Aunque no es novedad señalar que el hombre es “un animal de costumbre”, este rasgo se ve agudizado cuando los hechos se suceden vertiginosamente y todo nos va pareciendo “normal”: el Presidente ya no nos sorprende con nada; ni hablar de la delincuencia; los disparates políticos son el pan nuestro de cada día… y así, suma y sigue. Pero en este contexto, así como hay realidades que resultan invisibilizadas, también hay personas que, conociendo dichas circunstancias, esconden la cabeza como el avestruz…
En ese tipo de situaciones destaca, a juicio de esta pluma, el “geriatricidio carcelario invisibilizado” que sufren centenares de octogenarios militares prisioneros en diferentes recintos carcelarios. Tal cual… «geriatricidio» (léase: genocidio geriátrico), que no es otra cosa que las acciones -deliberadas y sistemáticas- de discriminación, abuso y negligencia de las autoridades hacia viejos soldados… que sólo cumplieron con su deber.
Pasado medio siglo del 73, resulta impresentable que la sociedad política y la sociedad civil no reflexionen, en la actualidad, ante dicha realidad que se encuentra totalmente invisibilizada por aquellos que ocupan posiciones de poder, y que tienen no sólo la capacidad sino la obligación de hacer algo para buscar una salida humanitaria a este sádico acto de injusticia y venganza.
Todos sabemos que, a lo largo de la historia, las razones humanitarias nacieron como actos de compasión, de solidaridad y del deseo de aliviar el sufrimiento humano… En los griegos y los romanos encontramos miles de estos ejemplos; en la Edad Media y el Renacimiento fueron las órdenes religiosas y filantrópicas quienes prestaron ese invaluable auxilio humanitario, especialmente a las personas mayores…
Si las conductas humanitarias han sido históricas… ¿Cuál es la razón para que en la actualidad se les nieguen las razones humanitarias a esos viejos soldados, la mayoría de ellos con enfermedades terminales, otros absolutamente postrados, muchos sin saber realmente donde están… La respuesta es una sola, odio y venganza; en suma: sadismo.
Es ese sadismo que proviene del Marqués de Sade, (escritor francés del siglo XVIII) quien en sus obras estudia el placer que genera infringir dolor, humillación y sometimiento a quienes no tienen la capacidad de reaccionar; es ese sadismo el que define la conducta de nuestras autoridades judiciales y políticas porque, teniendo todas las facultades legales y administrativas para hacer algo noble, prefieren el “geriatricidio carcelario” y esconder la cabeza como el avestruz, porque así creen que invisibilizan el problema…
Finalmente, lo que esta pluma busca, con estas líneas, es advertir a sus leales parroquianos que, estando próximos a un proceso electoral, al momento de definir sus candidatos es importante tener en mente la posición que ellos y sus partidos han tenido sobre esta acción ilegal, injusta e indebida, contra más de 400 soldados que dieron libertad y progreso a nuestro país, y que hoy se encuentran prisioneros del pasado…
Sepan, señores políticos que han invisibilizado esta situación:… con los hombres invisibles no se juega a las escondidas.
Por Cristián Labbé Galilea
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