El fútbol es sorprendente. El Celta regresó de una decisión injusta, un penalti a favor no pitado que desembocó en gol en contra, y de un partido decidido en el minuto 80 a provocar una prórroga y abonar la crisis del Real Madrid.
El equipo blanco se metió solo en un follón en el que no sabe a quién culpar. El Bernabéu empezó pitando a Tchouaméni y Lucas y acabó lamentando los errores de dos de sus favoritos, Camavinga y Asencio, prueba de la crisis de confianza (y fútbol) en que se han metido los blancos. Para despejarla acudieron Endrick, con un gran remate y un taconazo, y Valverde, con un disparo monumental, para cerrar el pase en goleada engañosa. Honor al Celta, que sufrió el acierto del rival y el desacierto arbitral.
Como era de esperar, Ancelotti cambió el plan después del naufragio de Yeda. Metió a Asencio en el once, pero no sacrificó a Tchouaméni, señalado por el madridismo hasta al cantar las alineaciones. Como el técnico italiano, también pitado. Le ubicó en la medular. Tampoco quiso restar confianza a Lucas, el lateral. No hay otro. Entraron también Lunin, Fran García, Ceballos, Modric y Brahim. Más de medio equipo de refresco para medir el tamaño de la crisis y la apuesta de un Celta valiente. Porque el equipo de Giráldez no traía buenos números a domicilio, es cierto, pese a ser un equipo reconocible y brindar uno de los mejores partidos del curso, el 4·3 de La Cerámica, en el arranque de temporada. Sin Aspas y Alfon, sus dos atacantes más en forma, el Celta confió en el talento indetectable de Williot Swedberg y el juego de pivote de Borja Iglesias para dar un susto al Bernabéu. Apuesta interesante.
Hacía mucho tiempo que el Bernabéu no abroncaba a uno de sus jugadores de forma tan clara. Desde el primer balón, Tchouaméni escuchó pitos nítidos, contundentes, que cargaron de plomo sus botas. Buscó un remate lejano que probó a Iván Villar, cierto, pero el desapego de la grada cargó de responsabilidad a los madridistas, con una circulación segura, pero lenta. Lo mejor en media hora, un par de centros largos de Asencio a Mbappé y un reverso de Brahim a pase de Modric fueron toda la producción, escasa para tanto dominio. ¿Y el Celta? Pues no sufrió. Y mira que es un equipo que le gusta mandar con la pelota. Sin ella no está cómodo.
El partido se quebró en el 37. Se asomó el Celta por el lado izquierdo con Carreira, no llegó Borja al centro atrás, falló el Madrid en la salida y el pase filtrado dejó a Williot ante Lunin. No tocó balón, tocó bota del sueco, pero Munuera no pitó y sofocó la protesta céltica remitiéndose al VAR. Al costado contrario salió Mbapopé al galope, tiró la bicicleta a Javi Rodríguez y sorprendió a Iván Villar por su palo. Hernández Hernández en el VAR revisó las imágenes y no vio motivo para anular el gol blanco y decretar penalti para el Celta. Un atropello en toda regla que tragó como pudo Giráldez, a quien ya sacó Cuadra de sus casillas en Vallecas.
A falta de fútbol, el Bernabéu encontró personalidad y coraje en Raúl Asencio, coreado por la grada antes del descanso. No hubo cambios tras el descanso, pero el duelo quedó resuelto por talento. Bajó Mbappé a recibir en la medular, se giró, metió el pase a Brahim que aguardó a la incorporación de Vinicius. Pase corto, tiro raso y a la jaula. 2-0 para soltar la tensión. Metió Giráldez a Sotelo y Pablo Durán buscando presencia en área donde intervino Tchouaméni para evitar el gol gallego. Pudieron anotar Mbappé por dos veces, una de ellas habilitado por Tchouaméni tras un robo, Brahim y Vinicius. Nótese la mayor presencia de Aurélien, a quien ya no pitaron en la segunda parte.
Como es costumbre, Ancelotti tardó en hacer los cambios. Tampoco estaba el partido decantado del todo. Entraron Camavinga y Güler, y el turco anotó el tercero tras una gran combinación de Mbappé con Vinicius, pero el 7 partió en fuera de juego. Por parte céltica comparecieron Bamba, que puede completar en breve su pase a la MLS, y Fer López, la nueva perla de A Madroa que volvía de lesión. El primero pudo descontar tras un error de Lunin al blocar, y el segundo sumó minutos. Parecía definido el duelo cuando ocurrió lo inesperado. Un error de Camavinga (ay si lo comete Tchouaméni) habilitó a Durán que cedió el gol a Bamba. 2-1. Con diez minutos por delante.
El Celta creció desde su idea, tocando y moviendo para abrir espacios en la zaga blanca. Con Ilaix convertido en un gigante y los niños jugando sin complejos., Probó Pablo Durán, cerca del palo. Gritó Rüdiger pidiendo trabajo, un córner sembró el pánico, y en una salida a la contra Fer López abrió a banda, entró Bamba y Asencio atropelló al punta céltico. Penalti clamoroso. Minuto 90. Marcos Alonso a los 11 metros. Duro, seco, de zurda. 2-2. Entró Bellingham por Fran, lastimado minutos antes, para tratar de sortear la prórroga. Nada. A resolver la eliminatoria de madrugada.
El desenlace dejó tocado al Madrid, que apenas generó en la prórroga. Un par de arrancadas, de Valverde y Bellingham, sin mucho acompañamiento. Endrick también apareció sin confianza. Llegó también el Celta, envidiable en su despliegue táctico. Fer López recibio de Bamba y su tiro se estrelló en el brazo de Rüdiger. Segundos tensos, eternos, en el Bernabéu. Sigan. Pudo pitar penalti. Pausa. Corro del Celta. Entró Rodrygo por Vinicius, tieso. Lo intentó Goes en una conducción, detuvo Iván Villar. Y con el Celta cómodo, Güler metió un pase interior a Endrick. Se giró y soltó un latigazo impecable, a la red. Un gol excelente, aunque quedaba lo mejor, un derechazo de Valverde a bote pronto, imponente, a la escuadra. Al fin, los blancos disfrutaron de uno de esos pases agónicos, como le gustan al Bernabéu, ante un Celta excelente, por personalidad y convicción. Honor a los gallegos, con mucha menos suerte en los resultados que juego. Así es el fútbol.