El cardenal Robert Francis Prevost Martínez ha sido elegido como el papa número 276 en la historia de la Iglesia Católica. A sus 69 años, este religioso nacido en Chicago y de ascendencia española, se convierte en el primer pontífice estadounidense y también el primer agustino en ocupar el trono de San Pedro, sucediendo al fallecido papa Francisco.

Su elección en el cónclave refleja una trayectoria profundamente vinculada al pensamiento y legado del pontífice argentino. En 2023, el propio Francisco lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos, órgano clave en la selección episcopal, así como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, cargos que evidencian la confianza directa que el Papa depositó en él.

Prevost cuenta con una sólida formación intelectual. Licenciado en Ciencias Matemáticas por la Universidad de Villanova, obtuvo además una maestría en Divinidad y completó sus estudios en Derecho Canónico en Roma, graduándose magna cum laude con una tesis sobre el rol del prior local en la Orden de San Agustín. Su vocación pastoral se consolidó en Perú, donde sirvió en diversas funciones desde 1985, incluyendo el rol de vicario judicial y formador de aspirantes agustinos. Fue también administrador apostólico de las diócesis de Chiclayo y Callao, y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana.

Su cercanía con Jorge Mario Bergoglio se refleja en una visión compartida sobre la Iglesia al servicio de los pobres y los migrantes. En entrevista con Vatican News, el propio Prevost recordaba con admiración el viaje apostólico de Francisco a Lampedusa, símbolo de su compromiso con los desplazados. En febrero de este año, el ahora papa León XIV también valoró la carta pastoral del papa Francisco a los obispos estadounidenses, en un contexto marcado por un endurecimiento de las políticas migratorias: “sobre la importancia de estar cerca de los que sufren y de tener el corazón de Jesucristo”.

Firme defensor de la Iglesia sinodal, también ha manifestado su preocupación por el cambio climático, otra de las causas prioritarias del pontificado anterior. No obstante, ha expresado su oposición a la ordenación sacerdotal de mujeres, argumentando que “clericalizar a las mujeres no necesariamente soluciona un problema, podría generar uno nuevo”, según sus propias declaraciones.

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