En el marco de un escenario, como el europeo y americano, tomado por el fútbol, es bueno recordar una frase que se ha perpetuado en nuestro país, y que fue pronunciada por Carlos Dittborn, un dirigente deportivo y funcionario bancario: dirigiéndose a los delegados nacionales reunidos una asamblea de la FIFA en Lisboa, les dijo que “Chile quiere organizar la Copa del Mundo (1962) porque como nada tenemos, queremos hacerlo todo”. Fue tan conmovedor e impactante dicho mensaje que, al votarse la sede de la competencia, una mayoría lo hizo por nuestro país por sobre candidaturas de auténticas potencias y, ya a esas alturas, modelos de desarrollo.
Qué abismante contraste entre aquella promesa, y cumplida, de un país pueblerino que quería asomarse al desarrollo a través de una competencia deportiva, con el compromiso de campaña del Frente Amplio y del Partido Comunista para llegar a La Moneda en diciembre de 2021: “como todo lo que hay en Chile no sirve y es malo, hay que hacerlo de nuevo”.
Aquella modesta pero emotiva convocatoria de Dittborn no sólo tuvo eco en el resto del mundo del fútbol, sino permitió dejar en el país estadios nuevos, otros refaccionados, una villa de departamentos, crear la TV y una instalación deportiva que, desde aquella fecha a la actualidad, continúa siendo el sitio de concentraciones y entrenamientos de las selecciones nacionales.
En cambio, la oferta revolucionaria del progresismo criollo de echarlo todo abajo para hacerlo de nuevo, “partiendo de cero”, se quedó sólo en eso, en una oferta que sólo atrajo a una minoría, y que fue rechazada por 8 millones de chilenos. Así y todo, ha conducido a la población a vivir su peor experiencia social.
La única huella progresista aún perceptible es la de su lenguaje propio de erróneos vocablos surgidas en la víspera y desarrollo de la temible Convención Constitucional. En su fracasado texto quedaron escritas palabras para el “nuevo Chile”, como éstas: “territorio”, pues el país tendría varios de ellos con similar importancia y poder; “afectación”, la que no es sinónimo de daño o perjuicio, y “levantamiento”, utilizado en vez de creación, realización u organización. Son sólo tres ejemplos de su precaria intelectualidad: el Presidente y la Vicepresidenta carecen de grados académicos.
El progresista colombiano de visita en Santiago, Gustavo Petro, saludó y felicitó a la senadora Isabel Allende (PS) “por sus lindos libros”. La novelista del mismo nombre se hallaba en su residencia de Miami.
Según Gustavo Crego, un abogado argentino experto en Derecho de Propiedad, “desde el punto de vista de la ciencia, la vida se define como la capacidad de administrar los recursos internos de un ser físico en forma adaptada a su medio”. La característica esencial del progresismo es su desadaptación con el resto: son ellos o ellos, y nadie más. Calificado de “malo, vago y borracho” por el ex Vicepresidente de Venezuela, Diosdado Cabello, el Presidente de Chile ni se inmutó, ello por la hermandad ideológica entre ambos Gobiernos.
Desde su perspectiva, Crego dice que “hay una gran diferencia entre ‘lo que digo que hay que hacer’ y ‘lo que hago’, y entre ‘lo que impongo hacer’ y ‘lo que hago’. Queda claro que el progresismo criollo no hizo lo que dijo ni pudo imponer lo que quería. Consecuencia: un fracaso total, que lo tiene haciendo sus valijas para partir, y ojalá por muchísimos años.
Anthony Giddens, un sociólogo londinense, considerado el teórico social contemporáneo más importante de Gran Bretaña, escribió que algunas personas se sienten más motivadas a seguir su propio camino. De esta forma, dice, desafían a las reglas y se niegan a someterse a lo que otros han planificado y concretado para ellos. Advierte que “el precio que se paga por este egoísta voluntarismo es elevado”, y de ello dan fe nuestras autoridades de Gobierno y sus seguidores, cada vez en número más reducido. Hoy, un 68% dice “no estar dispuesto a votar” por candidatos progresistas en las próximas elecciones municipales.
