La posibilidad de civilizaciones extraterrestres nómadas o que viven fuera de los planetas ha sido una idea explorada tanto en ciencia como en ciencia ficción. En el contexto de la astrobiología y las ciencias planetarias, surge el concepto de hábitats autosuficientes en ambientes extraterrestres, como un posible refugio para vida avanzada en el espacio. Este tipo de vida no dependería de planetas con atmósferas densas o entornos naturales para sobrevivir, sino que podría existir en hábitats generados de forma biológica, capaces de sostener condiciones estables y habitables en medio de la vastedad del espacio. Es decir, podemos pensar en estaciones espaciales biológicas, por ejemplo.

Esto es lo que sostiene un estudio disponible en Arxiv que se va a publicar en la revista Astrobiology y que resulta realmente interesante a la hora de estudiar en profundidad estas cuestiones. Vamos a ver en qué se basan y cuáles son las posibilidades de que esto suceda.

Un estudio sorprendente

El desarrollo de estos hábitats presenta numerosos desafíos físicos y químicos. Uno de los más críticos es mantener la presión necesaria para el agua líquida, dado que el espacio exterior es prácticamente vacío. La presión mínima para sostener agua en estado líquido es de 611,6 Pa a 0°C, lo que se logra mediante estructuras internas en el hábitat, capaces de generar y mantener esta presión. Estudios sugieren que materiales biológicos, como ciertos bioplásticos o combinaciones de sílice y carbonato de calcio, podrían ser suficientes para formar barreras capaces de soportar presiones de hasta 10 kPa, lo necesario para crear microhábitats estables.

Otro aspecto fundamental y que no se puede obviar para la vida en el espacio es la regulación de la temperatura. En la Tierra, este equilibrio se logra a través del efecto invernadero atmosférico, que aunque en muchas ocasiones lo escuchamos como algo negativo, el fenómeno natural es algo positivo. Sin embargo, en el vacío, esta función se delegaría a materiales sólidos, como aerogeles de sílice, que pueden permitir el paso de radiación solar visible al tiempo que mantienen el calor, creando así un invernadero sólido en miniatura. Estos materiales podrían elevar la temperatura interna del hábitat, evitando que descienda a niveles incompatibles con la vida.

La pérdida de volátiles, o elementos gaseosos esenciales para la vida, es otro obstáculo importante. Los materiales de los hábitats deben ser impermeables para evitar que moléculas como el agua o el dióxido de carbono se escapen hacia el vacío. En la Tierra, la permeabilidad a gases es alta en materiales orgánicos como el caucho, pero materiales como la sílice o bioplásticos modificados podrían reducir este escape, asegurando que los hábitats puedan sostener atmósferas internas durante largos periodos.

La radiación cósmica y ultravioleta es otra amenaza seria ya que capaz de dañar biomoléculas esenciales como el ADN, ya estudiamos en Andro4all qué podía suceder si nos quedábamos sin las capas magnéticas que nos protegen de estos rayos. Para protegerse, estos hábitats necesitarían una capa que bloquee la radiación dañina sin interferir con la luz visible, necesaria para la fotosíntesis. Materiales como el sílice, que bloquea la radiación UV sin afectar la luz visible, podrían ser ideales para esta función.

Un hábitat autosuficiente de estas características tendría necesidades energéticas que podrían suplirse mediante la luz solar. Incluso a niveles bajos, como los encontrados en la órbita de Júpiter, la fotosíntesis podría mantener una actividad biológica estable. Además, elementos como carbono, hidrógeno, nitrógeno y fósforo necesarios para la vida están presentes en algunos asteroides, por lo que el hábitat podría absorber y procesar estos nutrientes del entorno de una forma muy eficiente. Pero es bastante

El tamaño y localización de estos hábitats es un tema importante. El equipo de expertos cree que estructuras de alrededor de 10 metros de radio y paredes de varios centímetros de grosor podrían optimizar el control de temperatura, presión y permeabilidad. Estas estructuras serían lo suficientemente grandes para albergar procesos fotosintéticos y, a la vez, lo bastante compactas para minimizar la pérdida de volátiles.

Se puede observar como existen muchos desafíos para crear un lugar habitable que no sea un planeta. Sin embargo, cabe esperar que si hay civilizaciones avanzadas ahí fuera sean capaces de generar este tipo de ecosistemas espaciales.

Aunque pueda parecer peculiar, esto es algo que la ciencia ficción ha explorado en infinidad de ocasiones. De hecho, hay juegos como Mass Effect que lo exploran en la figura de los quarianos, o películas infantiles como Titán AE que ponen al propio ser humano como una especie nómada después de la pérdida de la Tierra. En general, la astronomía y las ciencias que estudian todo lo relativo al espacio se realimentan de manera muy poderosa con el imaginario popular y con la ciencia ficción.

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