La economía chilena si bien logró esquivar la recesión el año pasado con un crecimiento de 0,2% y las perspectivas para este año han mejorado sustantivamente, ubicándose entre 2,5% a 3%, el escenario de mediano plazo no es auspicioso, ya que no habrá una recuperación sustantiva en los próximos años.
De acuerdo al último Consensus Forecasts, que reúne la visión de 28 instituciones financieras y económicas (nacionales y extranjeras), el crecimiento para la próxima década será en promedio de 2,2%. Así, en el detalle, el sondeo prevé un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 2,3% para 2024 y 2025; 2,4% para el 2026 y de 2,3% para 2027. Para 2028, proyectan una expansión de 2,2% y de 2,2% también para 2029. Ahora, entre 2030 y 2034 la proyección promedio es de 2,1%.
Al compararlos con los principales países de América Latina, Perú será el que tendrá el mayor crecimiento entre 2024 y 2034 con un alza de 2,9% de su PIB. Una previsión levemente menor es la que tiene Colombia con un 2,8%. Argentina y México se espera que tenga un rendimiento económico promedio de 2,4%. Y más atrás Brasil, con sólo 2%.
De cumplirse estas expectativas, el crecimiento económico de Chile se ubicará también por debajo del promedio de este grupo de países, que anotarán una expansión de 2,5% entre 2024 y 2034.
Este 2,2% promedio para la próxima década está lejos del 4,2% que tuvo el país entre el 2000 y 2009 y del 3,3% que anotó el período 2010 y 2019. Y mucho más atrás de los crecimientos de inicios de los años 90. Entre 1990 y 1999, la actividad creció 6,1%.
Si se compara con los últimos 10 años ( 2014-2023), cuando la economía creció en promedio 1,9%, se completarán dos décadas creciendo en torno al 2%.
Para el corto plazo, el Consensus Forecasts subió por segundo mes consecutivo su proyección para el PIB de 2024. Si en febrero esperaba 1,8%, en marzo pasó a 2% y ahora a 2,3%. No obstante, la previsión se sitúa por debajo de lo que espera Hacienda de 2,5% y de la Encuesta de Expectativas Económicas del Banco Central, pero en el rango del Banco Central que está entre 2% y 3%. Ahora bien, para 2025 la bajó de 2,4% a 2,3%.
Los economistas consultados coinciden en que no hay elementos para pensar en que la economía pueda crecer más allá de 2% si es que no se hace ninguna reforma estructural que permita elevar el PIB tendencial, que es el de mediano plazo. Esto porque en caso que la actividad pueda crecer sobre ese nivel de tendencial generaría efectos colaterales como mayor inflación.
“Se reconoce para Chile un pobre crecimiento potencial hacia la próxima década. Esto debido a una productividad estancada y un débil desempeño para la inversión. No se ven por ahora señales que apunten a elevar la productividad”, sostiene el economista jefe de Bci, Sergio Lehmann.
El economista añade que “también se debe avanzar en la reducción de la permisología, y despejar la incertidumbre, ya que ambos factores limitan los incentivos para robustecer la inversión”.
Víctor Martínez, director ejecutivo del CIES-UDD, añade como argumento que “toda la información disponible indica que el PIB tendencial para la próxima década se situará en 2%. Este bajo crecimiento se atribuye principalmente a la débil recuperación de la participación laboral tras la pandemia y a las proyecciones que anticipan que el mercado laboral no experimentará mejoras en el próximo decenio”.
Además, el académico subraya que “la productividad ha registrado un crecimiento nulo en los últimos diez años y no existen indicativos de que esta tendencia vaya a cambiar en la próxima década. Estos factores sugieren que nuestra capacidad de crecer es bastante limitada”.
Tomás Flores, economista de LyD, puntualiza que “un crecimiento en torno a 2%, implica que en término per cápita, el ingreso por habitante crecería ligeramente por sobre el 1% lo cual es insignificante en comparación con el pasado reciente y lo observado en el resto del mundo”. Para Flores, “dada la caída de inversión de 2023 y 2024 es difícil que el crecimiento tendencial supere un 2% anual”.
¿Qué se debe hacer?
La receta para mejorar el crecimiento de largo plazo y en distintos seminarios y foros académicos se ha repetido en varias oportunidades: reducción de la permisología, menor incertidumbre e incentivos para la inversión y mayor productividad.
“Es urgente abordar la permisología, planteando objetivos aún más ambiciosos que los contemplados por el gobierno. Se requiere además dar señales de estabilidad y potenciar la productividad. Hace ya más de una década que se reconocen propuestas en esta línea, sin avances aún. Esto ha tenido, sin duda alguna, un enorme costo social para el país”, asevera Lehmann.
Martínez suma argumentos en esa dirección: “A corto plazo es urgente implementar medidas para impulsar la inversión. Entre estas, destaca la necesidad de asegurar una mayor estabilidad política, lo que hace esencial una reforma al sistema político”. El economista resalta también como una medida importante es el agilizar la gestión de proyectos de inversión a través de la reducción de los tiempos para los permisos sectoriales.
Para Martínez “es pertinente tomar medidas contra la violencia, que representa un factor adicional de incertidumbre para las inversiones. Sobre todo, en aquellas industriales”. Otra medida de corto plazo incluye mejorar “las fricciones en el mercado laboral, mediante políticas que incrementen la formalidad y fomenten la inclusión de la mujer en el mercado laboral, como avanzar en el proyecto de sala cuna”.
En cuanto a las medidas de largo plazo, sostiene que “se debe mejorar la cobertura y calidad de la educación, junto con fomentar la innovación mediante la importación de tecnología y capital humano avanzado a Chile”.
Y Flores subraya que “elevar el crecimiento tendencial implica más inversión, mayor ocupación y mayor productividad. Ninguno de esos tres elementos está presente en la agenda del gobierno”.
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