Peso Pluma en Viña: A veces hay que escuchar la voz del narco. Así se titulaba la columna de Alberto Mayol escrito en el sitio web biobiochile.cl. que terminó por dejar al polémico cantante mexicano fuera de Viña del Mar.
Posteriormente, Alberto Mayol publicó otra columna que causó escozor en la izquierda y especialmente en el Frente Amplio, partido por el que fue incluso candidato presidencial: El 18 de octubre de Gabriel Boric, en la que planteaba que a raíz del caso Monsalve, el presidente Boric hasta podría ser acusado constitucionalmente e incluso destituido.
Y como no hay segunda sin tercera, ayer se conoció una nueva columna del Sociólogo y Académico de la Universidad de Santiago, publicada en el sitio web biobiochile.cl
A continuación la mencionada columna titulada:
Sexo, mentiras y video: Gabriel Boric y los protagonistas de la fama
Gobernar en medio del caos puede generar titulares, pero difícilmente puede construir un legado político duradero o positivo.
“Sexo, mentiras y video”
En la película “Sexo, mentiras y video” la intimidad, la percepción pública y la instrumentalización de las relaciones personales; son el corazón del asunto.
En la película, el personaje de Graham utiliza las entrevistas en video como una manera de explorar la sexualidad y construir relaciones que de otro modo no podría tener. En el caso del gobierno de Boric, la relación con la ciudadanía busca el deseo. Ya no es tiempo de sutilezas, ya no hay erótica: vamos directo a que me pongas atención, vamos al sexo. Y no habrá forma de detenerme porque hay videos. Y cuando no los tenemos, alguien graba uno.
Es así como los temas de sexualidad parecen haber sido politizados e instrumentalizados por distintos actores, tanto internos como externos. La politización de los casos de connotación sexual podría ser vista como una “estrategia narrativa”, ya sea para loable fin de desviar la atención de problemas estructurales más profundos; o ya sea por la más loable tarea de concentrar toda la atención en sí mismo.
También podría ser que el gobierno tenga interés en romper la separación entre los poderes Ejecutivo y Judicial. La constante intervención del gobierno en procesos judiciales y su inclinación hacia una de las partes en litigio han debilitado aún más las instituciones.
Incluso la defensa del Presidente por un caso que no lo compromete en sus actos de gobierno es improcedente, pero se ha hecho. La ministra Camila Vallejo ha defendido al presidente Boric, afirmando que enfrentan “una denuncia sin sustento, sobre hechos que jamás ocurrieron”. Por supuesto, la vocera cree ser la portavoz de un amigo, pero en realidad es portavoz de un gobierno. Y debe omitir cualquier otro comentario en ese orden.
El caos del gobierno de Gabriel Boric
¿Por qué tanta agenda con el sexo? ¿Por qué tapar el sexo con más sexo? ¿Por qué olvidar la posible víctima de Monsalve y apoyar a las potenciales víctimas de Valdivia? O, incluso mejor, ¿por qué no relevar el hecho de que el Presidente ha sido víctima de acoso? Solo hay dos posibilidades:
– La primera: un cuadro psicológico en el que la necesidad de tomar el protagonismo desde el rol valorado (víctima) es funcional a su tranquilidad emocional. En este caso podrían ser distintas rutas que podrían explicar un cuadro psicológico, por ejemplo, rasgos narcisistas o una estrategia defensiva ante una crisis de identidad que incomodaría a la persona, necesitando proyectar su incomodidad con el rol en el caso Monsalve hacia un caso donde él es la víctima.
– La segunda opción es que el gobierno y el Presidente vean en todos estos líos sobre el sexo algo positivo, algo valioso, un recurso político del más alto nivel. Por supuesto, el resultado no es un gobierno sólido, sino el caos.
En política, el caos suele ser una consecuencia no deseada, un efecto colateral de decisiones mal calculadas o circunstancias incontrolables. Sin embargo, en el gobierno de Gabriel Boric, pareciera haber una voluntad deliberada de situar el desorden lo más cerca posible de la autoridad, casi como si la notoriedad personal y el espectáculo público fueran prioritarios por sobre la estabilidad del país y de su gobierno.
La opinión pública se encuentra inundada de rumores, desconfianza hacia las autoridades y una sensación de desgobierno. La decisión de concentrar estos temas en la oficina presidencial no parece responder a un criterio de eficiencia o justicia, sino a una estrategia para mantener el foco mediático en el gobierno, aunque sea a costa de su propia credibilidad.
La única ganancia tangible parece ser la propia visibilidad mediática. Todo lo demás –la institucionalidad, la confianza pública, e incluso la posibilidad de una resolución justa de los casos– se sacrifica en nombre de una notoriedad individual que resulta tan llamativa como irresponsable.
Desorden y exposición por sobre gestión y estabilidad
En todos estos casos, la búsqueda de notoriedad personal o política parece ser la única explicación coherente detrás de decisiones que, de otra forma, resultan incomprensibles. La administración de Gabriel Boric, lejos de consolidar una narrativa de cambio y gobernabilidad, parece atrapada en una lógica destructiva donde el desorden y la exposición pública reemplazan a la gestión y la estabilidad.
Este patrón no solo debilita al gobierno actual, sino que también socava la confianza en las instituciones y en la capacidad del Frente Amplio para liderar el país. Gobernar en medio del caos puede generar titulares, pero difícilmente puede construir un legado político duradero o positivo.
Si el gobierno de Boric no rectifica esta estrategia, el diluvio que parece estar buscando será también el fin de su proyecto político.