Han transcurrido cuatro años, en que hemos visto y vivido situaciones -como decía mi abuela- “para dar y regalar”: plebiscitos, proyectos constitucionales, elecciones de constituyentes y consejeros; ni qué decir de vergüenzas presidenciales, escándalos de corrupción y sexo, hemos tenido “de tout un peu”. Este periodo bien podría ser argumento de una sátira de humor negro sobre nuestras instituciones políticas.

Lo curioso es que, a horas de una elección importante, hay quienes (como si vivieran en el limbo) se preguntan por quién hay que votar, en circunstancias que, en esta oportunidad, se eligen las autoridades más cercanas a la realidad de cada ciudadano. ¿Hay alguien más cercano que el alcalde y los concejales? Ellos son primera línea en la solución de los problemas. Los gobernadores y consejeros regionales quizá un poco menos, pero son los responsables de la Región y sus problemas…

No ayuda a lo anterior que la propaganda política ofrecida sea engañosa y deslavada, lo que revela ausencia de un “relato político” claro y definido; pocos de los candidatos se identifican con una línea específica, todos son “mantequilla sin manteca, cigarrillos sin nicotina, cerveza sin alcohol…”. Los menos hacen referencia al partido que suscriben… la cosa es confundir, amen que una gran cantidad de candidatos son ignotos, y los que se conocen porque van a la reelección… ahora harán lo que no hicieron en años.

Urge entonces, en estas pocas horas que nos quedan, decidir con responsabilidad por quien se votará… Es hora de lograr que las cosas cambien, es hora de empezar a recuperar el rumbo perdido… Es la hora de crear las bases para que, en las elecciones presidenciales y parlamentarias, depuremos al país de los actuales malandrines y truhanes que se han enquistado en la política.

La responsabilidad en estos momentos es fundamental. Debemos rescatar los valores, los ritos y las costumbres de nuestra centenaria historia republicana, debemos retomar el ritmo de crecimiento que permita llevar bienestar a los sectores más vulnerables, mejorar la seguridad, la justicia, el orden, la educación, la salud… En una línea, debemos zafarnos del yugo izquierdista y recuperar los valores de la Sociedad de la Libertad.

Es la oportunidad de aprender de nuestros errores y de hacer efectivas todas esas críticas que a diario hacemos en nuestros comentarios sociales. Se trata de asumir una responsabilidad personal, nadie lo va a hacer por nosotros, ni los cambios llegarán por obra y gracia del Espíritu Santo. Las circunstancias están dadas, es la hora de aprovechar los vientos que nos pueden sacar de la zozobra que nos amenaza.

Finalmente, esta optimista pluma recuerda a sus inquietos parroquianos que siempre entre las adversidades y las dificultades se esconden las mejores oportunidades. Esto no siempre es fácil, se requiere vencer la indiferencia que motiva a mantener la “tranquila” zona de confort en la que se vive. Pero ahora, al votar, la oportunidad está dada… El poder está en tus manos, ¡úsalo!

Por Cristián Labbé Galilea

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