Decir las cosas por su nombre no es fácil, porque en algunas oportunidades esa conducta trae malos ratos e incomprensión, pero ¡la verdad tiene que ser dicha siempre!, con claridad, respeto, y obviamente sin injuriar. También es cierto que existen algunos personajes, especialmente en política, que prefieren “sacarle el cuerpo a la jeringa” y “hacerse los de las chacras” dejando que las cosas pasen, porque es “lo políticamente correcto”.
Se estará preguntando mi impaciente contertulio ¿a título de qué esta pluma ha puesto sus tintas en la vieja frase “con la verdad no se miente”? Muy simple, en los últimos días ha florecido un Piñerismo exacerbado que ha llevado a algunos a promover que se le levante un monumento al expresidente frente a la Moneda; a otros les ha nacido escribir odiosas columnas promoviendo a la candidata de la oposición, desacreditando a los otros candidatos del sector (D. Gallagher, Mercurio 12/2); por último, están algunos de sus colaboradores, familia incluida, haciendo fuerza para que la candidata siga las aguas del exmandatario.
Sin exagerar, en parte de la oposición se percibe un leve aire (medio paranoico) de estar frente a un nuevo “Cid Campeador”. El piñerismo pareciera querer emular, en su ficción política, al héroe medieval que se destacó por su habilidad para ganar batallas. Con toda honestidad hay que señalar que, para algunos de sus seguidores, se está frente a una leyenda que, al igual que “el Cid”, sigue ganando batallas después de muerto, y que nunca ha dejado de ser un símbolo de honor, lealtad, destreza y valentía.
Sobre lo anterior no caben ambages: a esta pluma le preocupa que la candidata de la oposición no esté consciente que ser la continuidad del piñerismo es un camino errado, no es lo que la ciudadanía espera de ella. Ha pasado poco tiempo para que la gente se olvide que “el gobierno del Cid del siglo XXI” (con todo respeto) fue un mal gobierno, hay que recordar que el expresidente en sus evaluaciones llegó incluso a cifras inferiores a dos dígitos (7%), a diferencia del “aprendiz de gobernante” que se mueve en el rango del 30%.
Tampoco ha pasado tanto tiempo para que la sociedad olvide las imperdonables traiciones que marcaron la actitud del expresidente: traicionó a su sector llamándolos “cómplices pasivos”; traicionó a los carabineros que lo salvaron el 18.O, para luego procesarlos; traicionó a las militares, a quienes prometió que se preocuparía que tuvieran una Justicia Justa, y luego los persiguió implacablemente… Para qué seguir, la lealtad nunca fue su fuerte.
En fin, son muchos los aspectos de los cuales la actual candidata debe cuidarse -una parte la hemos visto en estas líneas-; también debe saber que “no le suma” el ser la continuadora del piñerismo y menos el “dispararles a las propias tropas”, ese no es el camino, está en el sendero equivocado, y se puede encontrar con un precipicio muy complicado… Pero lo más importante es que recuerde el viejo dicho: “dime con quien andas…”.
Por Cristián Labbé Galilea
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