La frase aquella de que las elecciones no se ganan o se pierden, sino que se explican, proviene de la mala costumbre de políticos y “analistas” que pretenden sacar ventajas, convencer a la gente de lo que no sucedió o allegar agua a su molino con independencia de la verdad. Trataré de no hacerlo.
¿Quién ganó las elecciones?
Los datos objetivos nos dicen que la actual oposición había ganado 7 a 1 en la primera vuelta de las elecciones comunales y regionales, según un criterio definido hace años por Francisco Vidal, como nos recordó Pepe Auth en “Política para Adultos” de El Líbero.
Ganó en los votos de alcaldes, en el número de alcaldes elegidos (20 más); en votos de concejales (que reflejan la fuerza relativa de los partidos), en número de concejales; en votos de Cores, en número de Cores (42 más), y en votos de gobernadores.
El oficialismo ganó sólo en población gobernada por alcaldes. Estaban pendientes el número de gobernadores (donde sacaron ventaja en primera vuelta) y la población gobernada por gobernadores de cada coalición. Después de la segunda vuelta del domingo pasado, el oficialismo acortó a 7 a 3 la ventaja, porque ganó en número de gobernadores (10 a 6) y en población gobernada por gobernadores.
Pero hay también cuestiones cualitativas, porque no todos los triunfos valen iguales y está también la sensación final. Ésta nos dice que en gobernadores ganó el oficialismo, no sólo por el número sino por la resonancia de la Región Metropolitana; así como en alcaldes, la sensación cualitativa (así como la cuantitativa) fue claramente de triunfo de la oposición. Lo mismo ocurrió con los cuerpos colegiados, concejos municipales y concejos regionales, donde la oposición adquirió una presencia muy mayoritaria.
Dos ciclos electorales distintos
Pero hay otras cuestiones que son importantes de destacar porque marcan un cambio de tendencia entre los dos últimos ciclos electorales. El primer ciclo transcurre entre 2012 y 2021 y rige en él la regla de inscripción automática y voto voluntario. El segundo ciclo va de 2022 a 2024 y se realiza con inscripción automática y voto obligatorio. Este cambio en la regulación marcó una diferencia de universo electoral significativa: entre 2021 y 2024 hay un aumento de aproximadamente 6,6 millones de electores que se incorporan a la votación.
En el programa de Sociedad y Política de Libertad y Desarrollo, dirigido por Rodrigo Ubilla, se realizaron mediciones basados en la votación promedio y las desviaciones estándares en todas las elecciones de cada uno de estos dos ciclos electorales, en cada una de las regiones del país. Las conclusiones son muy interesantes y dan cuenta del efecto del voto obligatorio y también del deterioro del apoyo al gobierno en el último tiempo.
En términos agregados, el último ciclo ha significado un mejoramiento sustancial de la oposición y un claro deterioro de la votación del actual oficialismo.
En cuanto a las regiones, en el primer ciclo con voto voluntario, sólo en La Araucanía la oposición se acerca al oficialismo y es competitivo con él. En todas las demás regiones hubo un dominio del oficialismo de centro e izquierda.
Durante el segundo ciclo con voto obligatorio, en cambio, las principales regiones del norte del país: Arica, Tarapacá, Antofagasta y Coquimbo muestran ventajas para la oposición, sólo Atacama registra un predominio del oficialismo. En las regiones de Valparaíso y Metropolitana, por su parte, hay ventaja para el oficialismo (más estrecha en Santiago). En todas las regiones del sur de Chile, O’Higgins; Maule, Ñuble, Biobío, La Araucanía, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes, la actual oposición saca ventajas.
El votante obligado, tal como lo ha definido la encuesta de Panel Ciudadano de la UDD, se comporta distinto al votante voluntario. Es más parecido al votante de oposición en todo el sur del país y casi todo el norte, donde los factores económicos, la violencia y terrorismo primaron en el sur; mientras la migración y narcotráfico fueron fundamentales en el norte. Los votantes obligados de la Región Metropolitana y Valparaíso, no obstante, marcan un comportamiento diferente al resto del país, comportándose de manera más parecida al votante voluntario, que es más ideológico.
Conclusiones
El análisis de los dos últimos ciclos electorales permite concluir que ha habido un cambio en las preferencias electorales en favor de la derecha y la oposición, que es especialmente nítido en el norte y sur del país.
Tanto en el oficialismo como en la oposición, adicionalmente, hay cuestiones a las que sus políticos debieran poner atención.
En el oficialismo parece no haber conciencia que el discurso identitario e ideologizado propio de distintas élites le ha restado apoyo en la población, que se siente abandonada por la izquierda en temas como la criminalidad, la inmigración desbordada y la falta de oportunidades económicas. Se ha ido quedando sin una agenda que le permita alcanzar mayorías insistiendo en proyectos que la ciudadanía rechaza.
En el caso de la oposición, si bien el último ciclo electoral la deja bien instalada para una carrera presidencial, las elecciones se ganan cuando se cuentan los votos, por lo que debe dejar de lado la ansiedad en materia presidencial y no saltarse etapas, trabajando para consolidar su opción. Debe asumir la realidad de una oposición más amplia y diversa (ChV 28% + PR 14% + PSC 4% + Demócratas y Amarillos 4% y PDG 3%) por lo cual la unidad es fundamental. Las diferencias deben tratarse como un atributo, no como una debilidad. Debe preocuparse de la unidad y de hacer acuerdos internos.
Por Luis Larraín, economista, para El Líbero
/psg