Es natural que a medida que pasa el tiempo se vayan olvidando recuerdos.
Sin embargo, existen ciertas acciones que afectan a la salud mental y contribuyen a que se deteriore la memoria con el transcurso de los años.
Recientemente, el neurocientífico y director del Laboratorio de Memoria Dinámica de la Universidad de California, Charan Ranganath, enumeró una serie de hábitos que la mayoría de las personas tienen incorporados, pero que pueden ser perjudiciales en este ámbito.
Según aseguró a la BBC, para proteger la memoria es clave cambiarlos a tiempo.
Estos son los puntos que mencionó.
1. No dormir lo necesario
El también autor del libro Por qué recordamos: la nueva ciencia de la memoria (Ediciones Península, 2024) recalcó que el sueño cumple con un rol restaurador, por lo que es necesario descansar la cantidad de horas suficientes.
Explicó que, en el caso contrario, “la función frontal del cerebro se reduce, lo mismo que su nivel de tolerancia al estrés; y, por lo tanto, no es capaz de enfocarse debidamente”.
“Durante el sueño, la memoria se reactiva y eso es a lo que muchos atribuyen el origen de los sueños (…) Dormir facilita la retención de información que hemos aprendido”, declaró al citado medio.
Para poder conciliarlo, sugirió no usar teléfonos ni computadores antes de ir a dormir, además de hacer el quite a la cafeína, el alcohol y las comidas pesadas en las horas previas.
2. Realizar varias acciones a la vez
Este fenómeno, también conocido como multitasking, puede ser perjudicial para que se mantenga la memoria.
Ranganath aseguró que “la corteza prefrontal nos ayuda a centrarnos en lo que necesitamos hacer para alcanzar nuestros objetivos, pero esa maravillosa capacidad se empantana si saltamos continuamente de un objetivo a otro”.
Junto con ello, a modo de ejemplo, detalló que hacer tareas como leer un correo electrónico mientras se está en medio de una reunión contribuyen a que después no se recuerden los contenidos que se abordaron en ambos espacios.
No obstante, dijo que una excepción puede ser cuando las actividades en cuestión están relacionadas entre sí.
Por ejemplo: “Si estás horneando un pastel, tienes que precalentar el horno y luego volver a hacer la masa (…) si unes todas esas tareas en una grande, serás capaz de hacerlo”.
3. Llevar una rutina monótona
Pese a que es común que se cumpla con una serie de responsabilidades a lo largo de la semana, el neurocientífico enfatizó que una monotonía constante puede afectar en la preservación de la plasticidad cerebral.
Aquello se debe, según precisó, a que las experiencias asociadas a emociones como el miedo, la sorpresa, la felicidad o el deseo, entre otras, son capaces de liberar sustancias químicas que terminan en las neuronas.
Entre estas se encuentran la adrenalina, la dopamina, el cortisol y la serotonina.
“La plasticidad en el cerebro nos ayuda a realizar tareas, en especial las que son repetitivas, de manera más eficiente”, dijo a la BBC.
En este sentido, planteó que actividades como cambiar una clave que se tenía desde hace tiempo (y recordar la nueva) contribuyen a enfrentar esa monotonía.
Así, “tendrás a las neuronas que tenían guardada la vieja contraseña peleando con las que tienen la nueva”, agregó Ranganath.
4. Confiar en la idea de que no se enfrentarán problemas a la memoria
El especialista fue enfático al decir que muchas personas “creen que es muy buena hasta que en algún momento de sus vidas se dan cuenta de que no es así”.
Eso sí, hizo hincapié en que “el propósito de la memoria no es recordar el pasado, aunque pueda hacerlo, sino tomar la información importante del pasado que necesitamos para entender el presente y prepararnos para el futuro”.
Para entrenarla, sugirió que una acción sencilla que puede aplicarse es tratar de recordar el nombre de una persona unos minutos después de que te la presenten.
“Cuanto más espaciados sean estos intentos, mejor”, afirmó.
También recomendó medidas como cuidar los hábitos de sueño, tomar acciones para controlar los niveles de estrés, poner atención a aspectos como la alimentación y entrenar para estar en forma.
Sobre estos últimos puntos, el neurocientífico manifestó: “La dieta mediterránea ha demostrado tener muy buenos resultados a la hora de favorecer la salud mental (…) El ejercicio físico, en particular el aeróbico, es bueno porque aumenta la secreción de sustancias que incrementan la plasticidad y mejoran la vasculatura del cerebro”.
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