Una investigación del New York Times reveló que agentes de contrainteligencia venezolanos habrían utilizado la embajada de Venezuela en Santiago como base operativa para coordinar el asesinato del exteniente Ronald Ojeda, opositor al régimen de Nicolás Maduro y refugiado político en Chile. La información proviene de fuentes ligadas directamente a la causa judicial que lidera el Ministerio Público chileno.
El artículo señala que el crimen —que implicó el secuestro y posterior hallazgo del cuerpo de Ojeda en una maleta enterrada en una toma de Maipú— responde a una posible táctica extraterritorial del gobierno de Maduro para perseguir a disidentes en el extranjero, en un estilo similar al adoptado por el régimen de Vladimir Putin. Esta operación estaría vinculada a altos mandos del chavismo, como Diosdado Cabello, a quien al menos tres testigos protegidos en la causa señalan como responsable del encargo y financiamiento del asesinato.
El fiscal nacional, Ángel Valencia, ya había reconocido públicamente que uno de los detenidos declaró que Cabello estaría detrás del crimen, lo que ha provocado alarma entre las comunidades venezolanas exiliadas.
El exfiscal venezolano Zair Mundaray, citado en el reportaje, afirmó que el caso Ojeda marcó un punto de inflexión para los opositores en el extranjero: “Todo el mundo tiene miedo. Nadie dice dónde está, cómo se refugió, a qué país llegó”.
Hasta ahora, el régimen de Maduro no ha colaborado con los requerimientos judiciales de Chile ni ha emitido declaraciones oficiales respecto de las acusaciones de que su embajada habría sido usada como centro de operaciones de inteligencia clandestina.
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