La popularidad del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha caído a su nivel más bajo en sus tres mandatos, según una encuesta reciente del instituto Datafolha. Solo el 24% de los brasileños considera que su gobierno es «bueno» o «muy bueno», una caída de 11 puntos porcentuales desde diciembre pasado. Por otro lado, el 41% lo califica como «malo» o «muy malo», lo que refleja un creciente descontento en un contexto de inflación persistente y un fortalecimiento de la derecha en el escenario político.

Lula, de 79 años, llegó al poder en 2023 con la promesa de reconstruir un país que describió como una «casa semidestruida» tras el gobierno de su antecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro. Sin embargo, dos años después, muchos brasileños sienten que las promesas de Lula no se han materializado, lo que ha generado una ola de desilusión, incluso entre su base electoral tradicional.

Inflación y descontento: Los principales desafíos
Uno de los factores clave detrás de la caída en la aprobación de Lula es la persistente inflación, que ha afectado el poder adquisitivo de las familias brasileñas. Aunque el gobierno ha implementado medidas para contener el alza de precios, como subsidios y controles temporales, los resultados no han sido suficientes para aliviar la presión sobre los hogares más vulnerables.

Además, la economía brasileña enfrenta otros desafíos, como un crecimiento lento y un desempleo que, aunque ha disminuido, sigue siendo una preocupación para millones de ciudadanos. «La gente esperaba más. Lula prometió cambios rápidos, pero la realidad es que muchos brasileños no han visto mejoras significativas en su calidad de vida», explicó un analista político consultado por este medio.

La sombra de Bolsonaro y el fortalecimiento de la derecha
Mientras Lula lucha por recuperar la confianza de los brasileños, la derecha brasileña, liderada por figuras cercanas a Jair Bolsonaro, ha ganado terreno en el escenario político. Bolsonaro, quien sigue siendo una figura influyente a pesar de su derrota en las elecciones de 2022, ha criticado duramente al gobierno de Lula, acusándolo de no cumplir sus promesas y de gestionar mal la economía.

Este resurgimiento de la derecha ha puesto presión adicional sobre Lula, quien aún no ha confirmado si buscará la reelección en 2026. «El escenario político está cada vez más polarizado, y Lula sabe que necesita recuperar apoyo si quiere tener alguna posibilidad de competir en las próximas elecciones», señaló un experto en política brasileña.

2025: ¿El año de la cosecha?
A pesar de los desafíos, Lula insiste en que 2025 será el «año de la cosecha» de sus promesas electorales. En discursos recientes, el mandatario ha pedido paciencia a los brasileños, argumentando que los primeros dos años de su gobierno se han centrado en «arreglar» los problemas heredados de la administración anterior.

Entre las promesas pendientes se encuentran la reactivación económica, la reducción de la desigualdad y la mejora de los servicios públicos, como la salud y la educación. Sin embargo, muchos brasileños se muestran escépticos ante estas declaraciones, especialmente en un contexto donde la inflación y el desempleo siguen siendo problemas cotidianos.

El futuro político de Lula
La caída en la aprobación de Lula plantea serias dudas sobre su futuro político. Aunque el presidente ha demostrado en el pasado una capacidad notable para recuperarse de crisis, el actual escenario parece más complicado. La combinación de descontento popular, inflación y un fortalecimiento de la derecha podría dificultar cualquier intento de reelección en 2026.

Mientras tanto, el gobierno de Lula enfrenta el desafío de implementar políticas efectivas que permitan recuperar la confianza de los brasileños. «No se trata solo de promesas, sino de resultados concretos. La gente quiere ver mejoras reales en su vida diaria», afirmó un analista económico.

En un país históricamente marcado por la polarización política, el futuro de Lula y su gobierno dependerá en gran medida de su capacidad para enfrentar estos desafíos y demostrar que, después de todo, 2025 puede ser realmente el «año de la cosecha».

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