La Corte de Apelaciones de Antofagasta confirmó el desafuero de la diputada Catalina Pérez por el Caso Convenios y el caso sigue bajo investigación desde que se descubrió primero el de Democracia Viva. ¿Qué le hizo pensar a la diputada y a todos los involucrados que en nombre de hacer un bien social podían de manera corrupta derivar esos fondos que son de todos los chilenos para otros fines que no eran los del objeto del proyecto? El acto de disimular una oficina para “que parezca” a viva voz refleja que tiene la conciencia de ello, lo que es muy grave, porque sabe que no está haciendo lo correcto. Ética inexistente.

Arriba del pedestal moral ofrecieron una constitución -como dijo la ex presidenta Bachelet, “se acerca a lo que siempre soñé”-, que según el entonces ministro Giorgio Jackson condicionaba las reformas del Gobierno al triunfo del Apruebo. Al ganar el Rechazo se quedaron sin proyecto de gobierno. Las mentiras de Rojas Vade -engañó a la gente simulando un cáncer- sin pensar en el impacto que tuvo en todos aquellos que pierden familiares por esta enfermedad. Stingo, ex convencional de aquella constitución, dijo: “Nosotros vamos a poner los grandes temas, porque nosotros representamos a la gente. Los demás tendrán que sumarse”… es decir, los otros no sirven y no interesa saber lo que desean. Por ello ese proceso contó con muy poco diálogo. Y fracasó.

La superioridad moral es la combinación entre la vanidad y la ignorancia, lo que genera el fenómeno de la cancelación, el derecho a hacer lo que quiera solo porque “mi moral es superior porque soy mejor persona y mi ética es más elevada”. Este tipo de actitudes, además de ser corruptas desde la moral, generan violencia y desconfianza en los ciudadanos. Durante el estallido, tal como señalara Carlos Peña, los frenteamplistas apoyaron y estaban allí, pero no se enfrentaron directamente con carabineros, sino que utilizaron pretextos para que otros lo hicieran. Inmoral o amoral. Cristián Valdivieso utiliza la analogía con la maniobra de utilizar a Michele Bachelet para que sea candidata porque les conviene.

Toda la coalición gobernante actual, incluyendo al ministro de Hacienda Mario Marcel, apoyaron con firmeza la propuesta de constitución del 2022 e hicieron campaña por el Apruebo, siendo que su costo anual estaría entre US$28.500 y US$45.000 millones, según un estudio realizado por seis economistas. Si hoy el estrés fiscal de Chile es insostenible y el Consejo Fiscal Autónomo está haciendo advertencias llamando al gobierno disminuir este año 1.500 millones de dólares del presupuesto y la deuda de Chile subió de -11% a 40% del PIB, ¿qué sería de Chile de haberse aprobado esa Constitución? La irresponsabilidad en materia fiscal ha sido grande. Errores de la Dipres importantes preocupan. Esto ha tenido un gran costo para Chile.

Todo gobernante sueña con tener mayoría absoluta, sin ser ello lo mejor para la democracia, que cuando se nutre de acuerdos obliga a pensar en el deseo del otro, obliga al diálogo con vocación de acuerdo. Requiere de mucha cultura y ética política. Hay oposiciones que deciden de por sí no apoyar ningún proyecto o hasta destituir al presidente, como le ocurrió al ex presidente Sebastián Piñera en su segundo mandato.

¿No fue acaso irresponsable la política de retiros? Fue apoyada por el actual gobierno y hoy la gente sufre las consecuencias, ya que no pueden acceder a un crédito hipotecario porque le sacaron cincuenta mil millones de dólares al sistema. Otra gran irresponsabilidad.

El político que no se nutre del técnico puede tomar decisiones erradas y todas las consecuencias las sufren los ciudadanos.

La superioridad moral y la irresponsabilidad han sido temas recurrentes en el gobierno de Gabriel Boric, generando críticas y debates sobre su gestión. Desde su llegada al poder en marzo de 2022 ha enfrentado diversos desafíos que han puesto a prueba su liderazgo y la coherencia entre su discurso y sus acciones. Llegó al poder con un discurso de cambio y renovación, presentándose como una alternativa ética frente a la política tradicional. Sin embargo, esta postura de superioridad moral ha chocado con la realidad de gobernar un país complejo como Chile. La administración ha enfrentado críticas entre los suyos por sacrificar sus ideales y ceder ante presiones políticas y económicas, contradiciendo sus promesas de campaña. Hubo toma de conciencia por parte del Presidente, pero no ha sido suficiente.

Un ejemplo claro de esta contradicción fue la gestión del caso Monsalve. El presidente Boric admitió en una conferencia de prensa haber tenido conocimiento de una denuncia por violación contra el entonces subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, pero tardó en tomar medidas al respecto. Este tema aún no se conoce en qué estado judicial está. La ministra Orellana quiso justificar la demora diciendo que “no es lo mismo un subsecretario que un portero”. Con esto desnudó su esencia, donde otra vez aparece la superioridad moral encubierta por la lucha identitaria.

Este gobierno ha tenido una tendencia a subestimar el impacto de sus acciones y a tomar decisiones sin un análisis profundo de sus consecuencias, como fue la crisis de los indultos a fines de 2024, que reveló una falta de articulación dentro del oficialismo y deficiencias en la capacidad analítica del ejecutivo. Este episodio no solo generó un desgaste político significativo, sino que también puso en evidencia la fragilidad de la coalición gobernante.

El desafío de gobernar versus la retórica electoral se pone de manifiesto este año en que se elegirá en Chile a quien dirija los destinos de la Patria.

Del lado de la derecha más conservadora y libertaria han elegido una dinámica que refleja una «pelea a cuchillos», cuando mejor es marcar diferencias sin agresiones que hieren y sobretodo destacar coincidencias ya que Chile necesita una alternativa distinta que sea capaz de recuperar con un amplio espectro político la posibilidad de gobernar y recuperar el país. Lo responsable es que la competencia electoral se haga en relación a las formas de llegar al mejor proyecto país y resolución de problemas. La contienda final debe ser con el oficialismo, con quienes sí hay diferencias profundas que han llevado al país al fracaso.

El desafío de la coherencia y del comportamiento político en Chile es fundamental en un año en donde los ciudadanos necesitan saber hacia dónde va el país. El verdadero desafío no está en proclamar principios, sino en aplicarlos de manera coherente en el ejercicio del poder y para beneficio de todos los habitantes. Chile tiene muchas cosas buenas logradas y de las cuales hay que enorgullecerse, pero que también requieren cuidado para seguir avanzando hacia el desarrollo.

Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor. Ya no se puede, no hay lugar para más fracasos. No da igual.

Por Iris Boeninger, economista. Ex embajadora de Chile en Uruguay.

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