El día 8 de mayo, el jefe de adquisiciones de la Fuerza Aérea Andrew P. Hunter, afirmó frente a un grupo de legisladores que el proceso de modernización nuclear de la Fuerza Aérea de los EE.UU. en su rama aérea (frente a los retrasos en el componente terrestre) está avanzando considerablemente. Esto implica que dos de sus componentes más relevantes, a saber, los nuevos bombarderos B-21 y los misiles nucleares AGM-181 LRSO, están siendo evaluados de forma exitosa para garantizar su integración.
En palabras de Hunter, frente a las consultas del legislador de Arkansas, Tom Cotton: “Está haciendo (refiriéndose al B-21) aquello para lo que están diseñados los programas de pruebas de vuelo, lo que nos ayuda a conocer las características únicas de esta plataforma, pero de una manera muy, muy efectiva (…) me siento alentado por cómo está progresando”.
Como es de suponerse, los detalles de las pruebas son mantenidas en un entorno fuertemente hermético, conociéndose tan solo algunas cuestiones básicas acerca del nuevo avión B-21, apodado Raider. Su primer vuelo fue realizado en noviembre del 2023, aunque sin realizar ningún anuncio previo al público, siendo la primera aeronave de sexta generación en volar. Su producción inicial de bajo ritmo ha comenzado en enero del presente año habiendo adjudicado la USAF un contrato a Northrop Grumman, pero aún se desconocen los montos estipulados y unidades solicitadas en el contrato, suponiéndose una cantidad cercana a las 100 aeronaves según declaraciones de un vocero de la USAF.
En suma, se conoce que los B-21 Raider será el reemplazo de dos clases de antiguos bombarderos de la USAF, a saber, los B-1 Lancer y los B-2 Spirit. En esa línea puede inferirse que su misión principal será mantener la disuasión estratégica nuclear de los EE.UU, siendo capaz de realizar incursiones profundas en territorio enemigo dadas sus cualidades furtivas. Respecto a los plazos para alcanzar la capacidad operativa, la información sugiere que se espera lograr dicho objetivo para el 2025.
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