En las profundidades de la Tierra, se encuentran enormes cadenas montañosas que desafían la comprensión de los científicos. Estas estructuras, algunas hasta cuatro veces la altura del monte Everest, han desconcertado a los expertos durante décadas, y una reciente investigación está más cerca de proporcionar respuestas.

Samantha Hansen, geóloga de la Universidad de Alabama y la Universidad Estatal de Arizona, junto a su equipo, buscaban cadenas de «montañas» ocultas en la Antártida, pero no en las áreas turísticas que conocemos, sino en un entorno inhóspito donde la vida silvestre apenas sobrevive. Las temperaturas extremas de -62ºC y el paisaje blanco e imponente de la región hacen de la Antártida un lugar ideal para estudiar estas formaciones misteriosas.

Estas «montañas» se encuentran entre el núcleo metálico de la Tierra y el manto rocoso que lo rodea, una zona crítica donde las transiciones físicas son más drásticas que entre el aire y la roca sólida. En 2015, los investigadores instalaron 15 estaciones sismológicas en la Antártida para estudiar el interior del planeta, y sus descubrimientos fueron sorprendentes: encontraron evidencias de lo que denominan ULVZ (zonas de velocidad ultrabaja), estructuras que se asemejan a montañas gigantes.

Las ULVZ, como las llaman los científicos, corresponden a zonas más calientes del límite entre el núcleo y el manto, donde el material puede estar parcialmente fundido. Las estaciones sismológicas revelaron que estas estructuras podrían estar presentes en todo el planeta. Aunque están a miles de kilómetros de la superficie, se cree que podrían ser depósitos de materiales antiguos provenientes del fondo del océano, y se piensa que podrían estar relacionadas con la actividad volcánica en lugares como Hawái.

El hallazgo de las gigantescas estructuras

El equipo de Hansen tuvo que viajar a lugares remotos de la Antártida utilizando pequeños aviones y helicópteros para instalar las estaciones sismológicas. Una vez colocados los equipos, comenzaron a detectar movimientos en casi todas las partes del planeta. Gracias a las ondas sísmicas generadas por terremotos, pudieron crear una imagen del interior de la Tierra similar a una radiografía.

El análisis de las ondas sísmicas reveló que, al atravesar una zona irregular entre el núcleo y el manto, la actividad sísmica se ralentizaba de manera inexplicable. Algunas de estas «montañas» alcanzan una altura de hasta 40 km, equivalente a 4,5 veces la altura del monte Everest, mientras que otras tienen solo 3 km. También se descubrió una estructura colosal bajo Hawái, que ocupa una zona de 910 km de ancho.

Aunque se han recopilado muchos datos sobre estas montañas, su origen sigue siendo un misterio. Una hipótesis sugiere que podrían ser parte del manto inferior, que se ha sobrecalentado por su cercanía al núcleo incandescente de la Tierra. Otra posibilidad es que estas montañas sean restos de la antigua corteza oceánica que desapareció hace cientos de millones de años y se hundió en la Tierra para quedar sobre el núcleo.

Además, se sabe que estas montañas profundas están cerca de grandes áreas de baja velocidad de corte (LLSVP), estructuras misteriosas que podrían estar vinculadas a estas montañas. Sin embargo, las montañas descubiertas en la Antártida no parecen estar cerca de estas áreas, lo que sugiere que podrían formar una capa continua que envuelve el núcleo de la Tierra.

La investigación continúa, ya que se necesita más análisis para determinar si estas montañas realmente forman una capa continua. Con el avance de las técnicas de investigación, los científicos esperan llenar el vacío de conocimiento sobre el límite entre el núcleo y el manto, lo que podría tener implicaciones importantes sobre la composición y dinámica del interior de nuestro planeta.

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