La batalla de Venezuela nos compromete, ha dicho el escritor Sergio Muñoz Riveros. Las 23 personas asesinadas por el régimen de Maduro desde la noche del 28 de julio sólo por demandar en las calles el reconocimiento de la victoria de Edmundo González y las más de 2.000 encarceladas por la misma razón, nos exigen manifestar de qué lado estamos.

Con mayor razón esa exigencia rige para el gobierno y la coalición del Presidente Gabriel Boric; y no es ésta una materia de relaciones internacionales, como intentó en un comienzo calificarla el Presidente, sino una de respeto a la democracia.

El Presidente se ha negado a integrar el grupo de países como Rusia, Cuba, Irán, China y Corea del Norte, que “reconocen” una inexistente victoria de Maduro, lo que constituye un mínimo higiénico y se aprecia; pero tampoco ha reconocido el triunfo de Edmundo González como sí lo ha hecho Estados Unidos y varios países de la región. Ha quedado en el medio, lo que le alcanza para salvar sus credenciales democráticas, pero no ayuda a la democracia en Venezuela. Tampoco ha caído hasta ahora en la trampa de Lula, Petro y López Obrador pues es astuto y se da cuenta que es demasiado evidente la intención de este trío de blanquear las actuaciones criminales del gobierno de Maduro al seguir con la cantinela de que se “deben mostrar las actas”, cuando las actas ya se conocen y revelan el triunfo arrollador de Edmundo González.

El problema de la inacción del Presidente Boric, es que cada día se suman más víctimas producto de la represión de Maduro. La tarea de un gobernante es tomar decisiones y ellas siempre tienen costos. Con su parálisis, él está tomando una decisión: apoyar la permanencia de un gobierno fraudulento en lugar de respaldar a quienes luchan por la libertad en Venezuela. No basta con decir que no tiene dudas de que Nicolás Maduro ha “intentado” cometer un fraude. Lo ha cometido, y la decisión del gobierno de Chile puede colaborar a salvar a muchos inocentes de la represión.

Los sucesos de Venezuela han revelado también una fractura en la coalición que nos gobierna. Los diputados del PS, el PC y el FA se alinearon en el rechazo a un acuerdo en la Cámara de Diputados que condenaba la violación de los DD.HH. del gobierno de Maduro y lo calificaba de dictador; reconocía a Edmundo González como Presidente legítimo de Venezuela y rechazaba el fraude electoral del 28 de julio. Pese a ello, se ha producido una escisión, pues el Partido Comunista ha manifestado su apoyo a Maduro distanciándose en ello de Boric. Y lo que es más significativo, en el propio partido de Boric se ha producido una división. Se ha alineado con él su ministra Antonia Orellana y en cambio ha apoyado a Maduro y criticado duramente a la oposición venezolana la diputada Gael Yeomans, como lo consignó El Líbero.

La diputada Yeomans ha señalado que “la oposición en Venezuela no ha contribuido a buscar una salida que sea pacífica, al contrario”. Y agrega que “esta no es la primera vez que cuestionan los resultados electorales en Venezuela”. ¡Pero si no es la primera vez que les roban la elección! ¿Qué pretende la diputada Yeomans, convencernos que Edmundo González y María Corina Machado son los culpables de lo que sucede en Venezuela y que Nicolás Maduro es inocente? ¿La culpa de la oposición sería entonces ganar las elecciones? No es la posición que se espera del partido del Presidente de Chile.

Por Luis Larraín, economista, para El Líbero

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