Menos del 40% de las personas que toman un crédito conocen la tasa de interés del producto contratado, según encuestas realizadas por el Banco Central. Además, indicadores de alfabetización financiera del Banco Mundial han situado a Chile por debajo de países como Rusia o Rumania, demostrando el bajo nivel de comprensión que se tiene acerca de conceptos de economía personal.
Estos datos confirman las carencias que presenta Chile en materia de educación financiera, siendo los segmentos de menor educación formal y de ingresos más bajos los más afectados. Así lo afirma Pablo Targarona, director de la Escuela de Administración y Negocios de la Universidad Bernardo O´Higgins (UBO), quien destaca que este tema se debe trabajar a temprana edad con foco en niños y jóvenes.
“Estos últimos, quienes tienen entre 18 a 24 años, acceden a oportunidades de endeudamiento, por lo que pueden incurrir en gastos excesivos o mal orientados, repercutiendo en a lo largo de su etapa adulta donde van perdiendo su libertad financiera”, comenta el experto.
Y si bien Chile ha dado pasos importantes para subsanar este problema gracias a la incorporación de contenidos relacionados con educación financiera, a través de la Ley General de Educación 21.092 desde el año 2018, el docente de la UBO asegura que aún queda un largo camino por recorrer para ver sus efectos. “Se requiere educar continuamente a los docentes de enseñanza básica y media que imparten estas clases a fin de que transmitan estos asuntos de forma filosófica, con altura de miras y desde su ejemplo puedan ir educando”, dice Targarona.
Una buena enseñanza
¿Cómo educar a niños y jóvenes sobre estos temas? ¿En qué aspectos se debe poner especial atención? El especialista asegura que más allá de indicar cuáles son los tipos de bienes necesarios a la hora de comprar, es fundamental inculcarles la importancia de hacer una reflexión profunda y filosófica en torno al concepto de felicidad, determinación a largo plazo que facilite un consumo consciente.
“La idea es que tanto niños como jóvenes puedan controlar y manejar sus deseos de consumo en medio de un contexto donde existe un “bombardeo” de publicidad dominada por estereotipos sociales y los llamados influencers. Estos últimos, muchas veces, incentivan compras innecesarias que van de la mano con sus estilos de vida de lujos y consumo, lo que puede llevar a que los jóvenes se endeuden excesivamente para imitar y alcanzar esos estándares de vida”, sostiene el docente universitario.
A ello añade que algunas acciones de los padres pueden atentar contra las nociones de educación financiera que debiesen tener sus hijos. Esto lo ejemplifica argumentando que, al estar muy inmersos dentro del sistema de libre mercado, los padres también pueden incurrir en conductas consumistas, de carácter cortoplacistas y de endeudamiento excesivo que transmiten a sus hijos, las que a largo plazo generan efectos negativos.
Como desafío, el académico de la UBO cree que se deben fortalecer políticas públicas para seguir mejorando la educación financiera desde las edades tempranas.
“Además de la incorporación de estos asuntos en la Ley General de Educación 21.092, se debe realizar un seguimiento a la formación continua de los docentes, para que se mantengan actualizados respecto a los alcances de la educación financiera”, precisa Targarona, agregando que los profesores pueden influenciar positivamente tanto a niños como a jóvenes sobre el valor del consumo responsable, los límites del sistema de libre mercado, así como sobrellevar proyectos de vida con sentido a largo plazo.
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