De acuerdo con los escritos de Giddens, “quienes se arriesgan a ir contra la corriente se encuentran con la falta de apoyo y aliento de, incluso, sus más cercanos”. Se calcula que Gabriel Boric perdió el 25% de los votos que lo llevaron a la Presidencia y un 48,7% considera “muy malo” su Gobierno, condena que incluye por asociación a su pacto frentista/comunista.
Estas aseveraciones hacen inevitable una interrogante: si éste es el diagnóstico y es, también, una realidad irrebatible, ¿por qué el progresismo boricista persiste en imponer en la sociedad chilena lo que ésta no quiere? ¿Por qué la persistencia de hacerlo “a su manera” cuando ya se quedó sin un cómo y sin un por qué? Es el estilo de esta gente, comprometida entre ella, pero indiferente a los avatares de los demás. Siendo personas de entes del Estado las causantes, el Gobierno dejó botados a los damnificados de los incendios forestales, y más recientemente calificó de un simple “error comunicacional” de la empresa fiscal de ferrocarriles la inédita e inaudita colisión frontal de dos trenes en San Bernardo por transitar ambos, y en sentido contrario, por la misma vía (¡¡!!).
A propósito de las inclementes lluvias, la ministra del Interior, Carolina Tohá -que no pudo titularse de abogada en la Universidad de Chile- anunció el envío de una ley que obligará a los damnificados por inundaciones a abandonar sus lugares de residencia, ello en vez de prometer iniciativas de obras públicas destinadas a impedir o, al menos, atenuar los efectos originados por fenómenos naturales. Señal inequívoca del ningún respeto del progresismo por los derechos y las libertades de modestos pobladores que no quieren dejar en manos de delincuentes sus propiedades y animales.
El INDH, instrumento ideológico legalista del PC, salió descaradamente a proteger a su militante alcaldesa de Santiago, querellándose por “tráfico de influencia” en contra de un adversario político que le salió al camino en su propósito de mantenerse en el cargo. Excepto los más radicalizados del Gobierno, desde todos los ámbitos condenaron una acción judicial que casi resulta para la risa, pero ampliamente difundida por el brazo comunicacional marxista, disfrazado de “centro de investigaciones”.
Tras no cumplir su promesa que -a cambio de votos para su elección- daría miles de permisos municipales a los ambulantes, ahora la jefa comunal arriesga su reelección, pese a estar regalando gift card a los vecinos como un solidario cohecho.
El comunismo defiende a muerte a sus núcleos de poder, y no en vano le colocó como jefe de gabinete a Marcos Barraza, uno de sus ‘cerebros’ y quien manejó a su amaño la Convención Constitucional. Ello, al margen de otros 90 militantes que ingresaron directamente a jefaturas.
No puede olvidarse que fue la actual alcaldesa la que intentó defraudar al Fisco en más de $ 5 mil millones de sobreprecio por una propiedad, supuestamente, destinada a un CESFAM. Tramposamente, dos veces intentó inscribir el edificio, tasado en $ 2 mil millones, en el Conservador de Bienes Raíces, el que rechazó su ingreso. Así y todo, el entonces Contralor General, afín a la izquierda, sentenció que no hubo delito “porque éste no se configuró”. O sea, al que no le resulta un robo, deja de ser ladrón.
El 2 de octubre de 2020, un vándalo atacante de un carro policial, en su fuga cayó al río Mapocho desde el puente Pío Nono. A raíz de ello, la Justicia encomendó a la fiscal Ximena Chong, una ultra enemiga de los carabineros por haber sido ‘adversarios’ de sus dos hijos, activos ‘primera línea’ de la revuelta del 2019. Rápidamente expulsado de las filas “por cuasi delito de homicidio”, el carabinero Sebastián Zamora siempre alegó su inocencia, lo que fue confirmado -hace poco- en tribunales, pues la “víctima” no identificó a su supuesto agresor y no recordó con nitidez las circunstancia en que cayó al lecho. Además, un peritaje de la PDI concluyó que el ex funcionario nunca empujó al violentista.
