En 1998, Armageddon imaginó un equipo de perforadores petroleros convirtiéndose en astronautas para detonar una bomba nuclear en un asteroide. Hoy, científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore liderados por Mary Burkey usaron inteligencia artificial para simular si esta estrategia podría funcionar en la vida real. La respuesta: sí, pero con matices críticos.

DART: El éxito de los métodos no nucleares
En 2022, la misión DART de la NASA demostró que un impacto cinético (sin explosivos) puede alterar la órbita de un asteroide. La sonda chocó contra Dimorphos, desviándolo exitosamente. Sin embargo, este método depende del tiempo de alerta y del tamaño del objeto. Para asteroides masivos o de detección tardía, la opción nuclear resurge como plan B.
3. La simulación nuclear: energía controlada vs. riesgos
El modelo de Lawrence Livermore evalúa cómo la densidad energética única de las armas nucleares (millones de veces mayor que el TNT) podría fragmentar o vaporizar un asteroide, creando un impulso térmico para desviarlo. Según Burkey, “la radiación X de la explosión puede convertir parte de la superficie del asteroide en plasma, generando un empuje significativo”. No obstante, variables como la composición del asteroide (rocoso, metálico, poroso) y su estructura interna afectan la eficacia.

Desafíos técnicos y éticos
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Fragmentación riesgosa: Dividir un asteroide en pedazos podría multiplicar la amenaza si los fragmentos siguen rumbo a la Tierra.
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Tiempo de reacción: La detonación debe ocurrir meses o años antes del impacto para que la desviación sea efectiva.
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Tratados internacionales: El uso de armas nucleares en el espacio está prohibido por el Tratado del Espacio Ultraterrestre (1967), aunque una emergencia existencial podría forzar excepciones.

¿Por qué no probarlo en la realidad?
Las simulaciones son clave porque ensayos físicos están limitados por acuerdos antinucleares. Además, cada asteroide es único: el que impactó a los dinosaurios (10 km de diámetro) requeriría una energía 100.000 veces mayor que el arsenal nuclear actual, según estudios del MIT.

Conclusión analítica:
La investigación de Lawrence Livermore no valida Armageddon, pero sí confirma que, ante asteroides ”no desviables” por métodos no nucleares, una explosión controlada podría ser la última carta. Como señala Burkey, “la clave está en calcular la ubicación, potencia y momento exactos para maximizar el impulso sin fracturar el objeto”. La lección real es que, a diferencia de Hollywood, salvar la Tierra requeriría precisión milimétrica… y cooperación global..

Como curiosidad, la película «Armageddon» contribuyó a una conversación más amplia sobre el lugar de la humanidad en el universo y nuestra capacidad para afrontar y superar los peligros cósmicos. Fue toda una inspiración que, a día de hoy, sigue sirviendo de recordatorio de la fragilidad de nuestra existencia y de la inventiva humana ante la adversidad.
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