Este 1 de mayo, fecha instaurada por los comunistas para celebrar al “trabajador”, terminó muy “comunistamente”. Las juventudes de ese partido planificaron minuciosamente el colgar a dos muñecos de los pies, al más estilo “partisano”, con los rostros de José Antonio Kast y Johannes Kaiser, a los que se les agregaba esvásticas nazis en sus cabezas, hombros y pechos. Esta “instalación”, porque no es curioso que traten de decir que era “arte”, fue puesta en la Alameda con Nataniel Cox y compartida como historia en redes sociales por parte de las Juventudes Comunistas en su página oficial.

Las críticas se hicieron venir, por lo que la publicación fue bajada. Las autoridades comunistas intentaron hacer ver que posiblemente la cuenta no era verdadera. Las juventudes del partido negaron la cuenta y Lautaro Carmona dijo enfático: “No participamos de esas caricaturas. El tema de fondo es que nunca hemos planteado en Chile usar métodos como los degollados, las personas lanzadas al mar. Como decimos: aquí estamos otra vez. Nunca hemos planteado ese método para tratar la diferencia así sea con la ultraderecha”.

El alcalde de Santiago dijo que esta acción “demuestra que el Partido Comunista sigue pegado en una dinámica en donde la democracia es instrumental y la violencia es una herramienta que están dispuestos a usar en caso de ser necesario: la violencia como herramienta política”. Afirmó que nunca han abandonado la violencia como forma política, una realidad que se ha visto en los liceos emblemáticos permeados desde el comunismo en la lógica de la lucha de clases y la validación de la violencia. De hecho, no nos podemos olvidar de los jóvenes del INBA que resultaron con graves quemaduras por estar fabricando bombas molotov dentro del recinto.

La evidencia en la historia ha demostrado que los comunistas no juegan. De hecho, según los cálculos del “Libro Negro del Comunismo”, libro publicado en 1997 y editado por Stéphane Courtois, quien junto a su equipo tuvieron acceso a los archivos desclasificados de la Unión Soviética, concluyeron la dramática cifra de más de 100 millones de personas muertas a manos de esta ideología. La historia los condena. Es por esto que, el 19 de septiembre de 2019 la Unión Europea situó oficialmente al comunismo al mismo nivel que al nazismo, condenando y aclarando que “ambos regímenes cometieron asesinatos en masa, genocidios y deportaciones, y fueron los causantes de la pérdida de vidas humanas y de libertad a una escala hasta entonces nunca vista en la historia de la humanidad”.

Es por esto lo que el expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, afirmaba en su estilo de humor irónico: “¿Cómo se sabe si alguien es comunista? Es alguien que lee a Marx y a Lenin. ¿Cómo se sabe si alguien es anticomunista? Es alguien que entiende a Marx y a Lenin». Esto es sabio, ya que ya Marx, quien había aprendido de los “jacobinos” de la revolución francesa, dividía al “pueblo”, los que piensan como él y “no pueblo” a los que piensan distinto. Y como decía Robespierre: para los primeros, el gobierno de la razón y para los segundos, el gobierno del terror.

Desde su origen han odiado la libertad y sobre todo la de pensamiento, son totalitarios. El Manifiesto Comunista es una simplificación en extremo. Todo se reduce a la «clase» económica en la que se nació. Todos somos opresores o una masa indefensa de oprimidos. La vida es conflicto. Para ellos la violencia siempre ha sido válida y Lenin vino a reafirmar y a justificar las acciones violentas como necesarias. No nos olvidemos que las juventudes socialistas en Chile hoy, conmemoraban a Lenin y lo ponían de ejemplo para los jóvenes.

Todo en el comunismo se trata de un odio infatigable contra las libertades y derechos naturales del ser humano. Su principal objetivo es la conquista del poder, para la destrucción de los valores de la civilización occidental. Esto debe hacerse a toda costa y por tanto, la violencia es un medio aceptado. De hecho, sin violencia, las posibilidades del comunismo desaparecen ya que la inclinación natural del ser humano es la libertad y la real diversidad. La minoría más mínima es la persona y no hay nadie igual a otro. El colectivismo y el comunismo son de hecho, contra natura y solo se pueden imponer por fuerza. Los comunistas no juegan, son serios y disciplinados, ya que su tarea es ir en contra de la realidad y la naturaleza humana. Por eso, tienen que sustituir la religión real en la que existe Dios, por la “religión laica atea” que exige dedicación, pertenencia y fe ciega. El comunismo es una “religión de sustitución”. Es por eso que, reemplazan las festividades cristianas reales y tradicionales por festividades laicas, como el 1 mayo o el 8 de marzo, invenciones de sustitución. Además reemplazan los santos reales en la historia por “santos laicos”, de hecho no muy santos en realidad, más bien “asesinos justificados”, como es el caso del Che Guevara. Los comunistas no juegan, son muy serios, ya que saben que no son el original y sólo pueden imponerse desde la fuerza.

Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora para El Líbero

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