A continuación la entrevista realizada en Ex-Ante por Marcelo Soto al periodista peruano Augusto Álvarez Rodrich:

-¿Cuáles son las luces y sombras de Fujimori?

-Alberto Fujimori es una de las figuras más importantes de la política peruana de las últimas tres décadas. Porque tras el quiebre de los partidos políticos que hubo a fines de los años 80, él ingresa a la política peruana como un outsider y en la elección de 1990 derrota a Mario Vargas Llosa, que era uno de los peruanos con mayor prestigio del mundo.

Desde entonces refigura la política peruana en una situación un poco extraña, porque hay una fragmentación política muy grande, pero detrás de todo aparece un bipartidismo donde hay un movimiento fujimorista y uno anti fujimorista. Y es así como se ha definido la política peruana de los últimos 30 años.

Es un personaje, además, precursor en América Latina de un estilo de hacer política que luego se ha replicado en muchos otros países, tanto en movimientos de izquierda como de derecha. Me refiero al chavismo o ahora el mismo Milei, un estilo de hacer política antisistema. Pero fue un personaje controversial, con claroscuros.

-¿Donde están las zonas oscuras del personaje?

-Primero, la tenebrosa red del fujimontesinismo, donde él y su principal asesor, Vladimiro Montesinos, generaron una corrupción muy grande. Segundo, hubo una violación de derechos humanos que, sin embargo, creo que fue menor a la que ocurrió con Alan García en su primer gobierno y en el segundo gobierno de Fernando Belaúnde Terry. Tercero, huyó a Japón en un acto de cobardía política y ahí incluso pretendió ser senador en el sistema parlamentario japonés.

-¿Qué aspectos sostienen su legado?

-A pesar de eso tuvo virtudes y deja un legado importante en cuatro aspectos principales. Lo primero es que derrotó al terrorismo y a Sendero Luminoso, que había puesto al Perú al borde del abismo. Segundo, derrotó a la hiperinflación y al caos económico que había heredado del gobierno de Alan García.

Tercero, hizo la gran reforma económica de la cual el Perú sigue viviendo hasta ahora. Y es curioso que las reformas económicas de los últimos 60 años las hayan hecho dos personas a quien le decían el chino: uno era el general Juan Velasco Alvarado en el gobierno militar de los años 70 y el otro era el chino Alberto Fujimori. Por último, cerró la paz definitiva con Ecuador.

-Tuvo buenas relaciones con gobiernos de la Concertación, pero después Chile acogió la extradición y lo devolvió a  Perú en 2007, luego de casi dos años en el país.

-Él tenía esa idea de que parte importante de su mandato era tener una buena relación con los países vecinos. De hecho con Ecuador trabajó la idea de cerrar la frontera, cuando eso no estaba en la agenda peruana. Con Chile tuvo una excelente relación en términos económicos. Se sentía por momentos orgulloso de que le dijeran que era una especie de Pinochet. Sonreía cuando le decían “Chinochet”, porque sentía que él puso orden en el Perú.

-¿Se sintió traicionado por Chile?

-Sospecho que se sintió traicionado por Chile. Él tenía una idea de que la política y la justicia iban de la mano, porque su gobierno corrompió a muchos jueces y a muchos fiscales, que tenía comprados.

Creo que cuando se fue a Japón perdió la conexión con el Perú y regresó creyendo que lo iban a recibir con los abrazos abiertos. Y acá se dio cuenta que no podía quedarse e inmediatamente el avión en el que vino partió para Santiago pensando que ahí lo iban a cuidar. No se dio cuenta que en Chile la justicia va por una cuerda diferente de la la política.

-Lo conociste por entrevistas y encuentros de prensa. ¿Cómo lo describirías?

-Pude entrevistarlo varias veces. Especialmente en la primera parte de su gobierno, hasta el año 95. Después algo ocurrió que él no quiso que lo fuera a entrevistar nunca más. Pero al comienzo me impresionó como alguien que tenía respuestas claras y directas sobre sobre todo lo que ocurría; vivía como una especie de outsider realmente en la política peruana.

Lo entrevistaba una vez al mes, por lo menos, para Radio Programas del Perú, donde íbamos tres periodistas. Y luego de la entrevista a él le gustaba decir: “Quédense para conversar un rato” y conversábamos largamente con él.

-¿Qué era lo más sorprendente de su carácter?

-Me sorprendió cuando una vez le dije: “Presidente, me han dicho que va a ir al Ecuador”, y me dijo: “Sí, estoy pensando ir”. Le comenté que un presidente peruano nunca ha ido al Ecuador por la mala relación que hay, debido al conflicto de los años cuarenta que no se había cerrado. Y me dijo: “usted me va a entender, porque es economista. He hecho un cálculo de cuánto nos hemos gastado Ecuador y Perú en cuidar ese espacio que no tiene sentido. Y entonces estoy pensando ir a Ecuador para ver cómo comienzo a trabajar la paz”.

“Es más -me dijo- estoy pensando ver cómo les doy un espacio del territorio peruano para que tenga Ecuador un espacio y cerrar eso”. Yo le dije: “me parece tan extraño lo que me dice”. “Ya verá”, me dijo. Y cuatro años después hizo un cierre de la frontera mediante un kilómetro cuadrado que le entregó a Ecuador en la selva peruana. Era muy creativo en eso de idear soluciones saliéndose de la cancha o de la caja.

-¿Cuál es la percepción actual hacia su figura en Perú?

-Los antifujimoristas siguen siendo muy antifujimoristas y los otros siguen siendo muy fujimoristas. Se le recuerda mucho por haber derrotado a Sendero Luminoso y haber permitido que el Perú pudiera recuperarse económicamente. Pasó de ser de un país que estaba quebrado, a un país que se transformó realmente gracias a su a su gestión económica. Hay otro sector que lo odia.

-¿Cómo era su relación con Montesinos?

-Uña y carne. Eran los dos lados de una moneda. Hasta vivían juntos en el servicio de inteligencia. Montesinos era alguien que le arreglaba los problemas con frecuencia, de una manera indebida, vía corrupción, caminos antidemocráticos.

-¿No hay posibilidad de un fujimorismo actual en Perú? ¿Tiene todavía potencial político su hija?

-Si le preguntas a muchos peruanos, te dirán que el fujimorismo nunca va a ganar una elección porque Keiko Fujimori ha perdido tres elecciones. Pero en la fragmentación de la política peruana yo no descartaría que ella pueda tener algún tipo de posibilidad, porque las dos últimas elecciones perdió la segunda vuelta por apenas 40.000 votos. Entonces sigue siendo uno de los partidos con mejor capacidad de organización y va a ser protagonista de la próxima elección.

-¿Fujimori admiraba el modelo chileno?

-En los años noventa Perú miraba con una especie de sana envidia a Chile, porque Chile ya había arreglado sus problemas económicos, comenzaba a mejorar y el Perú era un caos absoluto. Fujimori se contagia de eso, porque Chile le sirvió como modelo para poder avanzar en el plano económico, en el plano político también. Fujimori tenía un aprecio grande por Chile.

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