Desde el pasado fin de semana todo el mundo comenzó a fijarse en la diminuta república de San Marino.

Como no forma parte de la Unión Europea (UE), este microestado enclavado entre las regiones de las Marcas y Emilia-Romagna, en el centro-norte de Italia, fue “perdonado” por el presidente estadounidense, Donald Trump, como subrayaron en la prensa local. A diferencia del arancel del 20% con el que fue castigada la UE, la república de San Marino -el tercer país más pequeño de Europa después del Principado de Mónaco y el Vaticano-, tendrá un arancel del 10%. Una ventaja por la cual no sólo empresas italianas, sino también, de otros países de la UE, comenzaron a evaluar abrir allí, en sus apenas 61,2 km2, una base operativa desde la cual exportar a Estados Unidos.

“Hemos recibido confirmación, también a través del consulado norteamericano en Florencia, de que el tipo arancelario indicativo aplicado por los Estados Unidos a la República de San Marino se sitúa actualmente en el 10%. Estamos todavía en una fase preliminar y estamos siguiendo la evolución de la situación, conscientes de que se trata de decisiones unilaterales que podrían sufrir cambios”, admitió Luca Beccari, secretario de Estado de Asuntos Exteriores del microestado, en una conferencia de prensa.

El pequeño y diminuto Estado, que se jacta de ser el país más antiguo del mundo, si bien es miembro de la ONU y otros organismos internacionales como el FMI, no forma parte de la UE, con quien, de todos modos, ha sellado acuerdos que implican por ejemplo la utilización del euro y tiene una relación privilegiada con Italia, con la que no hay aduana, sino diversos tratados que reglamentan la especial relación. Viven allí unas 40.000 personas.

Tras el “Día de la Liberación” que trastocó al mundo, en teoría el arancel del 10% podría garantizar una ventaja competitiva para la pequeña república de San Marino. Se trata de un arancel que es la mitad del que le toca a las exportaciones italianas y europeas. Aunque, tal como subrayó el Corriere della Sera, las características y dimensiones de la exportación no son comparables. Pero a la luz de esta ventaja potencial, varias empresas están considerando la posibilidad de abrir una base operativa bajo el Monte Titano, la más alta de las siete colinas sobre las que surge la república y donde se levanta la capital homónima.

Decenas de empresas de importación y exportación tienen su sede comercial en San Marino, donde hay impuestos mucho más bajos y que hasta la crisis financiera de 2008 fue un paraíso fiscal. Su economía se basa principalmente en el turismo (hospeda más de 3 millones de visitantes por año) y en el sector bancario, aunque también produce y exporta cerámica, textiles, muebles y vino.

Según trascendió, varios empresarios comenzaron a pedir información para saber si les convendría abrir una oficina en San Marino teniendo en cuenta las tarifas más bajas. “El teléfono de la Cámara de Comercio sigue sonando y las llamadas no son sólo de empresarios italianos sino también de otros países europeos”, aseguró el Corriere della Sera, que agregó que los más interesados son aquellos que operan en los sectores más expuestos al mercado estadounidense -agroalimentario, moda, maquinarias, farmacéutico- y que corren el mayor riesgo de sufrir el impacto de los aranceles.

En medio de gran preocupación por lo que vendrá y mientras no ceden las críticas de la oposición a Giorgia Meloni, “amiga” de Trump que quedó mal parada tras el golpe arancelario, Denis Cecchetti, director general de la Agencia de Desarrollo-Cámara de Comercio de San Marino, se mostró sorprendido por el repentino interés. “Confieso que estamos un poco sorprendidos porque tenemos la impresión de que muchos de los que nos llaman subestiman el hecho de que no es tan simple como creen y que estamos completando un camino que nos llevará a ingresar en la UE como país ‘asociado’, lo que nos convertirá en una parte aún más integral del sistema de relaciones y oportunidades económicas europeas”, dijo.

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