La vida inteligente debería ser abundante en el universo. Sería increíblemente improbable que nosotros aquí en la Tierra fuéramos la única excepción que desafía a millones de mundos habitados nada más por rocas y montañas. Hasta el momento, nuestra imprudente búsqueda por criaturas similares a nosotros provenientes de otros planetas no ha dado frutos. Sin embargo, este tema fascina tanto a novelistas como a científicos. Carl Sagan ostenta ambos oficios, por lo que sus opiniones sobre este asunto son particularmente valiosas.
El icónico astrónomo dedicó su vida a popularizar la ciencia, explicando fenómenos complicados de manera sencilla, sin abandonar el rigor científico en ningún momento. Afirmó que la existencia de múltiples civilizaciones extraterrestres era algo bastante probable, debido a la enorme cantidad de planetas que existen, muchos de ellos con todos los ingredientes necesarios para la vida. Junto con los millardos de años que han pasado desde el supuesto comienzo del universo, tiempo más que suficiente para que muchísimas criaturas nacieran, evolucionaran y prosperaran.
Sin embargo, lo interesante no es que aquellas criaturas no humanas existan, sino que sea posible comunicarnos con ellas o, mejor aún, que ya hayan visitado nuestro planeta. Carl Sagan niega que esto haya sucedido, ya que no existe ninguna evidencia contundente que nos permita afirmar que algún extraterrestre haya hecho contacto con la humanidad. Por esa razón, lo que podemos hacer ahora mismo es especular acerca de qué pasaría si alguna vez esto llegara a pasar. Esta opinión del astrónomo es fascinante.
La hermandad de la humanidad
Como explora el maestro de los cómics Alan Moore en Watchmen, su obra maestra, sería posible que los seres humanos dejaran sus diferencias a un lado si tuvieran que enfrentarse a una amenaza extraterrestre. Las fronteras, etnicidades e ideologías que nos dividen dejarían de tener sentido ante la revelación de que no estamos solos en el universo, obligándonos a convertirnos en aliados de cada miembro de nuestra especie. Esto es lo mismo que diría el Presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan en un discurso en la ONU. De hecho, él y Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética, acordaron pausar la Guerra Fría para trabajar juntos en caso de una invasión extraterrestre.
Carl Sagan propone algo muy similar, pero argumenta que no sería necesario que los aliens representen una amenaza, bastaría con saber que otros seres inteligentes existen allá afuera. Si la humanidad llegara a recibir un mensaje de una civilización extraterrestre, esto pondría en perspectiva nuestros conflictos, así tomaríamos consciencia de que vivimos en un universo enorme, y que tenemos mucho más en común entre nosotros como habitantes de un mismo planeta que con criaturas provenientes de otros sistemas solares.
Estos tres ejemplos provienen de los años ochenta, la década en que la Guerra Fría llegaría a su clímax, enfatizando en la conciencia colectiva el sentimiento de que el planeta estaba dividido en dos: el mundo capitalista enfrentado al mundo comunista. Quizás por eso es que tantos sujetos inteligentes y prominentes fantaseaban con que una criatura alienígena pudiera bajar del cielo, ofreciéndonos la respuesta que acabaría con nuestras constantes luchas a muerte. Al principio de los noventa sucedería algo que alcanzaría un efecto parecido.
El «overview effect»
El overview effect es un cambio cognitivo experimentado por astronautas que han visto la Tierra desde el espacio. Es descrito como una experiencia de profundo asombro y desconcierto existencial, porque contemplar nuestro planeta como lo que verdaderamente es, un «pálido punto azul» como se titula la famosa imagen de la Tierra capturada por la sonda Voyager 1 en 1990.
Comentando la icónica foto, Carl Sagan diría: «Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos de los que alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol».
Este fenómeno tiene el potencial de generar en nosotros un shock existencial similar al que causaría la noticia de contacto extraterrestre. La clave está en la perspectiva. Nuestros conflictos personales y sociales parecen enormes dentro de nuestra cotidianidad. Pero si pudiéramos abstraernos por completo, observando el planeta desde arriba como si fuéramos dioses, probablemente nuestras pasiones violentas se enfriarían ante la mera majestuosidad del único lugar que conocemos capaz de albergar vida. En las próximas décadas, cuando el viaje espacial se vuelva algo normal para la persona promedio, quizás todos podremos experimentar el overview effect.
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