No hay peor derrota que aquella que resulta de errores no forzados. La forma en que la derecha chilena está enfrentando el desafío de las elecciones que se vienen en noviembre de 2025 anticipa que, de no corregir rumbo y hacer lo que es correcto y electoralmente más conveniente, pavimentará el camino para una incomprensible y profundamente autodestructiva derrota en la contienda parlamentaria. Si los partidos de derecha insisten en ir en más de una lista, lo más probable es que la izquierda logre alcanzar una mayoría de los escaños en el Congreso.

De los 27 escaños que no se renuevan en el Senado, la derecha tiene 13 y la izquierda 14. Para ganar mayoría, la derecha necesita ganar 13 de los 23 escaños que se renovarán en noviembre. Como la derecha defiende 12 escaños, ese sector debe sumar un escaño a los que ya tiene. La única forma de lograr tal hazaña es teniendo una lista única para las elecciones parlamentarias. Porque la cifra repartidora D’Hondt premia a la coalición que recibe la primera mayoría en cada distrito, ir en una sola lista es imperativo para ganar una mayoría de los escaños en las regiones que reparten cinco escaños (Valparaíso, Maule y Araucanía).

Suponiendo que en las regiones que reparten dos escaños (Arica, Iquique, Atacama y Aysén), la derecha sólo logrará uno, para llegar a 13 escaños, la derecha deberá ganar 3 escaños en las otras 3 regiones. Si la derecha va en 2 listas y la izquierda va en una, hay mejores chances de que la izquierda logre 3 escaños. Si la izquierda recibe el 45% de los votos en las elecciones para senadores en cada región, y cada lista de derecha recibe en torno al 25% (el otro 5% va a candidatos independientes o de partidos menores), la cifra repartidora asignará 3 escaños a la izquierda y uno a cada coalición de derecha. La izquierda sumará 13 senadores y la derecha solo sumará 10. La mayoría en el Senado en los próximos 4 años estará en manos de la izquierda.

En la Cámara de Diputados, la derecha defiende 68 escaños, los partidos de la coalición de izquierda defienden 74 y hay otros 13 que están en manos de partidos menores y de centro. Si van en una sola lista, los partidos de izquierda también lograrán cómodamente una mayoría de escaños en esa Cámara.

Los partidos de derecha dicen estar haciendo un esfuerzo para construir unidad, pero varios de sus líderes han explicitado que las diferencias al interior de la derecha son demasiado profundas como para formar una lista única. Aunque es innegable que las diferencias al interior de la derecha existen, es patente que son mucho mayores las diferencias que tienen todos los partidos de derecha con la hoja de ruta estatista y nostálgica de un pasado fracasado que parecen inspirar a la izquierda.

Si la derecha efectivamente cree que este gobierno de izquierda ha metido al país en un hoyo del que es imperativo salir, resulta incomprensible que haya tres grupos de derecha que sean incapaces de unir todas sus fuerzas para ayudar a sacar al país de la crisis. Si Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser son incapaces de entender lo urgente que resulta construir unidad, ninguno de ellos tiene lo que se necesita para volver a poner al país en el camino correcto al desarrollo y la inclusión social. Si estos tres líderes se empecinan en competir entre ellos, los únicos que sonreirán en Chile son los líderes de izquierda que verán que sus chances de mantenerse en el poder mejorarán sustancialmente.

Ilusoriamente, algunos en la derecha aspiran a que haya dos candidatos de derecha en segunda vuelta. Pero desde el retorno de la democracia, la izquierda en Chile siempre ha sumado al menos un 40% de los votos. Aunque los tres candidatos de derecha sumaran el 60% de la votación, lo más probable es que la segunda vuelta sea entre el ganador de esta autodestructiva competencia entre los tres derechistas y la candidatura de unidad de la izquierda. Incluso si la derecha ganara en segunda, la división de la derecha en varias listas parlamentarias en primera vuelta le dará a la izquierda una mayoría en el Congreso que bloqueará efectivamente cualquier intento del próximo gobierno por impulsar necesarias reformas para poner al país en el sendero correcto.

Peor aún, una disputa a tres bandas en la elección presidencial en la derecha alimentará justificadas dudas en el electorado sobre la capacidad de ese sector para dar gobernabilidad al país. Si no se pueden poner de acuerdo entre los que piensan parecido, ¿cómo va a convencer la derecha al electorado de que podrá construir acuerdos con la oposición de izquierda?

Algunos nostálgicos del autoritarismo o ignorantes que leen equivocadamente lo que ha pasado en Argentina, El Salvador, Italia o Estados Unidos creen que basta con ganar la elección presidencial para poder hacer las transformaciones que Chile necesita. Pero sin mayoría en el Congreso, ningún Presidente en Chile ha podido gobernar de forma exitosa.

A partir de 2026, si la mayoría del Congreso está en manos de la izquierda, los cambios que Chile precisa no se podrán realizar independientemente de si cualquiera de los tres abanderados de derecha hoy logra llegar a la presidencia.

Por Patricio Navia, sociólogo, cientistas político, académico de la UDP.

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