Desde hace tiempo, es “un secreto a voces” que en la justicia las cosas no andan muy bien que digamos. Cada cierto tiempo se conocen situaciones con visos de corruptela, tráfico de influencias, cohechos, prevaricaciones, etcétera, etcétera, pero, qué curioso, desaparecen vertiginosamente de los medios de comunicación; debe ser porque muchos (especialmente los abogados) piensan que… ¡con los jueces, mejor ni meterse!
Pasó con “el caso Hermosilla”, y con tantos otros que han quedado en el olvido. Sin embargo, en estos días se supo de uno que ha causado “un tsunami” en el Poder Judicial: la filtración de mensajes telefónicos dando a conocer, entre otras cosas, gestiones y “ofertones” para lograr nombramientos en distintos cargos judiciales, ha desatado una crisis en la Corte Suprema que no será fácil apaciguar.
Una vez más la ciudadanía se ha enterado por la prensa de casos de corrupción, conflictos de intereses, y faltas a la probidad en la designación de cargos en el sector justicia, llámense Ministros de Corte, jueces, fiscales, notarios, incluso abogados integrantes. A todas luces, lo sabido es una evidencia de algo que no sólo se sospechaba, sino que se tenía por cierta: la justicia está altamente politizada.
Lo anterior es demasiado grave, porque reviste una vulnerabilidad en la institucionalidad republicana, y porque genera una fundada sensación de injusticia y desconfianza en la ciudadanía, cuando comprueba que parte de los miembros de la justicia están comprometidos con determinadas posiciones políticas o ideológicas, lo cual representa una abierta contradicción con lo que debiera ser “la quinta esencia” de una sociedad justa: la independencia del poder judicial.
Muchas vueltas se han dado los responsables de enfrentar este problema: plenarios y más plenarios, conversaciones informales y al oído, y quizá cuantos contubernios más, ¿para llegar a qué?, a convocar a una Comisión de Ética que, dicho sea de paso, “dormía el sueño de los justos” desde hace años, y que ahora se limitará a: “abrir un ´cuaderno reservado´ sobre la materia; y, al finalizar su trabajo, deberá entregar al pleno de la Corte Suprema un informe que, después de tres meses de entregado, será destruido”. (Ex Ante 24 jun) … ¡PLOP!
Sin ser pitonisa, esta osada pluma se atreve a aventurar que “no se verá nada nuevo bajo el sol de los tribunales”, porque primará el precepto bíblico “el que esté libre de pecado, que lance la primera piedra”. De hecho lo advirtió una de las autoridades cuestionadas: “a ninguno de ustedes los nombró el Espíritu Santo” … A buen entendedor pocas palabras, ¡Mutis por el foro!
Por último, aunque duela decirlo, es poco probable que estas prácticas sean enmendadas. Nos falta mucho como país para que vivamos en un auténtico Estado de Derecho, que es la forma perfecta de convivencia social. Todo indica, lamentablemente, que la justicia seguirá manipulada por quienes buscan aprovecharse de ella. Demás esta decirlo: “Buena es la justicia… si no la tuerce la malicia”.
Por Cristián Labbé Galilea
/psg