Por su perenne odiosidad hacia Carabineros, en su lectura de cargos, Chong afirmó que “Zamora le hizo un tackle” al joven “luchador social”, “lanzándolo al río”. Infinita ignorancia la suya: en español tacklear significa “agarrar” o “detener el avance”, precisamente lo opuesto a empujar.
En la carpeta investigativa del caso, nunca se consignó el episodio posterior a la caída del joven (16) progresista: sus compinches se lanzaron al lecho para “limpiar” su mochila, huyendo con piedras, balines, una hondera, un cuchillo y una botella con ácido.
El estilo de actuar progresista parte de la base de no respetar el derecho de los otros: en la actualidad hay 6 mil propiedades del Estado tomadas ilegalmente: sólo 8 se encuentran en proceso judicial, y sobre el resto no existen iniciativas para recuperarlas, siendo que los bienes del Fisco son consecuencia de los impuestos que pagan diariamente todos los chilenos.
El lema progresista “¡qué me importa a mí!” quedó recientemente en evidencia por las decisiones de la Delegada Presidencial de Valparaíso y de la alcaldesa de Viña del Mar, al mandar a la calle a los residentes y propietarios de los edificios afectados por socavones en Cochoa y en Reñaca. Incluso, el gobierno regional se hizo cargo de la seguridad y fueron saqueados en una sola noche 21 departamentos. Todo lo que en ese lugar ha ocurrido es responsabilidad estatal: los que dieron los permisos de construcción y los encargados de la evacuación de aguas lluvias. La única inocente es la comunidad y resulta que paga penitencia por un pecado que no cometió.
El progresismo, acá y donde sea, valida exclusivamente su propia voluntad, y si es necesario el uso de la violencia, lo hace y la valida. Así quedó demostrado con el fallido intento de toma del liceo Victorino Lastarria, con su rector rociado con bencina, listo para prenderle fuego.
La Educación que estos fanáticos entienden como tal, es la ‘intervenida’ por el PC a partir de los 60, con su lavado de cerebros, primero, a los estudiantes de Pedagogías y, luego, el adoctrinamiento de los profesores a sus alumnos. La perseverancia del militante ministro del ramo, Nicolás Cataldo, -un “luchador social” durante la revuela del 2019- por pintar de rojo los currículos es una cuestión de lógica: el marxismo aspira ahora a acentuar la distorsión de la enseñanza, e incluso, para ello, propone que sea el MINEDUC el que asuma el rol natural, tan distinto como insustituible, de la familia. “Esa etapa la asumiremos nosotros” dice Cataldo, en una clara contradicción con el argumento comunista de rebajar las horas laborales “para que los trabajadores puedan disfrutar más tiempo con sus familias” …
Hoy en el país, las caras visibles y protagónicas de esta fracasada intentona revolucionaria son el Frente Amplio y el Partido Comunista, y fueron de éstos los únicos diputados presentes en la Cumbre Chavista donde se acordó y planificó el Golpe de Estado de octubre de 2019, y ello con el objetivo inmediato de sustituir el Estado de Derecho, aún vigente, por otro totalitario marxista, igual al de Cuba, que se encuentra hoy al borde de un definitivo colapso económico por la crisis de su única fuente productiva, la caña de azúcar.
Los hambrientos y famélicos habitantes de la isla no cuentan para sus autoridades: en el progresismo, quienes únicamente mejoran sus niveles de vida son sus cúpulas, siempre siniestras y abusivas. Para allá iba Chile, pero el viaje se acabó estrepitosamente un histórico 4 de septiembre.
/Escrito Por Raúl Pizarro Rivera para El País Digital