La famosa paradoja de Fermi ha hechizado a los astrónomos durante más de medio siglo. En pocas palabras: si el cosmos tiene casi 14.000 millones de años, ¿dónde están las sociedades interestelares? ¿Por qué no han venido a saludarnos? Se han propuesto innumerables soluciones a este enigma, pero quizá ninguna más escalofriante que la teoría del bosque oscuro.

Según esta suposición, la razón por la que no podemos ver a estas civilizaciones alienígenas es que están todas escondidas. A diferencia de la humanidad (cuyas transmisiones de radio han resonado durante mucho tiempo en nuestro vecindario galáctico local), todas estas sociedades han llegado a la conclusión de que es demasiado peligroso transmitir su ubicación a vecinos potencialmente hostiles.

Es una idea aleccionadora, que ganó atención gracias a una trilogía literaria del autor Cixin Liu, en la que presenta al pueblo chino y los contactos y guerras seculares contra una civilización alienígena. Pero, ¿es una solución plausible a la paradoja de Fermi? De todas las respuestas propuestas, los expertos afirman que la hipótesis del bosque oscuro es la menos probable.

Es posible que varias inteligencias extraterrestres, o ETI, se oculten. Pero es improbable que todas lleguen a la misma conclusión basada en el miedo y no se muestren.

«Ni siquiera vemos ese mismo comportamiento en las culturas de la Tierra», afirma Moiya McTier, astrofísica, escritora y folclorista. Algunos ETI pueden tener miembros que actúan todos al unísono. Pero otros tendrán grupos divergentes, con comportamientos independientes: algunos tenderán más hacia la agresividad o el pacifismo, la curiosidad o la reclusión. Si uno de ellos saluda, ese bosque oscuro se convertirá en una hoguera encendida para que lo veamos.

Pero técnicamente todo es posible si tenemos en cuenta que, para empezar, no tenemos ninguna prueba de la existencia de las inteligencias extraterrestres. Quizá todo el mundo se esté escondiendo de verdad. Quizá exista realmente una amenaza acechando ahí fuera, en algún lugar de la oscuridad. Y puede que la humanidad aún no se haya dado cuenta.

Vida extraterrestre: los argumentos a favor de la teoría del Bosque Oscuro

La paradoja de Fermi fue planteada casualmente por el físico Enrico Fermi durante una charla a la hora del almuerzo allá por 1950. Tiene muchos matices, pero en su núcleo se encuentra esta premisa central: nuestro sistema solar sólo tiene 4600 millones de años, mientras que el universo tiene 13.800 millones de años. Eso es tiempo de sobra para que la vida en otros planetas se convierta en sociedades tecnológicamente avanzadas, capaces de cruzar el mar de estrellas y crear puestos avanzados o nuevas sociedades en innumerables mundos.

Pero aún no hemos encontrado ninguna señal de estas sociedades. Entonces, ¿dónde están todos?

«Hay tantas posibles soluciones superpuestas a la paradoja de Fermi», sostiene McTier. ¿Es simplemente el espacio demasiado vasto para que las sociedades alienígenas hayan llegado ya a la Tierra? ¿Se autodestruyen todas antes de convertirse en interestelares? ¿Somos la única sociedad tecnológicamente avanzada en nuestro rincón del cosmos? ¿La evolución de la vida es cada vez más rara?

«Lo único que dice la paradoja de Fermi es que las civilizaciones son raras. No te dice por qué son raras», afirma Ian Crawford, científico planetario y astrobiólogo de Birkbeck, Universidad de Londres. «Una de las soluciones es: sí, están todas ahí fuera, pero se esconden. Si se delatan, alguien vendrá y los destruirá».

La idea de que estos alienígenas del espacio son simplemente reacios a revelarse ha figurado en la narrativa de ciencia ficción durante muchas décadas. Liu, en su libro de 2008, dio a la hipótesis un nombre pegadizo.

Describe el universo como un bosque oscuro en el que cada sociedad alienígena es como un cazador temeroso y armado que avanza con cautela. Si ese cazador encuentra «otra vida (otro cazador, un ángel o un demonio, un bebé delicado o un anciano tambaleante, un hada o un semidiós) sólo puede hacer una cosa: abrir fuego y eliminarlos. En este bosque, el infierno son los demás».

Tener miedo tiene sus ventajas evolutivas: podemos estremecernos ante un ruido extraño en la noche y, aunque la mayoría de las veces es inofensivo, nuestra cautela puede salvarnos la vida la única vez que provenga de una amenaza real.

«No se puede negar que hay cierto valor de supervivencia en ser agresivo», Seth Shostak, astrónomo senior del Instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre de California. Elimina preventivamente a la competencia y podrás dormir más seguro mientras obtienes recursos extra. La historia de la humanidad, y su presente, está plagada de sombríos ejemplos de ello.

