El presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, apostó por un movimiento inusual al invitar públicamente a Donald Trump a sumarse a las conversaciones de paz con Rusia previstas para este jueves en Estambul. Este sería el primer contacto formal entre Kiev y Moscú desde marzo de 2022, un mes después de la invasión rusa. “Espero que los rusos no eviten este encuentro. Y todos en Ucrania esperamos que el presidente Trump esté allí”, escribió Zelensky en redes sociales.
Trump: entre el interés y la ambigüedad
El expresidente estadounidense no descartó su participación, aunque condicionó su asistencia a la utilidad percibida. “Pensé en viajar allí. Hay una posibilidad si creo que las cosas pueden ocurrir”, declaró Trump antes de partir a una gira por Oriente Medio. Desde la Casa Blanca, añadió: “Volaría allí si creyera que sería útil”. Sus declaraciones contrastan con su anterior presión a Ucrania para aceptar la propuesta rusa, que calificó como una oportunidad para “negociar un posible fin del BAÑO DE SANGRE” en Truth Social.
Rusia: silencio y exigencias estructurales
El Kremlin mantiene un perfil ambiguo. Si bien Vladimir Putin propuso la reunión como contraoferta al alto el fuego de 30 días impulsado por Kiev, no ha confirmado su asistencia ni la de ningún representante. Dmitri Peskov, portavoz presidencial, advirtió que “el lenguaje de los ultimátums es inaceptable para Rusia”, en referencia a las amenazas europeas de sanciones. Además, Putin insistió en que cualquier diálogo debe abordar las “raíces profundas del conflicto”, alusión a demandas como la “desnazificación” de Ucrania y la oposición a la expansión de la OTAN.
Presión occidental y escepticismo en el terreno
Francia, Reino Unido, Alemania y Polonia respaldaron el ultimátum a Moscú: nuevas sanciones si rechaza el cese de hostilidades. Turquía, anfitriona de las conversaciones, llamó a “aprovechar la ventana de oportunidad”, según Recep Tayyip Erdogan. Sin embargo, en Bilytske, una ciudad del este ucraniano, el ánimo es de desconfianza. “No nos lo creemos, pero tenemos esperanzas”, relató Alla, residente que aún escucha explosiones. Alyona, de 39 años, criticó la demora: “¿Cuánto puede durar? Ya han pasado tres años”.
Brecha entre narrativas y realidades
Moscú justifica su invasión con reclamos históricos y geopolíticos, como la protección de rusoparlantes y su seguridad ante la OTAN. Kiev y Occidente los tachan de pretextos para un expansionismo imperialista. Con el 20% del territorio ucraniano bajo control ruso —incluida Crimea, anexada en 2014— y miles de muertos y desplazados, el diálogo en Turquía se presenta como un escenario frágil. Andrii Sibiga, ministro ucraniano, confirmó que Zelensky aún no tiene respuesta de Putin, pero insiste en mantener “abierta la vía del diálogo”.
¿Hacia un punto de inflexión?
La incógnita sobre la presencia rusa y el posible rol de Trump como actor externo marcan un escenario de alta volatilidad. Mientras Zelensky arriesga con una invitación a una figura polarizante, Moscú juega a imponer condiciones estructurales. La comunidad internacional observa si Estambul será un paso hacia la paz o un nuevo capítulo de tácticas dilatorias.
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