Distintos análisis se hacen sobre el resultado de las elecciones locales y regionales que finalizaron el domingo recién pasado. Para algunos, ganó la izquierda porque tiene la mayoría de las gobernaciones; para otros, ganó la derecha por el número total de votos obtenidos, los alcaldes, concejales y Cores electos, o porque aumentó la cantidad de gobernadores electos. Otros dicen que ganó la moderación, destacando que Republicanos tuvo un buen resultado por la cantidad de concejales y Cores electos, aunque no cumplió con las expectativas. Se menciona que en la primera vuelta ganó Matthei, pero en la segunda perdió, mientras que, al no ganar en la primera vuelta, Claudio Orrego vio cómo bajaron sus bonos, y ya no se perfilaría como presidencial. Sin embargo, al ganar la segunda vuelta, volvió a posicionarse.

Lo cierto es que la conclusión a la que se llegue dependerá de la óptica desde la que se mire y de los objetivos que haya tenido cada sector. Seguramente, cada quien se quedará con la interpretación que más le convenga.

Sin embargo, la distancia entre estas discusiones y la ciudadanía es abismal. La ciudadanía parece estar cansada de estos debates políticos que no le reportan ninguna solución real a sus problemas. No basta, por ejemplo, con ser oposición a un pésimo gobierno para ganar la adhesión ciudadana, porque, para la ciudadanía, ya son todos lo mismo. Lo que esperan son propuestas concretas.

Un diagnóstico o una crítica sin una solución no sirve. Tal como versa el dicho popular: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, y así es como la ciudadanía ha preferido lo conocido, aunque no haya resuelto sus problemas, antes que volver a improvisar con alguien nuevo que, aunque pueda parecer “bueno”, también podría ser igual de “malo” que el actual. Especialmente en cargos cuyo propósito y función aún no están claros, más allá de gestionar el dinero recaudado a través de los impuestos que paga cada chileno.

Mucho se criticó que la derecha en el pasado se centraba en los datos y olvidaba el relato. Pues bien, ahora hay más relato, pero parece ausente el dato duro y las propuestas concretas.

Es hora, entonces, de encontrar un balance entre ambos: un relato que demuestre comprensión y empatía con los problemas, con liderazgos fuertes y convincentes, y, al mismo tiempo, retomar el camino de las propuestas serias y factibles. Solo así se podrá lograr que la ciudadanía recupere la confianza en que las soluciones propuestas generarán un cambio real en áreas clave como la salud, la educación, la economía familiar, las condiciones laborales y el bienestar familiar, recuperando así el camino de progreso que hemos dejado atrás.

Por Beatriz Hevia, abogada, para El Líbero

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