenzado la práctica de diligencias con el testimonio de dos periodistas, según ha adelantado el citado medio.
Es importante recordar que la apertura de diligencias preliminares no significa que necesariamente el caso acabe yendo a juicio. Este término se refiere al inicio de una investigación por parte de las autoridades judiciales para determinar si existen indicios suficientes de la comisión de un delito. Durante esta fase, se reúnen pruebas, se toman declaraciones y se realizan las investigaciones necesarias para esclarecer los hechos.
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