La novela La guerra de los mundos de H.G. Wells, famosa por su representación de una invasión marciana, podría servir como metáfora de los actuales conflictos ideológicos que atraviesan el planeta. No es una invasión de extraterrestres lo que enfrenta a la humanidad, sino el choque entre dos visiones radicalmente diferentes del mundo. Por un lado, están quienes defienden a la persona humana como una entidad racional, priorizando la lógica y la razón; y, por otro, aquellos que se han apartado de la racionalidad en favor de emociones, subjetividades y el rechazo de la evidencia científica, una postura representada por la denominada «cultura woke».

Este concepto de «despertar» o «woke» surge de una crítica marxista a la sociedad, dirigida hacia la lucha de clases, pero aplicada a grupos y minorías basadas en criterios como el género, la raza y la sexualidad. Bajo esta ideología, el enfoque está en la inclusión mediante la intervención estatal, las políticas de «discriminación positiva» y la imposición de cuotas, lo que muchos ven como una amenaza a la igualdad ante la ley.

El auge de esta visión irracional y colectivista ha permeado las instituciones sociales y corporativas, imponiendo agendas como la «responsabilidad social empresarial» y políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI), las cuales son consideradas contrarias a los principios del mérito y la calidad. Mientras tanto, figuras como Giorgia Meloni en Italia, Viktor Orban en Hungría, y Javier Milei en Argentina se han alzado como defensores de la familia tradicional y de la racionalidad frente a un mundo cada vez más influenciado por el pensamiento irracional.

Frente a esta «guerra cultural», el Foro Económico Mundial de Davos se posiciona como el centro de poder que promueve una transformación radical de la economía y la sociedad, en lo que algunos consideran un «Gran Reinicio». Sin embargo, las voces que critican este enfoque marxista-culturalista se hacen cada vez más fuertes, con líderes como Trump y Milei desafiando abiertamente las políticas de este movimiento globalista, abogando por el regreso a la cordura y el sentido común. La batalla por el futuro global está en marcha, y sólo el tiempo dirá qué visión prevalecerá.

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