Estamos habituados a saber que, una vez cada 24 horas, la Tierra completa una rotación sobre su eje, marcando lo que representa para nosotros un día en nuestro planeta. Este período de rotación nos sirvió para crear sistemas que nos dictaran en qué momento/hora del día exacto nos encontrábamos y, por supuesto, a animales y plantas cuándo es hora de despertar o irse a descansar. La división de la Tierra en 24 zonas horarias se relaciona directamente con su rotación. Cada zona representa la sección de la Tierra que experimenta una hora particular del día.
Aunque esto no siempre ha sido así. Cuando vivían los dinosaurios, el día no duraba 24 horas, sino más bien 23. De hecho, durante más de 1.000 millones de años, la duración del día terrestre estuvo en 19,5 horas, para ser precisos). Esto se debe a que la Tierra giraba más rápido de lo que lo hace hoy y el tirón que ejercía la Luna sobre ella era más débil (y por tanto, los días duraban menos).
Como curiosidad, cuando se creó nuestro planeta, hace unos 4.500 millones de años, un día terrestre duraba aproximadamente unas 10 horas debido a que la Tierra giraba mucho más rápido que actualmente. Con el transcurso de miles de millones de años de vida en la Tierra, los científicos han descubierto no solo este dato de que una jornada equivalía a unas 19 horas en esa Tierra primitiva, sino que en el futuro, tampoco durarán 24 horas, sino más.
La ciencia detrás de los días más largos
¿Por qué motivo los días en nuestro planeta serán cada vez más largos? La responsable es la Luna, que se está alejando gradualmente de nuestro planeta y su impacto gravitacional está teniendo consecuencias en la Tierra, haciendo que la rotación de la Tierra se ralentice y haciendo que los días sean cada vez más largos. Todo tiene que ver con la atracción de marea de la luna sobre los océanos y la atracción de marea del sol sobre nuestra atmósfera. Según las previsiones de los científicos, de aquí a unos 200 millones de años, los días podrían ser de 25 horas de duración. La investigación supone un avance significativo en la comprensión de la rotación de la Tierra a través de la dinámica rotacional.
“Las fluctuaciones en la rotación no sólo son importantes para la astronomía, también las necesitamos urgentemente para crear modelos climáticos precisos y entender mejor fenómenos meteorológicos como El Niño”, explicó Ulrich Schreiber, líder del proyecto en el Observatorio de la Universidad Técnica de Múnich y que publicó sus conclusiones en un estudio en la revista Nature Photonics. “Y cuanto más precisos sean los datos, más exactas serán las predicciones”.
Recordemos que el tiempo exacto que tarda nuestro planeta en completar una sola rotación puede variar en pequeñas fracciones de milisegundos cada año debido a ciertos factores como los movimientos de las placas tectónicas, los cambios en la rotación del núcleo interno o la atracción gravitatoria de la Luna. Y su velocidad inicial dependió de la fuerza con la que chocaron el polvo, las rocas y el gas que giraban alrededor del Sol para formar nuestro planeta.
Adiós Luna, adiós
Los días terrestres eran más cortos hace miles de millones de años en gran parte porque la luna estaba más cerca de nuestro planeta. El problema es que la Luna se está alejando de nosotros, lenta pero paulatinamente y sin descanso. A un ritmo aproximado de 3,78 centímetros por año, seguirá distanciándose desde la Tierra, como ha hecho desde que la Tierra fue creada pero, en unos 50.000 millones de años, se acabará estableciendo en una órbita estable y dejará de alejarse de nosotros. Este distanciamiento ocurre porque la fricción entre la superficie terrestre y la gran cantidad de agua que descansa sobre ella provoca que, con el tiempo, la rotación de la Tierra sobre su eje se vuelva ligeramente más lenta.
Implicaciones
¿Cuáles son las implicaciones exactas de este evento o transformación para la Tierra? Aunque este cambio se producirá a una escala de tiempo geológicamente considerable, muchos organismos, incluidos los humanos, poseen ritmos circadianos que están estrechamente alineados con el ciclo de 24 horas, contar con días de 25 horas podría, en teoría, influir en los procesos biológicos, aunque tales cambios ocurrirían tan despacio que es probable que la evolución se encargue de adaptarse (o adaptarnos) a las nuevas condiciones. Lo mismo ocurre con el clima: los efectos serán tan sutiles como imperceptibles. La rotación de la Tierra, por tanto, es un elemento esencial para la vida en nuestro planeta y comprender cómo está cambiando es interesante para nuestro conocimiento aunque, para el momento en el que los días duren 25 horas, no sepamos si habrá alguien aquí para medirlo.
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