La humanidad podría estar frente a un futuro sombrío. Así lo aseguraron expertos del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), y es que el planeta continúa registrando temperaturas cálidas demasiado altas, provocadas por el calentamiento global y la contaminación.
El último Informe del Estado del Clima 2023 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) estableció que en 2023, se rompieron tres récords históricos en el planeta: el de las concentraciones de gases de efecto invernadero, las altas temperaturas en la atmósfera y la temperatura superficial del océano.
Y si es que esto sigue así, los investigadores del WEF aseguran que en 2050, el planeta podría experimentar una catástrofe sanitaria mundial, donde “las personas más vulnerables del mundo pagarán el precio más alto, a medida que el cambio climático cause sus peores estragos”.
¿Qué podría pasar con la humanidad en esta situación? ¿Estamos a tiempo para prevenir esta catástrofe por el cambio climático?
El Foro Económico Mundial pronostica una catástrofe sanitaria en 2050
Este año, el Foro Económico Mundial (WEF) publicó el informe, bautizado como Cuantificación del impacto del cambio climático en la salud humana, donde un grupo de expertos analizó cuál podría ser el futuro del planeta a raíz del calentamiento global, si es que éste continúa en el mismo ritmo.
Y el pronóstico fue desolador: en cuanto a lo sanitario, al menos 14,5 millones de personas podrían perder la vida en 2050 debido al calentamiento global y decenas de millones más podrían enfrentarse a enfermedades de larga duración, discapacidades y desplazamientos, en especial los habitantes que viven en naciones en desarrollo.
Adicionalmente, 500 millones de personas podrían estar expuestos a la malaria y el zika, enfermedades que podrían expandirse hacia América del Norte y Europa.
En esta línea, el WEF enfatizó en que las personas que viven en países más vulnerables sufrirán más por desastres naturales provocados —y también intensificados— por el calentamiento global, como las sequías e inundaciones.
A propósito de lo anterior, un reciente estudio publicado en la revista Nature explicó que el fenómeno La Niña podría estar influenciado por el calentamiento global: si el clima continúa como está ahora, podríamos tener “episodios consecutivos históricos de La Niña con mayor frecuencia”.
Es decir, gracias al calentamiento global, el fenómeno La Niña podría presentarse cada vez más frecuentemente en el planeta, y la intensidad de sus consecuencias también podría verse afectada.
“Nuestro resultado de un probable aumento futuro en la frecuencia plurianual de La Niña refuerza los llamados a una necesidad urgente de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para aliviar los impactos adversos”, escribieron los autores de la investigación.
Además, los expertos del Foro Económico Mundial aseguraron que, a raíz de estos problemas sanitarios provocados por el cambio climático, “la economía mundial y el sistema de salud enfrentarán pérdidas de más de 12,5 billones de dólares, lo que limitará aún más la capacidad de respuesta”.
“Y en una última desgracia dolorosa, las poblaciones que sufren el peso de las calamidades climáticas residirán en partes del mundo que son menos capaces económicamente de aliviar el dolor y menos responsables del calentamiento”.
Con este pronóstico, los expertos hicieron un llamado a lograr avances significativos para lograr frenar el impacto del calentamiento global en la salud de la humanidad.
Cómo evitar una catástrofe provocada por el calentamiento global
La solución es obvia, pero difícil de ejecutar: reducir las emisiones.
Según el Acuerdo de París, que entró en vigor el 4 de noviembre de 2016, todos los países que lo firmaron —193 naciones, más la Unión Europea— deben luchar por limitar el calentamiento del mundo a 1,5 grados centígrados.
La idea es que cada país limite al máximo sus emisiones de gases de efecto invernadero para mediados de este siglo.
No obstante, desde el Foro Económico Mundial han perdido un poco el optimismo: “Si bien aún hay esperanza de reducir las emisiones, los responsables de las políticas y la industria de la salud deben prepararse para la probabilidad de que no logremos restringir el aumento de las temperaturas a 1,5 °C”.
El escenario más realista es que el calentamiento tenga un alza entre 2,5 y 2,7 °C, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
No obstante, todavía estaríamos a tiempo para evitar una catástrofe sanitaria, por las repercusiones del calentamiento global. Para ello, los investigadores propusieron tres estrategias que los responsables de hacer políticas en el mundo deberían priorizar:
- Centrarse en hacer que los sistemas de atención de salud locales sean resilientes al clima.
- Impulsar la innovación en los sectores de la atención sanitaria, las ciencias biológicas y el mundo académico, con el objetivo de abordar las enfermedades provocadas por el clima.
- Asignar recursos gubernamentales y promulgar políticas que permitan una respuesta global sólida tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.
Para el primer punto, los expertos aseguraron que los sistemas sanitarios deben estar preparados para contener “crisis sanitarias de gran escala y potencialmente prolongadas”. Y es que, en la actualidad, hay muchos sistemas sanitarios en el mundo que no son resilientes y que podrían ser un problema en el futuro.
“Definimos la resiliencia como la capacidad de un sistema de evitar y contener una crisis, estabilizarse una vez que la crisis ha golpeado y, finalmente, recuperarse de ella. Vimos de primera mano la falta de resiliencia durante la pandemia de COVID-19, cuando los hospitales de todo el mundo se vieron desbordados tanto por la demanda como por el ausentismo del personal”.
Para el segundo punto, el WEF declaró que la investigación y el desarrollo del sector privado y académico “es una piedra angular para construir sistemas de salud resilientes al clima y descubrir nuevas vacunas y tratamientos”.
“Para liberarlo y obtener compromisos a largo plazo del sector privado se necesitan muchas más subvenciones de investigación específicas, junto con una reducción de la burocracia en proyectos de más largo plazo, como los esfuerzos de vacunación durante la COVID-19″.
Y, para el tercer punto, los especialistas resaltaron la importancia de que exista financiación de los gobiernos para respaldar los puntos uno y dos, como la construcción de sistemas de salud resilientes al clima y apoyo en la innovación para producir medicamentos, dispositivos médicos y tecnología de salud digital.
“Para reforzar ese compromiso, las naciones deberían incluir entre sus contribuciones determinadas a nivel nacional para combatir el cambio climático una promesa de apoyo para abordar los desafíos de salud y garantizar una transición climática justa”.
“El camino hacia la creación de sistemas de salud resilientes al clima es complejo y requiere acciones coordinadas en múltiples ámbitos. Nos estamos quedando sin tiempo para ponerlas en marcha, por lo que los responsables de las políticas y la industria no deben demorarse”.
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