El jueves 2 de mayo, Gabriel Boric afirmó en una entrevista concedida a la Archi: “La situación es grave hoy día en Cuba, en donde se está pasando hambre y en donde es necesario levantar el bloqueo unilateral y avanzar en la democratización del mismo país”. No fue tanto lo que dijo, pero bastó para cruzar la línea roja establecida por los amigos más fieles del régimen cubano.
El PC le salió al paso de inmediato. El encargado de la tarea fue el diputado Boris Barrera: “Cuando el presidente habla de democratización, no sé a qué se refiere. Cada país tiene el sistema político que quiere y que se autoimpone (…). Los cubanos se han dado de una manera democrática y soberana el sistema político que tienen”. Enseguida, Luis Cuello, jefe de bancada de los diputados comunistas, remachó: “El pueblo de Cuba tiene el derecho a determinar su propio sistema político”.
Barrera y Cuello no se imaginan cuánto contribuyen con sus declaraciones a dejarles claro a los chilenos la adhesión incondicional de su partido al régimen que, por 65 años, ha ahogado todas las libertades en Cuba, ha empobrecido a la población y ha empujado al exilio a más de dos millones de personas. Es una burla que digan que los cubanos tienen derecho a determinar su sistema político cuando en la isla existe un partido único, en rigor un partido/Estado, que lo controla todo, y cuyo mayor nivel de eficacia está en la represión de los opositores.
El diputado Barrera dijo no saber a qué se refería Boric al hablar de la democratización de Cuba. Le creemos. Pero, pongamos el asunto en términos concretos: ¿qué opina él de que los cubanos puedan asociarse libremente en diversos partidos, de que tengan plena libertad de expresión, de que esté garantizada la división de poderes del Estado, de que se realicen elecciones libres y competitivas periódicamente, de que haya derecho a huelga, de que los cubanos puedan viajar sin restricciones, de que se termine la libreta de racionamiento, etc.? O sea, todo aquello que él parece considerar bueno para los chilenos, pero no para los cubanos.
En abril, viajaron a La Habana Lautaro Carmona, presidente del PC, y Bárbara Figueroa, secretaria general. En la ocasión, Carmona firmó junto al dirigente Roberto Ojeda, del PC cubano, un documento titulado “Acuerdo de Intercambio, Cooperación y Hoja de Ruta”, el cual, según el comunicado oficial, se propone fortalecer y ampliar las históricas relaciones de amistad, cooperación y solidaridad, así como “trazar acciones concretas para poner en práctica dicho acuerdo”.
En las fotos difundidas, los firmantes aparecen levantando unas carpetas encuadernadas, junto a una mesa con las banderas cubana y chilena, lo que da a entender que el documento tiene gran trascendencia. A fin y al cabo, fue suscrito por los únicos partidos comunistas que siguen existiendo en América Latina, y que, cómo no van a celebrar, se encuentran en el poder.
No sabemos qué implica el texto firmado para las prioridades políticas del PC, pero Bárbara Figueroa dijo al regreso que la reunión en La Habana “fue una potente señal hacia nuestra militancia y el mundo de izquierda”. Potentísima, sin duda, y clarificadora para el país entero. El PC no se preocupa mayormente cuando las críticas apuntan al régimen de Daniel Ortega; se inquieta cuando afectan al régimen de Nicolás Maduro; pero, reacciona como si lo agredieran directamente cuando las críticas se dirigen contra el régimen cubano, a cuya cabeza figura hoy un representante de la oligarquía fundada por Fidel Castro.
¿Cuáles pueden ser las motivaciones del compromiso del PC con un régimen que no trajo ni libertad, ni prosperidad, ni igualdad a Cuba? Es ampliamente sabido que, al tratar de huir de la opresión y el hambre, muchos cubanos han muerto en las aguas del Caribe. Tienen que ser, entonces, muy poderosas las razones que explican una relación tan estrecha del PC con aquel régimen oprobioso, porque incluye la disposición de poner la cara por cualquier cosa que haga.
Extrañamente, los diputados que le salieron al paso a Boric no mencionaron la palabra “socialismo” para defender a Cuba. Es como si reconocieran que, después del derrumbe del mundo soviético, la palabra socialismo perdió brillo como referencia a un sistema socialmente superior, con derechos fundamentales garantizados, igualdad verdadera, gobierno del pueblo, etc. Pero, si el socialismo se esfumó, ¿qué es lo que entonces les gusta tanto de la realidad cubana? Está a la vista: el dominio absoluto del PC. Sin plazos. Sin límites.
El ministro Elizalde le consiguió la presidencia de la Cámara de Diputados al PC, para lo cual quizás tuvo en cuenta la conveniencia de generar una deuda que puede cobrarse en el futuro. Sin embargo, pensando en el interés nacional y en la necesidad de afianzar el régimen democrático, mucha gente se hace esta pregunta: ¿puede sobrevivir en los próximos años la alianza entre quienes parece que desean ser vistos como socialdemócratas, y quienes están unidos a muerte con la dictadura cubana? Es indispensable saberlo.
Por Sergio Muñoz Riveros, analista político, para ex-ante.cl
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