El mes de mayo está siendo muy tormentoso en cuanto al Sol se refiere. El planeta Tierra fue sacudido por la mayor tormenta solar en décadas. Una poderosa tormenta solar iluminó los cielos de todo el mundo (incluidos los cielos de España), con intensas exhibiciones de auroras. Lo habitual es que las auroras boreales tengan lugar en zonas cerca de los polos, pero bajo ciertas condiciones, es posible ver auroras en nuestro país. En este caso, se mostró una aurora boreal de color púrpura visible tanto en Andalucía, como en Madrid o Cataluña. Sorprendentemente, los efectos de esta tormenta solar se sintieron mucho más allá de la atmósfera de nuestro planeta: llegaron hasta el fondo del océano.
Una poderosa tormenta solar
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) dijo que ha habido efectos e impactos mensurables de la tormenta geomagnética pero que, hasta ahora la NOAA no ha recibido informes de daños importantes por esta tormenta geomagnética G5 (la primera que azota el planeta desde 2003).
El centro de investigación y observación de océanos Ocean Networks Canada ha equipado las profundidades del océano con instrumentos sofisticados que sirven como ojos y oídos para los científicos que estudian los procesos ocultos en las profundidades de nuestro planeta. Ubicados a una profundidad de hasta 2,7 kilómetros debajo de la superficie del océano, estos avanzados observatorios submarinos han detectado recientemente perturbaciones significativas en el campo magnético de la Tierra.
Los observatorios submarinos de la ONC pudieron registrar los impactos de la intensa tormenta solar que afectó a la Tierra este mes y los datos indicaron «distorsiones temporales» en el campo magnético de la Tierra, lo que muestra el tremendo alcance que pueden tener estos eventos solares en nuestro planeta. Los observatorios submarinos -ubicados en las costas de Canadá- revelaron movimientos que oscilaban entre +30 y -30 grados, lo que confirma la tremenda influencia de la tormenta solar incluso a profundidades tan remotas. (Sus datos deben comprobarse diariamente para garantizar el control de calidad). Los científicos descubrieron que las desviaciones máximas en las agujas de la brújula coincidían con las auroras más activas y coloridas.
Un bombardeo solar suficientemente intenso podría provocar una tormenta geomagnética que expulsaría a los satélites de su órbita, podría llegar a cortar los cables submarinos que unen Internet y sumergiría al mundo en la oscuridad con apagones masivos debido al colapso de las redes eléctricas. Por el momento, ninguna de las tormentas geomagnéticas de los últimos tiempos ha provocado nada de esto -gracias a la planificación pública y privada-, pero los expertos dicen que no hemos de bajar la guardia. La última tormenta solar no estuvo ni de cerca de las tormentas solares más potentes de la historia.
¿Qué es lo que depara el futuro?
La actividad solar continuará ascendiendo durante este y el próximo año debido a que nos encontramos en el momento de máximo solar del ciclo de 11 años de nuestra estrella. El sol desata erupciones solares cuando la energía magnética que se acumula en nuestra estrella se libera repentinamente. Las erupciones solares suelen ir acompañadas de la liberación de burbujas gigantes de material solar, conocidas como eyecciones de masa coronal (CME).
A partir de ahora, sería posible que el Sol lanzase una emisión de masa coronal de gran nivel, aunque sigue habiendo muchas diferencias a si comparamos cómo estaba la civilización en 1920 y cómo está ahora.
Antes no existía la tecnología o la capacidad para monitorear cuándo se produciría una gran emisión de masa coronal en dirección a la Tierra. No había posibilidad de previsión o prevención, pero actualmente, la NASA, por ejemplo, cuenta con una flota de satélites de observación del sol que monitorean continuamente su estado y nos avisan si se avecina una tormenta solar con tiempo suficiente para que los sistemas no se sobrecarguen y puedan soportar la energía adicional que les llega por la tormenta solar. Si sucede algo (pérdida de GPS o estaciones de radio), sería poco tiempo, ya que el mundo entero trabaja para protegerse contra este tipo de eventos.
El plasma solar también puede calentar las capas atmosféricas superiores del planeta, haciéndolas hincharse y potencialmente arrastrar hacia abajo los satélites en órbita terrestre baja, según la NOAA. Y ahora que contamos con brújulas magnéticas en el fondo del océano también sabremos qué veremos cuando se registren perturbaciones similares durante futuras tormentas solares. Y los datos pueden ayudar a los científicos a comprender exactamente cómo se ve afectada la Tierra cuando una de estas tormentas se acerque.
«Los próximos dos años serán el pico del ciclo solar de 11 años. Después de una década de relativa inactividad, es probable que los eventos de auroras como el fin de semana pasado se vuelvan más frecuentes en los próximos dos años, aunque la variabilidad solar hace que la predicción sea precisa Tales eventos son imposibles», apunta el físico Justin Albert de la Universidad de Victoria en Canadá. «La red de ONC podría proporcionar una ventana adicional muy útil a los efectos de la actividad solar en el magnetismo terrestre de la Tierra».
¿Podría una erupción solar destruir nuestra civilización? No, pero sí complicarnos un poco las cosas durante un corto periodo de tiempo (quizá quedarte sin móvil e Internet unos días) si no hay una excelente planificación de contingencia antes. Pero nada apocalíptico.
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