No fue el inicio esperado de Francia en esta Eurocopa, victoria por la mínima y contratiempo serio para lo que está por venir. El día que Mbappé, vestido de blanco, conoció a Gil Manzano, no cambió su suerte en la Eurocopa. Cinco partidos (los cuatro de 2021 más este), 17 disparos y cero goles. Uno menos que Carvajal. Y de bonus, posible nariz rota. Se marchó del campo en el 90 sin dejar de sangrar tras un golpe con Danso.
Fue bastante mejor en una primera mitad en la Mbappé perdonó dos manos a mano. Uno al inicio, en el minuto 8, y otro al final, en el 43. En el primero, Pentz le detuvo un disparo algo mordido al palo corto. En el segundo, se embolicó con la pelota y el portero del Brondby le acabó quitando el balón, la tostada y la mantequilla.
Francia jugó con Kanté y Rabiot en el doble pivote. Uno está medio jubilado en Arabia y el otro en la peor Juventus de lo que llevamos de siglo. Qué beberá Deschamps para tenerlos en su cabeza por delante de Tchouaméni y Camavinga. En el caso de Aurélien, tiene la excusa de que está saliendo de lesión, pero pasan los años y Didier, pese al levantar el Mundial de 2018, siempre da la sensación de no sacarle todo el jugo al zumo de Francia. Imagínense esta generación de futbolistas en manos de Luis Aragonés. O de Ancelotti.
El 0-1 vino justo después de la mejor ocasión austríaca. En el 36, Gregoritsch y Sabitzer volvieron locos a la defensa gala y cuando Upamecano, Saliba y Theo se quisieron dar cuenta, Baumgartner estaba solo ante Maignan. Decisivo pie del portero del Milan ante el disparo del mediocentro del Leipzig. Y error de Gil Manzano, que no señaló córner ante la indignación de los centroeuropeos.
Indignación y lamento al cuadrado solo un minuto después, cuando el central Wöber, de lejos lo más flojo de Austria, remató un suave centro de Mbappé hacia su propia portería. Lo hizo sin oposición alguna. De donde no hay no se puede sacar.
La segunda mitad fue un bonito correcalles que se inició con el tercer mano a mano del partido para Mbappé. Otra vez agua. Fue el más claro, tras una carrera desde el centro del campo en la que les quitó las pegatinas a los dos centrales austríacos. Delante de Pentz, la tiró, incomprensiblemente, fuera. La tuvo también Griezmann, que no llegó a remachar un centro a puerta vacía. Y Koundé, en un remate sacado bajo palos.
Austria llegaba bien por bandas y también generaba peligro en el balón parado, pero el desenlace era el mismo que el de Serbia ante Inglaterra o Albania frente a Italia. Les falta colmillo, que es lo que sobra a Francia, pero los galos no meten miedo. Y podrían perder a Mbappé.
/Escrito por Rubén Cañizares para ABC de España
/José Pablo Verdugo