El Informe de Finanzas Públicas (IFP) publicado por la Dirección de Presupuestos (Dipres) encendió las alarmas tras revelar que el déficit fiscal efectivo de 2024 alcanzó el 3,2% del PIB, superando en 1,3 puntos la meta oficial de 1,9%. Se trata del peor registro desde la creación de la regla de equilibrio fiscal en 2001, excluyendo los años de pandemia.
Pero lo más preocupante, según diversos especialistas, es que el panorama para 2025 tampoco se vislumbra favorable: mientras el decreto de Política Fiscal establece una meta de déficit estructural del 1,1% del PIB, el propio IFP proyecta una cifra de 1,6%.
El ministro de Hacienda, Mario Marcel, reconoció la desviación y afirmó que “no descansaremos hasta recuperar la senda de consolidación fiscal que se trazó al inicio del Gobierno”.
Llamado urgente a un ajuste real
Matías Acevedo, exdirector de Presupuestos, fue categórico: “Dipres sigue sobreestimando los ingresos y proyecta un déficit estructural de 1,6% del PIB para 2025. Sin embargo, la realidad apunta más bien a un 2%”. Añadió que debe aplicarse un recorte de gasto “hasta que duela”, centrado especialmente en el gasto corriente y sin afectar la inversión pública.
En la misma línea, Cristina Torres, también exdirectora de Dipres, advirtió que el equilibrio fiscal no se logrará sin enfrentar con decisión los factores que empujan el gasto: “Será necesario abordar partidas con alta participación, como salud, licencias médicas, ausentismo laboral y evasión en el transporte público. El objetivo debiese ser reducir el déficit estructural en al menos 1 punto del PIB”.
Desde Libertad y Desarrollo, Macarena García cuestionó que el Gobierno parta el año con un gasto que ya incumple su meta autoimpuesta. “Llama la atención que el punto de partida del escenario fiscal sea una meta que, según las propias proyecciones, no se cumplirá”, criticó.
Ajuste insuficiente y previsiones dudosas
Alejandro Weber, exsubsecretario de Hacienda y actual decano en la U. San Sebastián, calificó como “grave” el déficit registrado: “Los ingresos reales de 2024 fueron US$3.000 millones menores a lo estimado. Y para 2025 se espera un alza de ingresos de 13%, lo que significa US$10.000 millones adicionales: una meta muy difícil de cumplir”.
Para Weber, el anunciado ajuste fiscal de US$700 millones “es anecdótico e insuficiente”, por lo que urge un plan serio que contemple un ajuste del orden de 1 punto del PIB (unos US$3.000 millones), junto con una revisión realista de las proyecciones de ingresos.
Rodrigo Montero, decano de la Facultad de Administración y Negocios de la U. Autónoma, agregó que muchos de los gastos tienen una fuerte inercia, lo que hace difícil realizar ajustes significativos. “Aunque se han hecho recortes en el pasado, estos han sido marginales frente al esfuerzo que hoy se requiere”.
Con estos antecedentes, el consenso entre los expertos es claro: se necesita un ajuste fiscal de fondo, que no se limite a medidas simbólicas, y que enfrente con decisión las presiones estructurales del gasto. El tiempo para corregir el rumbo se agota.
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