La Santa Sede confirmó este miércoles que el papa Francisco (86 años) oficiará la bendición «urbi et orbi» el próximo 20 de abril, ceremonia central del Domingo de Pascua reservada exclusivamente al líder católico. El anuncio llega tras cinco semanas de internación en el Hospital Gemelli de Roma por neumonía bilateral –diagnosticada el 23 de marzo– y marca un hito en su proceso de recuperación.

Agenda condicionada: incertidumbre sobre su presencia en ritos clave
Aunque el Vaticano garantizó el desarrollo normal de eventos como:

  • Domingo de Ramos (inicio de Semana Santa).
  • Vía Crucis en el Coliseo (viernes Santo).
  • Canonización de Carlo Acutis (27 de abril, primer «influencer» beatificado).

Advirtió que la participación del Pontífice dependerá de su evolución clínica. Fuentes eclesiales anticipan que, de no mejorar su condición, la mayoría de ceremonias quedarán a cargo de cardenales designados, con apariciones puntuales de Francisco. Es la primera vez desde su elección en 2013 que se activaría este «plan B» estructural para Semana Santa.

Antecedentes críticos: cuarto episodio médico en dos años
La neumonía bilateral se suma a:

  • Cirugía de colon (julio 2021, con 10 días hospitalizado).
  • Problemas de movilidad (2022, uso recurrente de silla de ruedas).
  • Infección respiratoria (noviembre 2022, que canceló actos públicos).

El último parte médico destaca que, aunque fue dado de alta el 29 de marzo, sigue terapias ambulatorias. La decisión de mantener el «urbi et orbi» –ritual que simboliza unidad global de la Iglesia– busca transmitir estabilidad, pero expone la tensión entre transparencia y preservación de autoridad en un papado marcado por imprevistos sanitarios.

Impacto pastoral: entre protocolo y excepcionalidad
Analistas vaticanistas señalan que la eventual delegación masiva de ritos a cardenales podría:

  1. Reforzar el rol de figuras como el cardenal Pietro Parolin (Secretario de Estado).
  2. Acelerar debates sobre mecanismos de sucesión en caso de incapacidad papal.
  3. Plantear desafíos litúrgicos, pues Francisco suele personalizar ceremonias con gestos hacia periferias sociales.

El Vaticano evita hasta ahora especular sobre escenarios a mediano plazo, pero la próxima semana será clave para evaluar si el Papa retoma su ritmo habitual o inicia un período de actividad reducida.

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