¿Hay vida extraterrestre?: los argumentos en contra de la teoría del Bosque Oscuro
Afortunadamente, el bosque oscuro tiene una plétora de problemas difíciles de resolver: el más obvio es que resulta extremadamente difícil ocultar un mundo tecnológicamente avanzado.

Mucho antes de que la búsqueda activa de vida extraterrestre se convirtiera en una práctica científica global, las señales de radio de las comunicaciones cotidianas entre especies de la Tierra han estado emanando hacia el vacío, algo que una sociedad alienígena cercana con la esperanza de encontrar un nuevo aliado, o un nuevo objetivo, podría detectar fácilmente.

Aunque hayamos empezado a comprender la hipotética amenaza, tampoco es que vayamos a quedarnos completamente en silencio. «Nunca hemos pensado lo más mínimo en apagar todos los radares porque pudiera ser peligroso», dice Shostak. «Simplemente no va a ocurrir».

Incluso si una inteligencia extraterrestre intentara ocultarse, podría no ser lo suficientemente sofisticada como para funcionar. Algunas sociedades alienígenas pueden haber encontrado la forma de disimular todo su ruido, pero otras pueden seguir dando el juego accidentalmente sin darse cuenta. «La forma en que los hombres de las cavernas se esconden es muy diferente de la forma en que se esconden los klingons», argumenta el astrónomo senior del Instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre de California.

La analogía del bosque también se desmorona cuando se considera la verdadera naturaleza del universo, o simplemente de nuestra propia galaxia gigantesca. El bosque puede parecer enorme e interminable en la oscuridad, pero eso es una miseria comparado con el espacio.

«Puede que haya alienígenas hostiles ahí fuera», dice Shostak. Pero es probable que las distancias entre ellos sean insondablemente vastas, hasta el punto de que la idea de que sientan la necesidad de atacarse preventivamente unos a otros parece extraña. Incluso si se temieran mutuamente, la extensión entre ellos significa que probablemente no necesitarían competir por los recursos; cada uno tendría mundos casi ilimitados, asteroides e incluso estrellas que explotar.

El hecho de que la Tierra sea, según los estándares universales, una sociedad tecnológica joven, ruidosa y vulnerable, también implica por defecto que, si hay vida ahí fuera, no todas pueden ser instintivamente agresivas.

«Si hay tantas civilizaciones, y algunas de ellas podrían destruirnos, entonces tenemos que explicar cómo no ha ocurrido», afirma Karim Jebari, investigador del Instituto de Estudios Futuros de Estocolmo (Suecia). «Quizá haya un Imperio Galáctico que mantenga las hostilidades a raya, o quizá sea muy difícil… atacarse a través de distancias interestelares».

O, como ha sugerido Jebari en un artículo reciente, las inteligencias extraterrestres han llegado a la misma conclusión lógica: que siguen existiendo porque otras sociedades alienígenas avanzadas han optado por no atacarles, quizá esperando en su lugar mantener una conversación mutuamente beneficiosa. «No tenemos motivos para atacarles de forma preventiva», afirma Jebari, y agrega: «Si son listos… quizá estén pensando lo mismo de nosotros».

Que todos los alienígenas compartan el instinto tan humano de suponer lo peor de una entidad desconocida es también una presunción masiva.

«Para mí, [el bosque oscuro] es una de las explicaciones menos convincentes de la paradoja de Fermi, porque se basa en unas cuantas suposiciones antropocéntricas que no me parecen justas», establece McTier. El miedo es algo poderoso. Pero también lo es la curiosidad.

El escenario de la pesadilla sobre la existencia de vida extraterrestre

Esto no significa necesariamente que la hipótesis del bosque oscuro sea inviable. El problema es que para abordar los agujeros de la teoría hay que aumentar el factor terror.

«El escenario de pesadilla es suponer que los que se esconden tienen razón», dice Crawford. «Supongamos que, en algún momento de la historia de la galaxia, una civilización tecnológica… decidió que siempre que se encontraran planetas con vida o tecnología, iban a destruirla».

En otras palabras, si el objetivo era el exterminio por el exterminio, entonces el bosque oscuro parece más plausible. «Si algo así ha estado ocurriendo en la historia de la galaxia, entonces sí que explicaría la paradoja de Fermi», afirma Crawford.

Puede que nuestro rincón del cosmos sea tranquilo porque la vida es una rareza extrema. Tal vez estemos solos porque las sociedades alienígenas tienen la mala costumbre de aniquilarse a sí mismas en cuanto descubren algo como las armas atómicas.

O, tal vez, «no los vemos porque no están ahí», explica Crawford, porque una entidad asesina va de estrella en estrella extinguiendo cualquier señal de vida. «Eso es lo realmente aterrador».

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