A menos de tres semanas de su última Cuenta Pública, el Presidente Gabriel Boric enfrenta un escenario complejo: mientras mantiene una intensa agenda internacional —con visitas a India, Brasil, Japón y China—, su equipo en La Moneda trabaja en un discurso que busca consolidar un legado ante un país expectante. El 1 de junio, en el Congreso Nacional, el Mandatario deberá equilibrar la defensa de sus «transformaciones» con el reconocimiento de los desafíos pendientes.
La Sombra de Procultura
En paralelo, el caso Procultura —por presunto financiamiento irregular de su campaña presidencial— vuelve a tensionar al Gobierno. La estrategia oficial ha sido clara: desvincularse de la trama y enfatizar el respeto al proceso judicial. La ministra vocera (s), Aisén Etcheverry, insistió: «Que se investigue a todos los responsables (…). Si el señor Larraín es responsable, que le caiga todo el peso de la ley».
Sobre el posible impacto en el mensaje presidencial, Etcheverry fue categórica: «¿Por qué habría de empañarla? El Gobierno tiene una agenda clara, hay definiciones, trabajos, transformaciones». Sin embargo, analistas podrían cuestionar si el escándalo opacará la narrativa de transparencia que Boric ha promovido.
Expectativas y Críticas desde la Oposición
La oposición ya perfila sus cuestionamientos. Manuel José Ossandón (RN), timonel del Senado, exige un discurso que vaya más allá de las intenciones: «Debe reconocer con claridad (…) que han habido muchos retrocesos». Enfatiza la necesidad de acuerdos y estabilidad: «Chile no necesita partir de cero (…). Hemos dado varios pasos atrás».
Desde la Cámara Baja, José Luis Castro (RN) apunta a la economía y seguridad: «Incapacidad del Gobierno de reactivar el país (…). Sin convicción política de orden ni respaldo a Carabineros, no hay política de seguridad que pueda triunfar». Sus palabras reflejan un eje crítico clave: la percepción de debilidad en seguridad ciudadana y gestión migratoria.
Autocríticas y Desafíos en el Oficialismo
Incluso dentro del oficialismo surgen señales de autoevaluación. La diputada Lorena Pizarro (PC) reconoce falencias en la comunicación gubernamental: «A veces nos ha faltado esa dureza de decir quiénes son [la derecha] y cómo se oponen a avances necesarios». Además, subraya que «las situaciones que generaron el estallido social siguen pendientes», un guiño a la demanda por reformas estructurales.
Por su parte, el diputado Jaime Araya (PPD-Ind) enumera los focos rojos: «Crisis de seguridad, listas de espera en salud, cuentas de luz exorbitantes y enredos legislativos». Su crítica apunta a la falta de cohesión: «El desorden a veces impide apreciar avances importantes».
Análisis Final: Un Discurso en la Encrucijada
La última Cuenta Pública de Boric no será solo un balance: será un intento de proyectar relevancia en un año electoral y contrarrestar narrativas de crisis. Los factores en juego son múltiples:
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Agenda internacional vs. urgencias domésticas: ¿Podrá el Presidente traducir sus viajes en logros concretos para la ciudadanía?
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Procultura como espada de Damocles: Aunque el Gobierno insista en separar el caso de su gestión, su sombra podría reforzar la imagen de fracturas éticas en la política.
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Presión por acuerdos: Las críticas cruzadas —tanto de la oposición como de sus propias filas— exigen un tono conciliador sin renunciar a la retórica transformadora.
En un contexto de desgaste político y polarización, Boric enfrenta el desafío de cerrar su ciclo con un relato que, más que enumerar logros, conecte con un país que aún espera respuestas a demandas históricas.
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