La Sociedad Occidental vive momentos especiales. Las diferentes religiones conmemoran con variados ritos y formalidades los fundamentos de su Fe, lo que debiera generar un ambiente propicio para el recogimiento, especialmente en un país donde la mayoría de losciudadanos dice profesar algún credo. Sin embargo, la realidad nos muestra que Semana Santa es vista más como un feriado que como una oportunidad de reflexión.

No crea, mi bienaventurado contertulio, que esta pluma ha decidido evangelizar con estas líneas. Muy por el contrario, lo que busca es alertar sobre lo importante que es reflexionar, en momentos donde los valores de nuestra identidad nacional y el rumbo de progreso que tuvimos en el pasado parecen haberse perdido definitivamente. De allí, entonces, que una reflexión simple y realista nos debiera ayudar a entender mejor el momento que vivimos y
los desafíos que enfrentamos, para así activar a quienes se han guarnecido en sus zonas de confort.

Vivimos tiempos en que el malestar social se siente en las calles, en las redes, en toda conversación; la gente está cansada de los mismos discursos, de las mismas promesas, de los mismos rostros. Y sin embargo, a pesar de ese hartazgo colectivo, muchos siguen instalados en una cómoda pasividad… “El cambio no nace del confort, sino del coraje de incomodar lo establecido.

Cuando en nuestra situación política todos dicen que “el cambio” es lo que se necesita para restablecer el orden, la seguridad, la justicia, la probidad, el crecimiento, entre muchos otros factores… en un segmento importante de intelectuales, analistas, y de los acomodados de siempre, vuelve a aparecer “la tesis del mal menor”. ¡Qué horror… otra vez lo mismo!

Estamos frente a un año de elecciones difíciles: partidos desgastados, políticos desprestigiados, una corruptela desatada, candidatos poco consecuentes. A pesar de ello, se instala la creencia de que no queda otra opción, sólo el mal menor, alguien que no es garantía de consecuencia… Si para algunos ese camino puede sonar lógico y práctico,
ténganlo claro, no es más que “un cazabobos” demasiado peligroso.

Teniendo a la vista una alianza, “inicialmente” parlamentaria (subrayo inicialmente), de partidos que profesan explícitamente los principios de la Sociedad Libre (Libertarios, Republicanos y Socialcristianos), surge una esperanza para derrotar “el mal menor”, donde están todos aquellos que por comodidad, prejuicios o cobardía… desprecian lo posible y buscan dejar fuera de juego las otras opciones. Si otra vez votamos con miedo, nos
resignamos a un futuro peor en todo al que el país se merece.

Por último, esta pluma aventura en estos días una reflexión a sus leales contertulios: “El cambio no nace de la resignación, sino del coraje de soñar con algo mejor”; debemos luchar con firmeza por los valores que creemos y profesamos, no importa cuán difícil sea el camino. El futuro se construye con decisión y valentía. No debemos caer en “la trampa del mal menor” sino que luchar con esperanza por “el bien mayor”.

Por Cristián Labbé Galilea.

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