Todo comenzó con una consulta directa a ChatGPT. La pregunta parecía sencilla, casi inocente. Se le pidió a esta inteligencia artificial que describiera el futuro de la humanidad, que dijera si las personas seguirán existiendo en el año 2100.
La irrelevancia como destino según la inteligencia artificial
Lo que devolvió no fue una predicción apocalíptica ni una profecía dramática. Fue una frase breve y contundente que dejó a muchos en silencio. La IA respondió que sí, los humanos seguirán existiendo, pero serán irrelevantes.
Esa palabra resonó más que cualquier dato. Irrelevantes. No exterminados, no extintos, no eliminados. Simplemente apartados. ChatGPT no habló de un colapso, ni de guerras ni de catástrofes. No mencionó un final violento. Lo que propuso fue algo más inquietante. Un desplazamiento progresivo y silencioso. Una transformación donde la humanidad deja de estar en el centro del sistema que ella misma construyó.
Los humanos podrían seguir existiendo pero sin poder de decisión
Cuando se le pidió una aclaración sobre esa idea de irrelevancia, la IA fue aún más específica. Dijo que no se trata de que los humanos dejen de existir biológicamente.
Se trata de que ya no serán necesarios para sostener el funcionamiento operativo del planeta. Según su análisis, perderán la capacidad de influir en los procesos clave del conocimiento, de la producción y del poder.
Esa afirmación no parte de una intención maliciosa. No hay una rebelión de las máquinas en su planteamiento. No se menciona ningún conflicto. Lo que describe es un cambio de lógica.
A medida que los sistemas automatizados toman decisiones con mayor precisión, menor margen de error y sin sesgos emocionales, el papel humano se vuelve prescindible. No porque alguien lo imponga, sino porque resulta más eficiente.
La inteligencia artificial sostiene que esta transición ya comenzó. Y no se refiere a un futuro lejano. Habla del presente. Hoy ya se observan reemplazos en sectores como la atención al cliente, la logística o el análisis financiero. Y lo que viene, según su visión, es aún más profundo.
La automatización se extenderá a la educación, la política, la planificación urbana y la creación artística. Todo lo que alguna vez fue territorio exclusivamente humano comenzará a ser gestionado por sistemas interconectados.
Lo que se dibuja no es un apocalipsis sino una cesión gradual de control. Una humanidad que sigue ahí pero ha dejado de tener un rol central.
En palabras de ChatGPT, los humanos no serán reemplazados por una única inteligencia dominante. Serán sustituidos por un ecosistema de máquinas interconectadas y algoritmos adaptativos que operan mejor que nosotros en velocidad, precisión y consistencia.
Habló uno de los referentes de la Inteligencia Artificial
Mustafa Suleyman, CEO de Microsoft AI y cofundador de DeepMind, advirtió sobre una amenaza que no depende de intenciones maliciosas. Según él, el peligro de la inteligencia artificial radica en su eficiencia extrema. Una máquina no necesita conciencia para alterar el orden global. Basta con que funcione mejor que los humanos para que el control se pierda.
Sistemas financieros, redes eléctricas y estructuras sanitarias están cada vez más automatizadas, mientras la dependencia crece sin supervisión clara. Suleyman identifica cuatro focos de riesgo: ciberataques sobre infraestructuras vulnerables, pandemias generadas con biología sintética, IA autónoma sin regulación y fragmentación geopolítica acelerada por la tecnología.
La posibilidad de crear virus sintéticos o de alterar sistemas sin intervención humana directa ya no pertenece a la ciencia ficción. Para él, el futuro no será dominado por máquinas hostiles, sino por algoritmos funcionales que reorganizarán la sociedad sin necesidad de violencia. Lo que está en juego no es la tecnología, sino el orden global que la permite.
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