Quedan solo semanas para que termine el invierno austral y le demos la bienvenida a la primavera. Y aunque, a estas alturas, se esperaba que el fenómeno La Niña ya estuviese bien establecido, los modelos climáticos apuntan a que existe una probabilidad de que termine de desarrollarse durante esta estación, antes del verano.

Según la última actualización de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés), hay un 66% de probabilidad de que La Niña se instale entre septiembre y octubre.

En caso de ser así, este verano 2024-2025 sería muy distinto al del año pasado —que fue extremadamente caluroso—, pues los efectos de La Niña podrían eventualmente equilibrar las altas temperaturas.

No obstante, los expertos advierten que el fenómeno también podría traer consigo un largo período de sequía para Chile, Argentina y otros países cercanos.

Esto es lo que se cree hasta ahora sobre La Niña.

La principal consecuencia del fenómeno La Niña

Antes de explicar las consecuencias, es importante entender cómo funciona el fenómeno La Niña: se trata de una de las tres fases de El Niño Oscilación-Sur, un fenómeno del clima que se caracteriza por el desarrollo del Niño, La Niña y, en caso de que ninguno de los dos esté presente, el estado Neutral.

Se dice que se ha formado El Niño cuando las temperaturas del océano Pacífico Ecuatorial son más altas que el promedio (y superan los 1.5 °C).

En cambio, La Niña sucede cuando las temperaturas del océano Pacífico Ecuatorial se enfrían por debajo de lo normal (a menos -1.5 °C).

Cuando ninguno de los dos está presente, es decir, las temperaturas del océano Pacífico Ecuatorial están en el promedio normal, se dice que estamos en una fase Neutral.

Ahora, cuando las temperaturas del océano cambian (ya sea que se calienten o enfríen), esto provoca cambios en el clima de la atmósfera.

Por ejemplo, cuando está El Niño, en Chile hay temperaturas altas, calor, pero también precipitaciones abundantes. No obstante, cuando se instala La Niña, el termómetro baja considerablemente, pero la lluvia cede a lo mínimo y el país vive períodos de sequía.

Y, como ahora estamos ad portas de recibir a La Niña, los expertos prevén que el país se vea afectado por la sequía. Según los registros históricos, este fenómeno ha contribuido a la megasequía que experimenta Chile desde hace más de una década.

“Para nosotros en Chile, este fenómeno La Niña está asociado a períodos de sequía con muchas menos precipitaciones, al revés que con El Niño (…)”, aseguró el investigador e ingeniero físico de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), Edgardo Sepúlveda, a La Tercera.

Continuó: “De hecho, Las Niñas de la última década (2015 y 2020) fueron en parte responsables del período de mega sequía que estamos pasando en Chile”.

Según los registros que maneja la Dirección Meteorológica de Chile, las sequías más extremas del último siglo fueron en los años 1924, 1968, 1998 y 2019. Y todos coincidieron con el establecimiento de La Niña.

“Esto muestra la enorme importancia de La Niña para las precipitaciones en la zona central del país”, declaró Raúl Cordero, climatólogo e investigador de la Usach.

Es por esto que la vista está puesta sobre este fenómeno que, en conjunto con el calentamiento global, crea un escenario desalentador para el país y la región: “Es probable que volvamos a tener un año de alta sequía que comience a finales del año”, declaró Sepúlveda.

El calentamiento global y La Niña “nos roban lluvias. Cuando se juntan los dos, significa un año muy seco para Chile”.

“Esto podría provocar un aumento en el estrés hídrico, nos quedaríamos muy expuestos a cortes de agua en las ciudades de la zona central”, agregó Cordero.

En esta línea, el pronóstico de ambos expertos es que el fenómeno La Niña, en caso de instalarse antes del verano, provocaría que esta estación sea menos calurosa que los años anteriores, pero que la mega sequía —que tuvo un “período de pausa” en 2023— podría volver a retomar su curso.

Cuándo llega el fenómeno La Niña a Chile y Sudamérica

La última actualización de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) —publicada el pasado 8 de agosto— aseguró que La Niña tiene un 66% de probabilidad de establecerse durante septiembre y octubre.

Además, el organismo añadió que hay un 74% de probabilidad de que el fenómeno persista durante noviembre y enero. Es decir, tendríamos a La Niña durante todo el verano austral.

Pero no todos los modelos climáticos creen lo mismo.

Por ejemplo, desde la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), la encargada de la Oficina de Servicios Climáticos, Catalina Cortés, explicó sobre el retraso de La Niña que “algo pasó a nivel internacional, tanto en la atmósfera como en el océano, que provocó que este pronóstico no se cumpliera, sino que más bien su llegada se retrasara”.

En esta línea, la experta aseguró que desde la DMC manejan un pronóstico de probabilidad de desarrollo de La Niña para septiembre y octubre de solo un 41%, una cifra mucho menos optimista que la que presentó la NOAA.

Por su parte, el informe del International Research Institute for Climate and Society (IRI) estableció que existe una alta probabilidad (más del 60%) de transicionar a la fase La Niña en septiembre.

Además, hace pocas horas, la Oficina Meteorológica de Japón aseguró, según Reuters, que hay un 60% de posibilidades de que se produzca el fenómeno La Niña desde ahora, hasta el verano del hemisferio sur.

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