Cuando se dirigió al país cerca de la medianoche del domingo 27 de octubre, el Presidente Gabriel Boric parecía aliviado. El oficialismo había sufrido importantes derrotas en la elección, pero lo que pudo ser una debacle electoral de proporciones para la izquierda se convirtió sólo en una inapelable, pero limitada derrota gracias a que los partidos de derecha fueron divididos en la elección. De haberse presentado en un solo bloque, la derecha hubiera logrado una victoria histórica. En cambio, aunque los partidos de derecha tuvieron más éxitos que fracasos, la derrota oficialista fue mucho menos catastrófica de lo que debió producto de la división partidista en la derecha.

De cara a la segunda vuelta del 24 de noviembre para las elecciones de gobernadores en 11 de las 16 regiones del país, aquellos que más pronto aprendan las lecciones de la primera vuelta y sepan escuchar la voz del pueblo expresada en la votación, mejores chances tendrán de convertirse en los grandes ganadores en esa nueva contienda.

La primera lección que se puede sacar de los resultados de la votación obligatoria del sábado y domingo recién pasados es que la gente castiga a los que ostentan el poder cuando creen que las autoridades no han hecho bien su trabajo. Pero cuando perciben que los gobernantes hacen bien la pega, la gente los premia con la reelección. Decenas de alcaldes de distintos colores políticos resultaron reelectos. Aunque la prensa ha destacado la aplastante victoria del candidato del Frente Amplio Tomás Vodanovic en Maipú, muchos otros alcaldes también ganaron con facilidad la reelección. Sólo en las comunas de la capital, los derechistas José Manuel Palacios en La Reina y Camila Merino en Vitacura ganaron fácilmente la reelección. En Renca, el ex DC Claudio Castro también arrasó. En La Pintana, con una votación menor, Claudia Pizarro volvió a ganar. Aunque los incumbentes tienen ventaja sobre los desafiantes, la gente también castiga a los que hacen mal le paga y premia a los que hacen bien su trabajo.

La segunda gran lección es que la gente quiere líderes positivos que puedan construir un mejor país y se alejen de los discursos polarizadores y extremistas. Aunque la derecha del Partido Republicano y del Social Cristiano celebre victorias en concejales y consejeros regionales, las posiciones más radicales de sus candidatos a alcaldes y gobernadores recibieron menos apoyo electoral que las posturas más moderadas de los candidatos de los partidos de Chile Vamos y de independientes de derecha. En Las Condes, la gente castigó la actitud altanera de la otrora favorita Marcela Cubillos, dando una victoria estrecha a Catalina San Martín, una exconcejala de Evópoli que hizo carrera como fiscalizadora en la comuna.

La tercera lección es que es mejor construir unidad que dividirse. La derecha habría ganado en primera vuelta en 9 de las 16 regiones si hubiera presentado un candidato único. Pero la incapacidad de los siete partidos de derecha y centroderecha (Social Cristiano, Republicano, UDI, RN, Evópoli, Amarillos y Demócratas) para formar una sola coalición les terminó pasando la cuenta. Si bien candidatos de partidos de derecha y centroderecha ganaron en 131 alcaldías, de haber ido en una sola lista, la derecha podría haber ganado en más de la mitad de las comunas del país. La fragmentación de los partidos de derecha hizo que el voto de castigo contra el oficialismo se diluyera y ayudó a evitar que la derrota del gobierno se convirtiera en una debacle electoral.

Una cuarta lección es que la gente quiere que las cosas mejoren, no quieren una refundación del país. Así como los candidatos más radicales de la extrema izquierda perdieron, los candidatos más radicales de la extrema derecha también tuvieron dificultades para convencer al electorado. A cinco años del estallido social, los chilenos dijeron fuerte y claro que quieren autoridades que ayudan a arreglar el país que ya tenemos y no aquellos que prometen un país distinto. Los discursos refundacionales fueron rechazados por el electorado.

Es importante también evitar sacar lecciones equivocadas de los resultados electorales. Si bien los independientes ganaron en más de 100 comunas, la gente no quiere candidatos sin experiencia o antisistema. Muchos independientes eran militantes de partido que fueron por fuera porque sus partidos no quisieron realizar primarias. Otros independientes ganaron porque ya tenían trayectoria de trabajo en sus comunas. Los chilenos rechazan a los partidos, pero entienden la importancia de los partidos políticos. Los partidos políticos son como los camiones recolectores de basura. Puede haber muchas moscas y mal olor asociado a ese trabajo, pero es una pega esencial para que funcione bien la sociedad.

Ahora que tres cuartos del país inician la campaña de segunda vuelta para los gobernadores regionales, aquellos partidos que aprendan más rápido las lecciones que nos deja la votación del 26 y 27 de octubre tendrán mejores opciones para resultar ganadores en la importante contienda que determinará a las autoridades regionales en 11 de las 16 regiones del país el 24 de noviembre.

Por Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP, para El Líbero

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