Científicos de la Universidad Radboud (Países Bajos) han revolucionado las proyecciones sobre el destino final del universo: su desaparición total podría ocurrir en 10⁷⁸ años, un plazo inimaginablemente más corto que los 10¹¹⁰⁰ años estimados anteriormente. La clave de este ajuste radica en una reinterpretación audaz de la radiación de Hawking, un fenómeno teórico propuesto por Stephen Hawking en 1975 para explicar la evaporación de agujeros negros.
De agujeros negros a estrellas densas: La expansión de la teoría
Hawking postuló que los agujeros negros emiten radiación térmica debido a efectos cuánticos cerca de su horizonte de eventos, perdiendo masa hasta evaporarse. Sin embargo, el equipo de Radboud sugiere que este proceso no es exclusivo de los agujeros negros: objetos ultradensos como estrellas de neutrones y enanas blancas también emitirían este tipo de radiación, acelerando la degradación cósmica. Según los cálculos, estos cuerpos, al igual que los agujeros negros, perderían masa gradualmente, alterando el equilibrio gravitacional del universo a escalas temporales reducidas.
In 10⁷⁸ years: Scientists give the date of the death of the Universe – https://t.co/waPgzfo891 pic.twitter.com/m5fyEd4XSf
— Universe Space Tech (@ust_magazine) May 12, 2025
Implicaciones: Un universo que se desvanece más rápido
La inclusión de estrellas masivas en el modelo tiene efectos dramáticos:
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Reducción de la escala temporal: Los 10⁷⁸ años equivalen a un 1 seguido de 78 ceros, un período aún inconcebible, pero 22 órdenes de magnitud menor que la estimación previa.
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Fines alternativos: Si bien el «Big Freeze» (enfriamiento total) sigue siendo el escenario más aceptado, esta teoría añade una capa de complejidad: la pérdida de masa acelerada podría desencadenar colapsos locales o desestabilizar estructuras galácticas antes de lo previsto.
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Legado de Hawking ampliado: La radiación que lleva su nombre no sería un fenómeno marginal, sino un motor clave en la evolución cósmica a largo plazo.
Si bien 10⁷⁸ años sigue siendo un número abstracto para la humanidad, este estudio redefine nuestra comprensión de la «muerte térmica» del universo. Más allá de su impacto teórico, plantea una pregunta filosófica: ¿Cómo medimos la eternidad cuando hasta lo infinito tiene una fecha de caducidad?
Críticas y escepticismo
La comunidad científica reacciona con cautela: algunos físicos argumentan que la radiación en estrellas no colapsadas sería insignificante comparada con la de agujeros negros. No obstante, el equipo defiende que, en escalas de tiempo cósmicas, incluso efectos diminutos se acumulan de manera exponencial.
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