Faltan algunos días para que termine febrero y, en lo que va del mes, gran parte del debate político ha estado dominado por la eventual subida a la elección presidencial de Michelle Bachelet, quien es la única figura del oficialismo que en las encuestas aparece como una opción competitiva ante la abanderada de Chile Vamos, Evelyn Matthei.
Si bien la exmandataria ha señalado en distintas oportunidades que no está en sus planes ser candidata por tercera vez -en agosto pasado sostuvo que “espero no estar frente a ese dilema” y que “cuando salga un candidato de nuestro sector, yo lo voy a apoyar”-, aún varios en la izquierda esperan convencer a Bachelet para que cambie de opinión en marzo, ya que otras figuras del oficialismo, como la ministra del Interior Carolina Tohá, no logran despegar en los sondeos.
La exjefa de Estado ha jugado al misterio en las últimas semanas, lo que ha ayudado a alimentar el murmullo sobre su eventual regreso. Por ejemplo, el 22 de enero, en un seminario en la Universidad de Chile, en lugar de descartar de plano que será candidata, sostuvo que el Presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, le recomendó postular nuevamente a la presidencia, porque él estaba muy contento con su tercer período al mando de su país.
Pero no es primera vez que Bachelet tiene en ascuas a la izquierda. Lo mismo ocurrió en marzo de 2013, cuando a pesar de haber dicho que no quería volver a La Moneda, finalmente renunció a su cargo de directora de ONU Mujeres y llegó a Chile con bombos y platillos a lanzar su candidatura. Eran otros tiempos. En ese momento lideraba las encuestas y nadie dudaba que ganaría la presidencial. De hecho, para asumir el desafío puso como requisito crear una nueva coalición que superara a la ex Concertación y que incluyera desde la DC al Partido Comunista: la Nueva Mayoría.
El giro a la izquierda de Bachelet fue notorio. De hecho, en esa campaña -y también en su primer gobierno- Bachelet hizo varios gestos en favor del Partido Comunista y de figuras del naciente Frente Amplio, dejando a heridos de su propio Partido Socialista en el camino.
Por eso, para muchos la ex Presidenta es considerada como una suerte de madrina de los principales inquilinos de La Moneda y su eventual candidatura es vista con muy buenos ojos no sólo por el Socialismo Democrático, sino que por el Partido Comunista y el Frente Amplio, como una especie de vuelta de mano por los favores del pasado.
“La de Bachelet es una candidatura que representa más bien al Frente Amplio y al Partido Comunista, mientras que Carolina Tohá es más la candidata del Socialismo Democrático”, señaló esta semana a El Líbero el exsubsecretario de Salvador Allende, empresario, economista y militante del PS hasta 2019, Óscar Guillermo Garretón, sugiriendo que ya en su segundo gobierno la exmandataria dejó de tener algo que ver con la tradición concertacionista del reformismo responsable y se inclinó más a la izquierda. De hecho, para varios, ella sería la candidata de continuidad del gobierno del Presidente Gabriel Boric, encargada de cuidar y profundizar el legado del actual mandatario.
El pacto impulsado por Bachelet para que el PC llegara al Congreso… y luego a La Moneda
Desde su primer gobierno, Bachelet se ha preocupado de incluir en el mapa de poder al Partido Comunista. En 2009, cuando existía el sistema binominal, desde La Moneda ella fue una de las principales impulsoras de un pacto por omisión entre la Concertación y el Partido Comunista para que el PC pudiera llegar al Congreso por primera vez desde 1973.
«Estoy aquí acompañada por los dirigentes del Partido Comunista, con quienes hemos estado abordando una de las barreras más complejas de la democracia chilena en los últimos 20 años, me refiero exclusivamente a la exclusión política de sectores importantes del país como es el Partido Comunista», sostuvo Bachelet en octubre de 2009 en un encuentro con la cúpula del PC.
A la salida de la cita, la entonces Mandataria valoró el acuerdo electoral entre su coalición y el PC para buscar «romper con la exclusión política».
