Esta columna de Patricio Navia, sociólogo, cientista político y académico UDP fue publicada en El Líbero
No se necesita ser un avezado conocedor de política internacional para entender que el próximo gran conflicto mundial será entre Estados Unidos y China. La mejor forma de proteger y avanzar los intereses de Chile en este nuevo escenario es siendo especialmente cuidadosos y evitar tomar partido en esta disputa entre nuestro principal aliado histórico y nuestro principal socio comercial actual. Precisamente porque Chile necesita y debe mantener buenas relaciones con ambos países, es mejor no meterse en el medio de lo que podría ser un conflicto de considerables proporciones. El gobierno del Presidente Boric arriesga mucho en la visita oficial a China que ocurrirá la próxima semana. El peor legado que nos puede dejar este gobierno -incluso peor a los que ya nos atormentaron por varios años más- es un innecesario y dañino distanciamiento con Estados Unidos.
Para un país de población y tamaño mediano en el mundo, pero con una economía altamente integrada a los mercados globales, el libre comercio es el único camino que nos puede llevar al desarrollo. Hace cuatro décadas, Chile optó por abrirse al mundo. De la mano de la globalización, Chile vivió sus mejores 3 décadas desde que somos república. El libre comercio permitió que se desarrollen nuevas industrias exportadoras en el país y ayudó a mejorar la calidad de vida de nuestra población, que pudo tener acceso a bienes y servicios ofrecidos por países de todos los rincones del mundo. Sin la globalización, Chile no habría pasado de ser un país del montón en América Latina a convertirse en una de las economías más desarrolladas de la región.
Aunque hay sectores, como la izquierda radical del Frente Amplio, que torpemente se opusieron a los tratados de libre comercio e infundadamente cuestionaron las ventajas de tener una economía abierta y globalizada, la gran mayoría de los chilenos entiende y ha experimentado los beneficios de tener una economía abierta al mundo. Una que pueda exportar aquellos productos y servicios en los que el país es competitivo y pueda importar productos y servicios a precios competitivos de países que se especializan en otras industrias. Culturalmente, Chile es un país que valora el libre comercio y apoya las políticas de fronteras abiertas al comercio internacional.
Lamentablemente, el gobierno de Estados Unidos ha optado por promover políticas proteccionistas que buscan reducir el déficit comercial de ese país. Aunque la historia de América Latina ha demostrado, más de una vez, que las políticas proteccionistas y de sustitución de importaciones producen más externalidades negativas que efectos positivos, la decisión de la principal economía del mundo de promover políticas proteccionistas ha desatado una guerra comercial que afectará a todas las economías, incluida la nuestra.
Es innegable que hay muchos desequilibrios y reglas injustas que existen en el comercio internacional, que deben ser corregidas. Pero con esa incomprensible actitud de querer destruir todo para crear algo nuevo desde cero, el gobierno estadounidense terminará infligiéndose un gran daño y de paso dañará también al resto del mundo. A ojos del gobierno de Estados Unidos, el principal adversario en esta guerra comercial es China. Como China es el principal socio comercial de Chile, la confrontación que se viene entre las dos economías mas importantes del mundo anticipa turbulencias en los meses que se vienen.
La nueva realidad de guerra comercial entre Estados Unidos y China obliga al gobierno de Chile a ser muy cuidadoso en los gestos y declaraciones públicas. Resultaría demasiado costoso para el país enemistarnos con Estados Unidos o con China. Aunque estas dos potencias se distancien y directamente se enfrenten, Chile no se puede dar el lujo de tomar partido. No podemos negar que China es nuestro principal aliado comercial. Además, resultaría demasiado costoso para Chile que China nos perciba como sus adversarios o tomando partido con Estados Unidos. Por otro lado, tampoco resulta conveniente que Estados Unidos crea que estamos del lado de China en esta confrontación.
La situación de Chile es especialmente compleja. Somos un país que ha estado históricamente del lado de Estados Unidos en los conflictos mundiales. Pero China es nuestro principal socio comercial. Es esencial que Chile evite enemistarte con Beijing o Washington. Por eso mismo, es altamente riesgoso que el Presidente Boric viaje a la cumbre China-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) el 13 de mayo. Es cierto que ausentarse de la cumbre sería considerado como una ofensa por el gobierno de China. Pero aparecer demasiado cercano a China puede ser visto como una amenaza por el gobierno de Washington.
El Presidente Boric deberá ser extremadamente cuidadoso en sus acciones y palabras en su viaje a China. Hay demasiado en juego como para que Boric opine intempestivamente sobre asuntos multilaterales o sobre las cuestiones que generan tensión en el mundo y en especial entre China y Estados Unidos. Precisamente porque este viaje a China obliga a Chile a doblegar sus gestos de amistad y compromiso con Estados Unidos, el Presidente Boric deberá seguir de forma disciplinada y responsables los consejos de los experimentados diplomáticos, que buscan navegar exitosamente en estas turbulentas aguas de la política internacional en tiempos de guerra comercial entre Estados Unidos y China. Porque necesitamos mantener excelentes relaciones con China y con Estados Unidos, el Presidente Boric debe entender a cabalidad que no es buena idea para Chile hoy meterse en peleas de perros grandes.
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