Ya es un poco tarde para esperar un milagro de Navidad para lograr que se concrete la reforma de pensiones. Después de avanzar por un innecesariamente arduo proceso de negociación durante más de dos años, el gobierno del Presidente Gabriel Boric se encuentra en una posición especialmente compleja para lograr la aprobación de una reforma de pensiones.
Si apoya la reforma que tiene los votos para ser aprobada en el Congreso, el gobierno deberá enfrentar una revuelta entre los sectores más duros de izquierda. Si, en cambio, persiste en incluir algunas de las demandas más anheladas de la izquierda radical en el contenido de la reforma, el gobierno avanzará decididamente hacia una derrota política catastrófica. Por eso, bien pudiera ser que el gobierno crea que la mejor estrategia es seguir negociando hasta que la realidad política se imponga y la temporada electoral obligue a la suspensión de la tramitación de una reforma de pensiones.
Todos saben que resulta muy difícil negociar acuerdos para avanzar reformas significativas en años electorales. Los legisladores están más preocupados de sus campañas de reelección o de sus futuras carreras políticas que de sentarse a negociar en el congreso. Aunque el Presidente saliente pudiera tener interés en anotarse una última victoria legislativa, los aspirantes a candidatos presidenciales están con la calculadora en mano dispuestos a torpedear cualquier reforma que pudiera poner en peligro sus propias aspiraciones presidenciales. Aunque todos los candidatos entienden que es mejor que se logre un acuerdo imperfecto a que el próximo gobierno tenga que heredar el problema, los candidatos están más preocupados de lograr llegar a La Moneda que de los problemas con los que se encontrarán en caso de ganar la próxima elección presidencial.
La culpa de la demora en lograr el acuerdo es exclusivamente del gobierno. Después del incuestionable fracaso del proceso constituyente con el plebiscito de septiembre de 2022, el gobierno del Presidente Boric presentó una propuesta de reforma de pensiones en noviembre de 2022 que no se hacía cargo de la aplastante voluntad popular expresada en el plebiscito. Al tirar el tejo tan pasado, el gobierno de Boric quiso hacer un gesto hacia su propia galería más que demostrar su disposición a lograr un acuerdo que reflejara la voluntad popular por mantener la propiedad de lo fondos en manos de cada ahorrante.
En los dos años que han pasado desde ese provocador anuncio del gobierno, ha habido un lento avance que ha permitido acercar posiciones. El gobierno ha tenido que ceder mucho más de lo que ha cedido la oposición. Pero la oposición sabe que tiene el reloj electoral de su lado y que las posiciones que defiende el gobierno son impopulares. Por eso, el lento avance de las negociaciones le ha hecho más daño al gobierno que a la oposición.
Ahora bien, la oposición también ha cometido errores. El hecho que los chilenos quieran mantener el sistema de capitalización individual no significa que la gente no odie a las AFP o que las personas estén satisfechas con las pensiones que van a recibir. La gente quiere que haya un pilar estatal más poderoso y que las AFP sean castigadas por lo que las personas consideran un trato abusivo y falta de rendición de cuentas. Es cierto que muchas personas están enojadas con las AFP y prefieren romper la vajilla que entender las verdaderas razones por las que las pensiones son insuficientes. Pero el hecho concreto es que la gente quiere castigar a las AFP a la vez que quiere mantener el sistema de capitalización individual.
Esas preferencias complejas, multidimensionales e incluso contradictorias de las personas generan las condiciones para que haya un acuerdo de último minuto que permita a todos los actores políticos declararse ganadores. Hay una oportunidad para que todos lleven agua a sus propios molinos electorales. Pero esa ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente a medida que se acerca la próxima temporada electoral.
Como se hizo notorio el fin de semana pasado, la contendora presidencial que lidera las preferencias en la derecha, Evelyn Matthei, entró al ruedo del debate sobre la reforma para posicionar mejor sus propias aspiraciones presidenciales. Los otros aspirantes presidenciales se apurarán en hacer algo parecido. Mientras más opinen sobre la reforma de pensiones los contendores presidenciales, más difícil será que el gobierno y la oposición lleguen a un acuerdo.
Como es evidente que ya no parece que habrá humo blanco para un acuerdo de pensiones antes de que termine el 2025 -y ciertamente tampoco habrá un milagro de Navidad que permita celebrar un acuerdo- el tiempo para alcanzar un acuerdo se reducirá a las calurosas semanas de enero. Si el acuerdo no se cierra antes de que el Congreso tome su receso de las vacaciones de febrero, los chilenos volverán a frustrarse al saber que las pensiones seguirán siendo malas para los actuales y futuros pensionados.
Por Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP, para El Líbero
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