«Espero que las elecciones parlamentarias de diciembre permitan crear las condiciones para que Chile cuente con un Parlamento más representativo y en sintonía con lo que los ciudadanos creen», dijo Bachelet.
Y su deseo se cumplió, pues en las elecciones del 13 de diciembre de ese año, gracias a la omisión de la Concertación, el PC logró instalar en la Cámara de Diputados a Guillermo Teillier, Hugo Gutiérrez y al actual timonel de la tienda, Lautaro Carmona, quien fue uno de los primeros en impulsar una eventual tercera aventura presidencial de Bachelet, en julio pasado.
Cuatro años más tarde, en 2013, cuando Bachelet ganó la segunda vuelta presidencial a Matthei, la exmandataria tuvo otro gesto con el Partido Comunista al nombrar como ministra de la Mujer a Claudia Pascual, la primera militante de la tienda en ser secretaria de Estado en 40 años. Un año más tarde agregó a un nuevo ministro del PC a su gabinete: Marcos Barraza en Desarrollo Social.
Los gestos hacia Jackson, RD y la nueva camada PC
Si bien los principales líderes de lo que hoy es el Frente Amplio y la nueva camada del PC que protagonizaron el movimiento estudiantil de 2011 nacieron en su vida política cuestionando la obra y el legado de los gobiernos de la Concertación -incluso de la primera administración de Bachelet-, en 2013 la exmandataria les hizo gestos y les dio espacio para que crecieran.
En agosto de ese año, Bachelet hizo gestiones personales para que el Partido Socialista y la DC bajaran las candidaturas a diputado de Marcelo Díaz y Eugenio Ravinet en el distrito de Santiago para que Giorgio Jackson no tuviera competencia y pudiera salir fácilmente electo.
Asimismo, la ex Concertación evitó poner candidatos fuertes en los distritos donde competían Camila Vallejo y Karol Cariola del PC.
«A Chile le hace bien que gente como Giorgio (Jackson), Camila (Vallejo) o Karol (Cariola) lleguen al Congreso, porque expresan a una parte importante del país», sostuvo Bachelet por esos días.
Ya instalada en La Moneda por segunda vez, Bachelet permitió que dirigentes del naciente partido Revolución Democrática participaran en una segunda línea de su gobierno, principalmente en el Ministerio de Educación. El caso más emblemático es el de Miguel Crispi, actual jefe del segundo piso de Boric, quien trabajó con Nicolás Eyzaguirre en el Mineduc. Anteriormente había tenido un paso por la Fundación Dialoga, encargada de preservar el legado del primer gobierno de la ex Presidenta.
La consultora del gobierno de Boric
De la camada de los líderes del movimiento estudiantil de 2011, Gabriel Boric fue por lejos el más crítico de Bachelet. “Cada vez que escucho hablar a la Bachelet o sobre la Bachelet, me aburro profundamente”, escribía en Twitter en septiembre de 2011.
Cada vez que escucho hablar a la Bachelet o sobre la Bachelet, me aburro profundamente.
— Gabriel Boric Font (@GabrielBoric) September 20, 2011
En marzo de 2016, cuando Bachelet ya llevaba dos años de su segundo mandato, en una entrevista con el diario El País de España, Boric siguió cuestionando con dureza a Bachelet: “Llegó con un programa moderado que busca humanizar un neoliberalismo desbocado más que realizar reformas estructurales”.
Pero todo cambió en 2021, cuando Boric pasó a segunda vuelta junto a José Antonio Kast. El hoy Mandatario visitó a Bachelet en su casa y ella anunció que votaría por él.
Desde ahí se ha transformado en una especie de consultora permanente del Presidente y ha participado en varias actividades emblemáticas del gobierno.
“Con la Presidenta Bachelet tenemos una profunda complicidad, yo converso con ella permanentemente, prácticamente todas las semanas y tenemos muchas coincidencias”, dijo Boric en mayo pasado.
/psg