Mientras “urbi et orbi” se espera que finalmente salga “la fumata blanca” desde la Capilla Sixtina indicando que «Habemus Papam» (Tenemos Papa), en estas australes latitudes el mundo terrenal, especialmente el político, ve con pocas esperanzas que salga “humo blanco” en materia de candidatos para las futuras elecciones. Es tal la confusión, el desorden y la improvisación que hay en los sectores de gobierno y oposición, que ni Nostradamus ni el monje Malaquías se atreverían a aventurar una predicción de lo que va a ocurrir.

Por el lado del gobierno el desorden es “patagüino”; en consecuencia, nada se puede esperar de un sector donde los eventuales candidatos “dejan chico a Pedro”, negando una y otra vez ser parte o continuadores del gobierno. El ejecutivo, en tanto parte, parece «estar en Babia»… sin enterarse de lo que ocurre a su alrededor.

Por lo mismo, gastar tinta en criticar al gobierno es tiempo perdido, tan perdido como parecen tener las próximas elecciones y el prestigio nacional e internacional. En lo nacional, a juicio de esta pluma, “pegarle al gobierno” sería como “chutear una pelota pinchada”, no sirve de nada; y, en lo internacional, fue el Presidente Lula, líder y referente para la izquierda latinoamericana, quien se encargó de “darle un bofetón político” al mandatario chileno cuando le confesó que “echaba de menos a Piñera”… ¡Qué bochorno!

Y si miramos a la oposición, en ChileVamos las cosas no parecen ir mejor. El espectáculo que han dado últimamente, ni la muerte del Papa Francisco logró que pasara desapercibido. Armaron “una primaria de utilería” y, cuando todo el tinglado estaba listo, fue la propia candidata quien, sin mediar conversación alguna con los partidos, le sacó el piso al sector anunciando que no habría tal primaria. ¡PLOP!

Si no se supiera quien actuó en esa dirección, bien podría pensarse que se trataba de “una acción estratégica”, pero lamentablemente lo ocurrido confirma que estamos ante quien, si bien goza de popularidad y puede momentáneamente encabezar las encuestas, dista mucho de ser una persona con liderazgo o una estadista.

Tres condiciones muy distintas: la popularidad en política casi siempre tiene presencia mediática pero momentánea y superficial, lo que no implica competencia ni consecuencia; el líder político, en cambio, inspira confianza, construye equipos y propone rumbos; el estadista por su parte asume una responsabilidad histórica, prioriza el bien común y su foco no está en el titular del día, sino en el futuro, en el país que quiere, en los valores que lo inspiran y en los principios que tiene que defender.

En fin, así como el mundo espera la Fumata Blanca, un sector mayoritario del país espera la consolidación de una opción que reúna las condiciones de popularidad, liderazgo y visión de futuro. Para que eso ocurra, a juicio de esta pluma, la solución es la “Formula K”, que ya logró la unidad parlamentaria; ahora tiene que, con grandeza, lograr la unión presidencial, porque… «Un país no se construye con oportunismos erráticos, sino con decisiones
consecuentes, firmes y justas”.

Por Cristián Labbé Galilea

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