La reciente encuesta Panel Ciudadano UDD sobre preferencias presidenciales, mostró a Evelyn Matthei en el primer lugar con 27%, seguida por Johannes Kaiser y José Antonio Kast, Carolina Tohá con 12% y Tomás Vodanovic con 8%. En casi todos los sondeos, Matthei supera a cualquier competidor en los posibles escenarios de segunda vuelta.
La menor ventaja se producía en una definición con Bachelet, pero ella, como sabemos, no competirá. ¿Significa, entonces, que la carrera está prácticamente ganada por la centroderecha? De ningún modo. No existen las carreras corridas antes del veredicto de las urnas.
El reto de Matthei y los partidos que la apoyan es no cometer errores costosos. Será crucial inspirar confianza entre quienes desean un cambio de rumbo del país, pero no han adoptado aún una posición acerca de cuál puede ser el mejor camino. Y desde las convulsiones de 2019, han pasado demasiadas cosas que cambiaron el mapa político, entre ellas el hecho de que el mundo de la derecha se volvió más diverso por la relevancia alcanzada por Republicanos, Socialcristianos y Libertarios.
En los años 90, no era evidente que la unión de RN, la UDI y otros grupos representara una opción de centroderecha. El peso del pinochetismo se hacía sentir de diversas maneras. Eran los años en que Andrés Allamand denunciaba la influencia de los poderes fácticos en las opciones de la derecha, y todo el mundo entendía que se refería a los militares y los empresarios. Hoy, Chile Vamos no necesita esforzarse para demostrar que es la centroderecha. Basta con observar lo que ocurre a su derecha. Además, la crisis de la antigua Concertación le ayudó a cubrir el centro del escenario.
¿Con quién compite Matthei en primer lugar? Probablemente, con la candidatura que emerja de la primaria oficialista en junio. ¿Será Carolina Tohá? A primera vista, parece tener la mayor opción, pero necesita cuadrar el círculo: o sea, no ser la cara de la continuidad, y resistir las presiones de La Moneda para que sí lo sea, lo cual incluye mantener la confusa alianza con el PC y el FA, que la miran con desconfianza, como explicó Ascanio Cavallo en Ex Ante. ¿Qué resultará al final? Dependerá directamente de Tohá. El liderazgo implica no pedir permiso para marchar en determinada dirección.
Pero Matthei compite también con “la otra derecha”, representada por Kast y Kaiser, que disputan entre sí la hegemonía en el espacio de lo que podría llamarse la derecha con los dientes apretados, partidaria de una confrontación dura con las izquierdas. Es la corriente que creció como respuesta a la fiebre izquierdista que partió con Bachelet II y llegó al clímax con Boric. Se fortaleció con el golpismo de izquierda de 2019, la aventura refundacional de la Convención, y hasta la nostalgia de Boric por la Unidad Popular. Causas y efectos. Siempre es así.
La prueba más compleja para Matthei será diferenciar su proyecto de lo que representan las otras familias derechistas y, al mismo tiempo, desarrollar un modus vivendi con ellas para unir fuerzas en segunda vuelta y, eventualmente, establecer una relación constructiva en un eventual gobierno. No será sencillo, puesto que la competencia suele crear un clima beligerante que desborda las buenas intenciones. Y podría crecer el populismo de sello mileísta/trumpista.
El acto del jueves 6 de marzo en el Teatro Oriente constituyó la partida formal de la campaña presidencial de Matthei, quien explicó que los ejes de su programa de gobierno serán la seguridad, la inmigración ilegal, la economía y la salud. Presentó además a los responsables de tales áreas, donde resalta la presencia de varios excolaboradores del presidente Piñera. En todo caso, lo decisivo será el horizonte que proponga, y los medios que defina para avanzar en esa dirección.
El deseo de estabilidad y gobernabilidad gravitará decisivamente en el voto de la mayoría, lo cual se vincula al reforzamiento del orden legal y a la necesidad de que el Estado cumpla eficazmente sus obligaciones en materia de seguridad pública.
El sentido común tiende hoy a priorizar los cambios bien pensados, y a rechazar el voluntarismo y los experimentos dudosos. Es indispensable establecer acuerdos muy amplios para que el país vuelva a crecer y atienda las urgencias en salud, educación y vivienda. Por lo tanto, no puede haber señales equívocas respecto de lo que se quiere hacer.
En este cuadro, no son claros el sentido ni la utilidad de la participación de Matthei en un seminario del CEP programado para el 21 de marzo, en el que participará también el ministro argentino Federico Sturzenegger, y cuyo titulo es “Desregulación y transformación del Estado: lecciones desde la Argentina y propuestas para Chile”. ¿Se trata de consejos para la candidata? No puede haber una mirada candorosa al respecto. Es visible que quienes idearon el seminario están interesados en las enseñanzas de “la Argentina de Milei”. ¿Es acaso un modo de neutralizar a Kaiser, el libertario en competencia? Sería exótico, sin duda.
El ministro invitado es, propiamente, el encargado de la motosierra, el símbolo del gobierno de Milei para rebanar organismos y planes del Estado. Es, por supuesto, demasiado temprano para que el gobierno argentino crea que está en condiciones de dictar lecciones a la región, pero ahí lo tenemos.
¿Alguien está pensando en usar una motosierra en Chile? Sería el descriterio completo. Se requiere modernizar el Estado, racionalizar el gasto público y evitar el despilfarro, pero no se puede entrar a machetazos en el aparato estatal sin medir las consecuencias sociales y políticas que pueden venir.
En Chile, no es posible que un mandatario haga y deshaga en materia de organización del Estado. Los cambios no pueden ser resueltos arbitrariamente por el gobierno, puesto que hay instituciones y procedimientos que respetar.
Además, existen estudios serios de académicos chilenos que pueden ser la base de un proceso gradual y sostenible de modernización del Estado, que no provoque problemas mayores que los que se busca resolver. ¿Lecciones de Milei para Chile? Suena extravagante.
Por desgracia, hay quienes en Chile aceptan el autobombo de ese gobierno, y cierran los ojos ante sus incongruencias y disparates. A lo mejor, en el seminario del CEP sale a colación la criptoestafa que investiga la justicia argentina y que tuvo como protagonista al propio Milei.
Por Sergio Muñoz Riveros, analista político
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